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sábado, noviembre 23, 2024

Cómo es la relación de Federico X y la familia real danesa con el enigmático padre de Mary de Dinamarca

Mary Donaldson y su padre en una imagen reciente. //INSTAGRAM

Mary Donaldson y su padre en una imagen reciente. / /
INSTAGRAM

Emparentar con una reina no debe ser una tarea sencilla, especialmente cuando a esa monarca no le resulta de su agrado que tu hija menor se convierta en su sucesora. Pero al final llegó el entendimiento. Esa parece ser la conclusión de la relación a tres bandas entre
la reina Mary de Dinamarca, su padre,
John Dalgleish Donaldson, y el resto de los royals daneses con Federico X a la cabeza.

Octogenario y retirado poco queda del estupor inicial que causó este profesor con hechuras de jugador de rugby cuando se presentó a la boda real de su hija rindiendo honores a su
herencia escocesa y vistiendo un kilt.

Desde el día que acompañó a
Mary Donaldson al altar, John ha sido siempre su más fiel apoyo. Así lo demuestra, por ejemplo, que su hija acudiera en busca de consuelo a su lado en Australia tras la debacle
Genoveva Casanova o que le haya rendido tributo en Instagram celebrando su último cumpleaños en la red social publicando una foto de los dos juntos tomada en diciembre por
el príncipe Vincent.

Mary de Dinamarca, junto a su padre. (INSTAGRAM)

Mary de Dinamarca, junto a su padre. (INSTAGRAM)

Viudo, casado en segundas nupcias con
la escritora Susan Moody, padre de cuatro hijos y abuelo de bastantes nietos, algunos de ellos príncipescos, los comienzos en la corte de este jubilado fueron tan torpes como los de su propia hija. Pero poco a poco se ganó el corazón de los daneses. ¿Pero lograron estos ganarse el corazón de John?

Cómo fueron los inicios de John Donaldson en Dinamarca

No todos los días tu hija pequeña tiene un romance secreto con el heredero de un país europeo, pero a John Dalgleish Donaldson esto fue precisamente lo que le sucedió. Cuando el idilio real pasó de privadísimo a público,
la suerte de Mary Donaldson estaba echada: tuvo que aprender danés, protocolo y muchas más destrezas para conseguir que
la reina Margarita viera en ella a una persona apta para el puesto de princesa heredera.

La experiencia de ganarse el favor real fue desagradable aunque culminara con una boda de cuento de hadas. John era muy consciente en aquel momento y tras meses de mala prensa que los daneses se reían del acento australiano de su hija y la criticaban por no poder conceder entrevistas en danés entre otras lindezas. Por supuesto, las acusaciones veladas de que
Mary había actuado como una cazafortunas estaban publicadas blanco sobre negro en los medios sensacionalistas del país día sí y día también.

Entre que no se fiaba de la familia real y no se fiaba de cómo le iba a ir a su hija en Dinamarca,
John decidió establecerse en Copenhague una buena temporada. Tiempo después la propia Mary fue interrogada por un periodista a este respecto… y se quedó en blanco. «Le pregunté si la verdadera razón por la que su padre estaba allí era para apoyarla en un momento difícil con el país. Mary vaciló y no respondió», explicó la periodista Jane Wheatley al Sydney Morning Herald.

El padre de Mary Donaldson junto a la reina Margarita de Dinamarca. /

El padre de Mary Donaldson junto a la reina Margarita de Dinamarca. / /

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¿Y cómo lidiaba la familia real con la inclusión en las preguntas a los herederos de la corona del padre plebeyo de la futura reina?
Con diversidad de posturas.
El actual rey Federico X siempre intentó congraciarse con su suegro y le definió ante la prensa en numerosas ocasiones como un «muy buen padre».

Por su parte, lo que John Donaldson pensaba de él quedó claro el mismo día de la boda real cuando pronunció su discurso en el banquete en el que afirmó que Federico de Dinamarca era «un joven inteligente, deportista, alegre y sumamente atractivo.
¿Qué más podría querer un suegro? Bienvenido a nuestra familia». Queda por ver si tras la última visita de su hija a Australia en diciembre sigue pensando en tan buenos términos de él.

El resto de la familia real danesa poco o nada ha dicho de John Donaldson en público, aunque la reina le concedió en 2007
su beneplácito real de forma oficial al concederle un honor destinado a unos pocos hombres ilustres del país.

Quizá fue su capacidad para no dar una mala declaración, o su devoción por los niños y que prefiriera pasearse con actitud de jubilado por el Royal Run danés antes que por las fiestas de postín, el caso es que al final la reina Margarita se le consideró
digno de poseer la Orden de Dannenbrog, una de las altas órdenes danesas, y en consecuencia se diseñó un escudo de armas para John Dalgleish Donaldson que se exhibe en la capilla del castillo de Frederiksborg. No está mal para un profesor de matemáticas de Tasmania.

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