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lunes, enero 20, 2025

Por qué Charlène de Mónaco es madrina de la hija de un piloto de Fórmula 1: la especial relación de la princesa y el deportista

La princesa Charlène de Mónaco.

La princesa Charlène de Mónaco. /
gtres

Si algo caracteriza la vida royal de
la princesa Charlène de Mónaco
es que su poco entusiasmo con las fiestas de postín contrasta con su entusiasmo en los eventos deportivos. La hemos visto en el fútbol, animando a la selección de su país de origen y hasta al As Mónaco; en el rugby, el baloncesto y, por supuesto, en competiciones de natación.

Mientras otras consortes de la realeza
se decantan por temas como la salud mental,
la princesa de La Roca siente predilección por los deportes, y si son acuáticos, mejor que mejor. Con estos antecedentes, ¿quién podría ser la ahijada ideal de la atlética princesa de Mónaco? La respuesta es Annabella, hija de un deportista consumado,
el piloto profesional Francesco Castellacci.

Porque la princesa Charlène no sólo adora el deporte, sino que en Mónaco descubrió una nueva afición que desde entonces la ha apasionado:
las carreras de coches. En las propias redes sociales de la fundación benéfica que lleva su nombre resalta los valores de este tipo de competición que tanto significa para Mónaco destacando «la importancia de las carreras y la competición para acelerar la investigación tecnológica».

Aunque no fue la velocidad lo que unió el destino de la sudafricana con el de su ahijada, sino el buen feeling que tiene la princesa cada vez que le toca tratar con deportistas de élite. ¿Pero cómo se ha descubierto la amistad que ha llevado a la
consorte del príncipe Alberto II de Mónaco
a ser la madrina de Annabella?

Francesco Castellacci y su especial relación con los Grimaldi

La relación de Mónaco con la Fórmula 1 es de sobra conocida gracias al famosísimo Gran Premio que recorre sus calles a toda velocidad y que se inauguró en 1950. Un negocio redondo que supone para el principado
una media de 75 millones de euros en ingresos sólo en un fin de semana.

Con semejante beneficio a la vista no es de extrañar que los Grimaldi en pleno se dejen la piel sonriendo en esta competición que combina
deporte, riesgo y glamour (ninguna otra prueba automovilística se puede ver desde la cubierta de un yate, bebiendo champán a 4.000 euros la jornada).

Francesco Castellacci durante el Gran Premio de Formula 1 de Mónaco.

Francesco Castellacci durante el Gran Premio de Formula 1 de Mónaco. /

@francesco.castellacci

Estos antecedentes nos ayudan a comprender lo bien que se lo pasa en la tribuna la familia principesca,
la única celebración Grimaldi
en la que hemos visto a la princesa Charlène disfrutar al máximo, como sucedió, por ejemplo, en 2018, cuando bebió a morro de un Magnum de champán para celebrar la victoria del piloto Daniel Ricciardo. De hecho, si hacemos memoria nos damos cuenta que
el gran retorno de Charlène a la vida pública monegasca
en 2022, tras su hiatus sudafricano, fue, por supuesto, celebrando este premio.

Las buenas migas que durante una década ha hecho Charlène con los pilotos de todas las escuderías se ven año a año en sus cálidos saludos a los profesionales en el paddock. Pero
su favorito es Francesco Castellacci, el mismo que le sirvió de cicerone cuando en 2019 Charlène fue la encargada de dar el banderazo de salida a las 24 horas de Le Mans.

Charlène de Mónaco durante el circuito de F1 en 2019.

Charlène de Mónaco durante el circuito de F1 en 2019. /

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Negocios con el hermano de Charlène

La relación de Charlène y el piloto se refuerza aún si consideramos que también es buen amigo de su marido, el príncipe Alberto, y un colaborador necesario en los negocios de
su hermano, Gareth Wittstock. Dentro del trabajo que el «hermanísimo» ha desarrollado durante años como secretario general de la Fundación Princesa Charlène de Mónaco, Gareth fue el encargado de desarrollar un proyecto, el Ferrari Strong Together #54, que participó en la primera edición de las 24 Horas de Le Mans Virtual y que fue pilotado por Castellacci.

Uniendo la línea de puntos ya no nos puede extrañar que cuando en septiembre la fundación de la princesa organizó una
carrera benéfica de bicicletas acuáticas que transcurría de Calvi a Mónaco, Castellacci estuviera entre los deportistas escogidos para disputarla y Charlène le esperara en la orilla del puerto con su hija Annabelle en brazos. Como tampoco es de extrañar que cuando el piloto le propuso a la sudafricana ser la madrina de su primera hija esta dijera que sí.

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