Existen algunos trucos caseros de fácil ejecución (y baratos) que permiten que tus faros vuelvan a lucir como recién salidos de fábrica. En casos extremos, la única solución a este problema puede ser recurrir a un profesional que realice un buen pulido.
Los faros son un elemento más en tu coche que tienen una función secundaria de seguridad. Se encargan de alumbrar el camino y de permitir que otros conductores nos puedan ver. Además, realizan la función de señalización con los intermitentes e informan de nuestras intenciones como, por ejemplo, ir marcha atrás.
Dado que son clave en la seguridad del vehículo, es importante que los cuidemos para que mantengan todas sus funciones el mayor tiempo posible y que, además, luzcan como el primer día.
Como parte de nuestra misión de realizar un mantenimiento preventivo de forma periódica en el coche, deberemos comprobar que no hay ninguna bombilla fundida (si no son faros de LED) y que todo funciona de forma correcta.
También requieren algo de limpieza, ya que nos faros sucios reducen su capacidad de iluminación, generando sombras u opacando el haz de luz. Por eso, cuando laves tu coche, limpia los faros para eliminar cualquier rastro de suciedad.
Esto, al mismo tiempo, permite que la superficie del faro se mantenga en perfectas condiciones. Recuerda que los coches modernos cuentan con faros de plástico, que son más sensibles a las altas temperaturas y propensos a las rayaduras, por lo que es vital eliminar cualquier resto o partícula de suciedad que pueda deteriorarlos.
Cómo limpiar los faros de coche
Para limpiarlos no existe una fórmula mágica. Basta con rociarlos con agua a poca presión para eliminar el polvo o la tierra, así como cualquier otro residuo que pueda rayar la superficie.
Una vez aclarado, procede a enjabonarlos con jabón neutro que sea apto para las superficies del vehículo, incluyendo los plásticos de los que están hechos los faros. Frota la cubierta con este jabón y después aclara con agua. Al final, podrás utilizar un paño de microfibra para secarlos y que vuelvan a brillar.
A pesar de que esto es suficiente para mantener tus faros en perfecto estado, el paso del tiempo, el uso y las inclemencias meteorológicas acabaran afectando a las ópticas del vehículo, haciendo que se rayen y vuelvan opacos.
Llegados a este punto, es importante recordar que unos faros quemados o muy rayados no solo reducen su capacidad de iluminación, sino que en casos extremos pueden ser motivo de multa y de que no superes la inspección en la ITV.
Si están deteriorados, la mejor opción es pulirlos
Si estás en esta situación, una solución para devolverles esa trasparencia a la superficie es mediante el truco de la pasta de dientes. En este caso, basta con aplicar el dentífrico sobre el faro previamente limpiado y descontaminado para, a continuación, frotar con un trapo suave y limpio.
Finalmente, retira el resto de producto y comprobarás que ha recuperado parte de su aspecto original. Puedes repetir el proceso de nuevo para obtener un mejor resultado.
Una alternativa a la pasta de dientes es usar una mezcla de bicarbonato y vinagre. Cuando juntas estos dos productos se genera una espuma que, una vez aplicada sobre el faro y dejado unos minutos para que actúe, deberemos retirar utilizando abundante agua. En este truco es importante eliminar cualquier resto, ya que el bicarbonato podría afectar a la superficie del faro.
La última solución es recurrir a un profesional que utilizará productos específicos para el pulido de los faros de tu coche. No suele ser demasiado caro y se obtienen muy buenos resultados. Además, se aplica una laca sobre la cubierta del faro que lo protege durante más tiempo.
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