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lunes, noviembre 25, 2024

El gran terremoto de 1755: el día que Portugal sufrió un terremoto, un tsunami y devastadores incendios

El 1 de noviembre de 1755, Europa se estremeció como nunca antes lo había hecho. Lo que comenzó como un día solemne, con las iglesias llenas de fieles celebrando el Día de Todos los Santos, se convirtió rápidamente en una pesadilla que devastó Lisboa y dejó una marca imborrable en la historia. El terremoto de Lisboa de 1755 no solo arrasó la capital portuguesa; sus efectos se sintieron en el sur de España, el norte de Marruecos e incluso en lugares tan lejanos como el Caribe y Finlandia. Este cataclismo no solo sacudió la tierra, sino también la política, la religión y la ciencia de la época.

El inicio del desastre

Entre las  09:30 y las 09:40 horas de la mañana, Lisboa comenzó a temblar. Según los registros, el terremoto duró entre tres minutos y medio y seis minutos, aunque algunas fuentes señalan que pudo alcanzar hasta los diez minutos. Sea como fuere, una eternidad en términos sísmicos. Los expertos creen que la magnitud del sismo estuvo entre 8,5 y 9 en la escala de Richter, aunque esta escala aún no existía en ese tiempo (fue desarrollada en 1935 por Charles F. Richter). Tres temblores sucesivos sacudieron la ciudad, siendo el segundo el más devastador. Lisboa, una ciudad próspera y vibrante, epicentro del comercio y la cultura en Portugal, quedó prácticamente destruida. De los 150.000 habitantes (según el trabajo de Pereira de Sousa publicado en 1928), y aunque algunas fuentes estiman que murieron entre 30.000 y 40.000 personas solo en Lisboa (otras fuentes mencionan hasta 90.000 víctimas en total, incluyendo otras áreas afectadas), un trabajo realizado por José Manuel Martínez Solares en 2001, cuyo estudio fue también publicado en Journal of Seismology en 2004, rebajó esa cifra a 12.000 personas. También se estima que más del 80% de los edificios fueron destruidos.

Pero el terremoto no fue el único responsable de la tragedia. Apenas una hora después del primer temblor, un gigantesco tsunami, con olas que alcanzaron entre 6 y 15 metros de altura, golpeó la costa

En un solo día catastrófico en 1755, Lisboa, Portugal, sufrió un terremoto, un maremoto y devastadores incendios. Créditos: Ilustración del siglo XIX de North Wind Picture Archives/Alamy Stock Photo.

El agua penetró por el estuario del río Tajo, invadiendo el centro de la ciudad y arrasando con todo a su paso. Los supervivientes, que habían huido hacia las plazas y los muelles, se vieron atrapados por las olas. Como si esto fuera poco, los incendios comenzaron a devorar lo poco que había quedado en pie, alimentados por velas encendidas, chimeneas y cocinas que quedaron desatendidas en medio del caos. Estos incendios ardieron durante cinco o seis días, completando la destrucción de la ciudad.

Impacto en la Península Ibérica y en Marruecos

Aunque Lisboa fue el epicentro de la tragedia, las consecuencias del terremoto de 1755 se sintieron en toda la región. En España, el sur del país fue el más afectado, especialmente en Andalucía. Los informes de la época documentan más de 5.000 muertos en suelo español, siendo Ayamonte y Lepe, en la provincia de Huelva, las localidades más afectadas con cerca de 1.400 muertos. Aunque el trabajo de José Manuel Martínez Solares, mencionado anteriormente, cifra en 61 las víctimas directas del terremoto en España, y 1.214 las víctimas del maremoto. En este sentido, el autor recuerda que las víctimas totales causadas por el terremoto de 1755 en España son difíciles de determinar con exactitud debido a la variabilidad y contradicciones en las fuentes históricas. 

La flota pesquera de estas poblaciones fue casi completamente destruida, lo que agravó aún más la situación. En la bahía de Cádiz, aunque la ciudad principal se salvó gracias a sus murallas, otras localidades como Chiclana, Sanlúcar de Barrameda y El Puerto de Santa María sufrieron graves daños y pérdidas humanas.

Marruecos también sufrió considerablemente. Las olas del tsunami golpearon la costa norte y oeste del país, causando la muerte de unas 16.000 personas. El puerto de Salé, uno de los más importantes de Marruecos, quedó inservible, lo que afectó gravemente al comercio y a la economía local. La magnitud del desastre fue tal que las olas fueron detectadas incluso en Canarias, en la costa inglesa, en Finlandia y en las islas del Caribe, un testimonio de la vasta extensión del impacto del terremoto.

Grabado que muestra Lisboa, Portugal, antes del terremoto de 1755. Fuente: Chronicle/Alamy Stock Photo.

¿Qué consecuencias políticas y sociales tuvo?

El gran terremoto de Lisboa tuvo repercusiones que fueron más allá de la destrucción física. En el ámbito político, el desastre puso en jaque al Imperio Portugués. Portugal, en ese momento una potencia colonial con territorios en África, Asia y América, tuvo que redirigir todos sus esfuerzos hacia la reconstrucción de su capital, lo que ralentizó considerablemente sus ambiciones coloniales. 

El marqués de Pombal, Sebastião José de Carvalho e Mello, el hombre fuerte del gobierno portugués, se convirtió en la figura clave de la reconstrucción. Bajo su liderazgo, Lisboa fue prácticamente reconstruida desde cero, con un diseño urbano que incorporó principios modernos de planificación y resistencia sísmica.

El terremoto también sacudió las creencias religiosas y filosóficas de la época. En una Europa aún profundamente religiosa, el desastre fue interpretado por muchos como un castigo divino. 

El hecho de que el terremoto ocurriera el Día de Todos los Santos, cuando muchas iglesias estaban llenas de fieles, solo aumentó la sensación de que se trataba de un juicio de Dios. Sin embargo, esta visión fue desafiada por figuras ilustradas como Voltaire, que en su poema «Cándido» criticó la idea de que un Dios benevolente pudiera causar tal destrucción. Este debate contribuyó al crecimiento de un pensamiento más secular y científico en Europa.

Un dibujo del terremoto de Lisboa del 1 de noviembre de 1755. Fuente: Wikimedia Commons

El nacimiento de la sismología moderna y los estudios más recientes

Una de las contribuciones más duraderas del terremoto de Lisboa fue su impacto en la ciencia. Fue el primer terremoto que se estudió de manera sistemática y científica. El marqués de Pombal envió cuestionarios a todas las parroquias de Portugal para recopilar datos sobre la duración del terremoto, los daños y otros detalles relevantes. 

Esta recopilación de datos a gran escala, que hoy en día se conserva en el archivo histórico nacional de la Torre de Tombo en Lisboa, sentó las bases para el nacimiento de la sismología moderna. En España, se hizo un esfuerzo similar bajo las órdenes del rey Fernando VI, y la información recopilada se conserva en el Archivo Histórico Nacional de Madrid.

En 2021, un estudio publicado en Communications Earth & Environment concluyó que el terremoto fue causado por una falla inversa, ubicada en el suroeste de la península Ibérica. Estudios anteriores sugirieron otras posibles fuentes tectónicas, pero ninguna pudo explicar la magnitud del terremoto ni el tamaño del tsunami que siguió.

Otros terremotos también han causado maremotos. Es el caso del terremoto de Valdivia, de magnitud 9,5, que mató a 5700 personas. Varias ciudades costeras fueron inundadas por un tsunami de 25 metros. Fuente: Wikimedia Commons

Más recientemente, concretamente el pasado año, otro estudio abordó el análisis utilizando un enfoque macrosísmico moderno que combina datos de intensidad EMS-98 y efectos ambientales ESI-07. Este enfoque permitió una comprensión más detallada de la distribución de intensidades, especialmente en la parte suroeste de la Península Ibérica. El estudio sugirió que ninguna de las fuentes sísmicas clásicas propuestas (Banco de Gorringe, Falla de Marquês de Pombal, y la delaminación atlántica bajo el Golfo de Cádiz) por sí sola podría explicar completamente el escenario sísmico observado, lo que apunta a la necesidad de considerar una combinación de estas fuentes. Esto sugiere un evento de magnitud aproximada de 8.6 Mw, con una longitud de ruptura de aproximadamente 350-360 km y una aceleración sísmica máxima de 0.82 g en tierra firme. Unas conclusiones que subrayan la importancia de enfoques combinados para modelar fuentes sísmicas de eventos históricos.

Como vemos, el terremoto de Lisboa de 1755 es un recordatorio poderoso de la fragilidad de la civilización humana frente a las fuerzas de la naturaleza. Especialmente en un día como el de hoy, cuando a las 6:11 horas (hora peninsular española) se registró un terremoto de magnitud 5,5 en la escala de Richter al sur de Portugal. Pero también es un testimonio del ingenio y la resiliencia de las sociedades, que, incluso después de una destrucción tan absoluta, son capaces de reconstruirse y aprender de sus tragedias. 

La memoria de aquel fatídico día sigue viva no solo en los registros históricos, sino en las calles y en la conciencia colectiva de Lisboa y del mundo.

Referencias:

  • Martínez Solares, José Manuel. Los efectos en España del terremoto de Lisboa (1 de noviembre de 1755). 2001. Dirección General del Instituto Geográfico Nacional. Ministerio de Fomento. Consultado el 26 de agosto de 2024.
  • Martínez Solares, J., López Arroyo, A. The great historical 1755 earthquake. Effects and damage in Spain. Journal of Seismology 8, 275–294 (2004). doi: 10.1023/B:JOSE.0000021365.94606.03
  • Roy Barkan, Uri S. ten Brink, Jian Lin, Far field tsunami simulations of the 1755 Lisbon earthquake: Implications for tsunami hazard to the U.S. East Coast and the Caribbean, Marine Geology, Volume 264, Issues 1–2, 2009, Pages 109-122, ISSN 0025-3227, doi.org: 10.1016/j.margeo.2008.10.010.
  • Martínez-Loriente, S., Sallarès, V. & Gràcia, E. The Horseshoe Abyssal plain Thrust could be the source of the 1755 Lisbon earthquake and tsunami. Commun Earth Environ 2, 145 (2021). doi: 10.1038/s43247-021-00216-5
  • Silva, P. G., Elez, J., Pérez-López, R., Giner-Robles, J. L., Gómez-Diego, P. V., Roquero, E., Rodríguez-Pascua, M. Á., & Bardají, T. (2023). The AD 1755 Lisbon Earthquake-Tsunami: Seismic source modelling from the analysis of ESI-07 environmental data. Quaternary International, 651, 6-24. doi: 10.1016/J.QUAINT.2021.11.006

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