17 C
Aguascalientes
miércoles, octubre 2, 2024

La vida salvaje de Gay Mercader: su amistad con los Rolling Stones, las piernas de Sophia Loren y el amor junto a Inka Martí

A consecuencia de la pandemia del coronavirus hay un cierto desajuste en algunas entregas de premios como la
Medalla al Mérito en las Bellas Artes, que presiden
los reyes Felipe y Letizia. Este miércoles, 3 de abril, se entregan las de 2022 en Cádiz, pero ya están designadas las de 2023, que recibirán sus destinatarios en los próximos meses. Muy sorprendido quedó con este reconocimiento
el emblemático promotor musical Gay Mercader, con quien mantenemos una extensa conversación telefónica. Habida cuenta de su legendaria vida, no podía ser de otra manera.

«Fue una sorpresa. Es un reconocimiento habitualmente que dan a actores, autores, cantantes, productores de teatro y cine, toreros…
Promotor de rock’n’ roll es la primera vez que se da. Yo no pertenezco a ningún gremio. Vivo en mi mundo, en una finca aislada desde hace más de 25 años, desde hace 35 aplico el teletrabajo y no me gusta viajar. Tengo casi ‘viajefobia’, vivo con mis gatos, con mis perros… Lo agradezco porque es el reconocimiento a toda una industria. La música en directo pesa mucho más que el cine, en España, por lo menos. Mueve a miles y miles de personas y genera muchísimos puestos de trabajo», nos comenta.

Pese a todo, nos confirma que sí viajará a Cádiz a recoger el galardón y a Sevilla el 1 de junio próximo: «Tengo un concierto de AC/DC en el Estadio La Cartuja y hay centenares de personas trabajando todos los días. Como un gran reconocimiento se ha tomado también este premio
la Asociación de Promotores Musicales, a la que no pertenezco, porque voy por libre, y así lo manifestaron en una nota de prensa. Es la demostración de que los que nos dedicamos a esto no somos unos parias. Cuando empecé estaba muy mal visto, pero ahora parece que ser promotor es fantástico, cuando yo creo que precisamente ya no es el momento».

Nacido en Barcelona, en el seno de
una familia de la alta burguesía catalana, se crió en París y aún conserva un ligero acento francés porque «el peso de los Campos Elíseos marca mucho». Cuando contaba solo quince días ya estaba establecido en su país de adopción y, cuando decidió apostar por su vocación, la idea no fue recibida con los brazos abiertos en su familia, que tenía otras expectativas respecto a su futuro. En cualquier caso, antes de llegar a ese punto disfrutó de un mundo que ya no existe porque ha evolucionado hacia otros derroteros, como él mismo nos explica.

París era una fiesta

«El contexto fue muy peculiar, porque me crié en la alta, alta, alta, alta burguesía no solo francesa sino mundial. Éramos muy cosmopolitas y en aquella época
París era el centro del mundo cultural, antes de que todo el mundo se marchase a Nueva York. Ese movimiento se produce cuando se empezó a cobrar a los artistas unos impuestos altísimos, de hasta el 90%, lo que propició ese movimiento hacia allí», nos cuenta.

El ejemplo más significativo es el que propició lo que podríamos denominar, la llamada, si estuviéramos hablando de la vida de un religioso, que no es el caso: «Había unas fiestas benéficas espectaculares y fuí a una en la que tocaban los Beach Boys, estaba
Marlon Brando tocando el ukelele y creo recordar que la presentaban
la Callas y
Richard Burton. Entre los que actuaban
se encontraba Johnny Hallyday. Cuando volví a casa le dije a mi madre había sido una revelación ver la enorme diferencia que había entre un disco grabado y escuchar al artista en directo. Por lo que sea, aquello me marcó para siempre».

Gay Mercder, con el grupo AC/DC.

Gay Mercder, con el grupo AC/DC. /

CORTESÍA

De su árbol genealógico conviene recordar a su tía
, la actriz María Mercader, prima a su vez de Ramón Mercader, el agente secreto que asesinó a Ramón Trotsky en México en 1940. Se enamoró de Vittorio de Sica en el rodaje de la película ‘Garibaldino en el convento’, pero como el genio del neorrealismo italiano estaba casado Giuditta Rissone y en Italia el divorcio no se había legalizado, se casaron en México en 1959, en una ceremonia que no tuvo ninguna validez. Sí conseguirían su propósito en 1968, como nos recuerda Gay Mercader:

«Vittorio de Sica y María Mercader, los tíos Vittorio y María no se podían casar, al igual que
Carlo Ponti y Sophia Loren, por lo que se hicieron franceses y se casaron oficialmente en París, después de haberlo intentado en muchos países. Los traté muchísimo. Mi tío era muy cariñoso. Recuerdo que con cinco años, nos hacía salir al salón de su casa de Roma y decir: ‘Ave César, morituri te salutant’. Mi tía y mi padre, que eran hermanos, estaban muy unidos. Otra anécdota es que
me llevó al estreno de ‘Goldfinger’ en los Campos Elíseos con Sean Connery. Las primeras piernas bonitas de mujer que recuerdo son las de Sophia Loren entrando en el hotel Lancaster a ver a mi tío. También mantengo muy buena relación con mi primo Christian, que es una figura muy popular en Italia. Estamos muy unidos. No pasa un mes sin que nos comuniquemos».

Ese entorno propio de ‘La dolce vita’ fue crucial para que no se sintiera cómodo en los códigos de la clase social a la que pertenecía y que pusiera el foco en el mundo del espectáculo: «
Yo no quería estar con los millonarios, que solo tenían dinero. Estos eran otra historia. Fueron ellos los causantes de que yo dejara la mesa donde tenía 26 platos calientes para lanzarme a la aventura. Me parecía infinitamente más divertida la farándula que la gente con dinero, si te fijas, cuando los ves en Saint-Tropez, en Marbella o en Deauville, te das cuenta de que son todos iguales, se vigilan los unos a los unos a los otros. Es un ghetto».

Gay Mercader, con su gran amigo Keith Richards.

Gay Mercader, con su gran amigo Keith Richards. /

CORTESÍA

Los más rockeros siempre asociarán a Gay Mercader con su gesta de ser
el primero en traer a los Rolling Stones a España, en 1976, a Patti Smith a The Cure e Iggy Pop, por poner solo algunos ejemplos. «Sigo tratando a los Rolling Stones. Cada cierto tiempo me mando un mail con Keith, que no tiene ni móvil ni ordenador, pero Patti Hansen, su mujer, que es un encanto, me manda correos de parte de los dos. Siempre me invitan a su casa de Connecticut, pero como detesto viajar no voy».

Y añade: «Hace poco vi a Mick y a Roonie. Estos son muy optimistas y no solo tienen la gira por América que empieza ahora. Quieren hacer una el año que viene y si vienen a Europa, pasarán por España y en esta ocasión tocaría Barcelona, porque la vez anterior fue Madrid. Tengo muchas ganas de pasar una tarde en el camerino con Keith. No tiene nada que ver con el aspecto que la gente ve, por mucho que
Jack Sparrow se haya inspirado en él, como me dijo
el propio Johnny Depp. Es educado, cortés, nunca le he oído pronunciar ni la palabra ‘tía’. Con las mujeres es de una cortesía brutal, es muy cariñoso, cercano. Es un hombre muy familiar y tímido, aunque no lo parezca. Tengo debilidad por él. Charlie (Watts), que en paz descanse, era un encanto. Roonie (Wood) es muy bromista y muy gracioso y Mick depende del día», concluye con humor.

La gran generosidad de Sting y el inicio de una amistad

Ocupa
un lugar especial en sus afectos, Sting, a quien conoce y trata desde sus comienzos en The Police, y quien tuvo un enorme gesto de generosidad cuando descubrió que Gay Mercader había perdido mucho dinero al tener que trasladar en el último memento el concierto del estadio donde estaba previsto a la Plaza de Toros de Madrid: «Me devolvió medio millón de dólares, que sería el equivalente a dos kilos de hoy en día. Una bestilidad, porque nos estamos remontando a primeros de los 80.«

Un gesto del artista británico que siempre tiene presente: «Para mí y mi gente Sting es sagrado. Es un tipo muy cercano. No está nunca nervioso antes de salir al escenario, algo que no es muy frecuente, porque la mayoría de los artistas suelen tener un poco de nervios. Somos muy amigos. Ahora ha actuado en Madrid, pero no pude ir, le hice llegar
una botella de Vega Sicilia Único y la biografía de Balzac por
Stefan Zweig y me mandó un mail muy cariñoso. Es un tío muy culto con el que puedes hablar de muchas cosas».

Con Robert Smith, cantante de The Cure.

Con Robert Smith, cantante de The Cure. /

CORTESÍA

En este punto de la conversación nos desvela un frecuente denominador común entre los músicos: «Los artistas antes de salir al escenario se aburren, porque, como decía
Keith Richards, están como el tigre en la jaula. Si se encuentran con alguien que conocen bien y no les va a hablar de ellos, se sienten cómodos. A Sting le gusta ser el Sting casero, no que le pregunten qué va a hacer o por qué ha hecho esto o lo otro. La última vez hablamos hasta de células madre. Mis padres me dijeron que las clases sociales eran una cosa de nuevos ricos. Por eso mi conductor, que es un gran amigo mío, va conmigo a todas partes y accede a los mismos lugares que yo. Un día me dijo que no sabía qué eramos tan amigos Sting y yo, porque nos había visto hablar durante una hora y media».

De sus años salvajes, elegimos una frase que él mismo ha acuñado para sintetizar de alguna forma esa etapa de su vida:
«Sexo, drogas, rock’n’roll y mucho trabajo. No le recomiendo a nadie lo de las drogas porque muchísima gente se ha quedado por el camino y se ha despistado. Voy a cumplir 75 años, En mi generación algunos éramos conscientes de que la heroína no convenía, así que no la tocamos, pero no sabíamos de lo que te podía provocar la cocaína. Hasta la marihuana te puede provocar paranoias considerables».

De gira por España con The Ramones y Bob Dylan

En otras entrevistas ya ha aclarado que nunca fue adicto a las sustancias, pero en esta ocasión nos explica cómo comenzó su relación con ellas: «Ahora hay una enorme industria, pero cuando yo empecé hacía todo: de electricista, carga-descarga, vendía las entradas… Luego empezamos giras por España y era carretera y manta. Teníamos una furgoneta con un conductor que nos llevaba, porque
no quería que nos pasase lo que a Nino Bravo», nos cuenta.

«En una ocasión hicimos 12 fechas con los Ramones, también con Bob Dylan. Acabas reventado y tomas sustancias para seguir despierto. No le recomiendo a nadie que lo haga. Por ejemplo, dicen que Mick Jagger cuando sale al escenario sale enchufado y no es verdad. Recuerdo que le regalé una botella de vino, uno de los mejores del mundo, en el 98, creo recordar, y me dijo que la abriría cuando tuviera tres días libres. Hoy en día los artistas no salen colocados al escenario. Tienen que estar en forma para rendir».

Gay Mercader ha sido siempre muy discreto y no parece que escribir sus memorias entre en sus planes, por discreción, lealtad y respeto, según ha declarado en alguna ocasión. Por eso también se conoce muy poco de su vida personal, más allá de una relación que duró unos diez años con
la periodista Inka Martí, ahora
casada con el conde de Siruela.

«Cuando compré la finca donde vivo acababa de empezar mi relación con Inka. A los 11 años, escribí una carta en la que decía que de mayor sería muy rico y que viviría en el campo con muchos animales. Nunca quise tener hijos. Tengo muchas certezas sobre mi especie, a la que encuentro depredadora. He sido muy de reflexionar, porque he tenido una educación muy francesa, muy cartesiana, me ha influido mucho Montaigne… Tenía claro que para hacer lo que quería, hacer conciertos y llegar a lo más alto no había lugar para ello».

Gay Mercader posa junto a los Rolling Stones.

Gay Mercader posa junto a los Rolling Stones. /

cortesía

Preguntar sobre la paternidad o la maternidad es algo cada vez menos frecuente, pero siempre ha sido una cuestión incómoda, porque en realidad nadie sabe qué motivos hay para que la gente no tenga hijos y, sobre todo, que nadie está obligado a tenerlos. Sobre esta cuestión sí hablamos con Gay Mercader, porque en su caso las motivaciones eran muy evidentes: «Hay una entrevista de hace mil años de Ringo Starr en la que le preguntaban como veía su futuro y decía que si durara cinco años montaría una cadena de peluquerías, porque su primera ex era peluquera. En esto nos metimos por pasión, estaba muy mal visto ser músico. Cuando lo dije en casa a mi madre le espantó porque no quería eso para su hijo. Tenía claro que no quería tener una mochila, tenía que estar solo.
Las cuatro veces que me he arruinado no he tenido que buscarme otro trabajo porque no tenía que alimentar a ningún hijo ni a ninguna familia. Si no tenía dinero, era yo quien se apretaba el cinturón».

Otra figura clave en sus afectos es la del diseñador
Toni Miró, quien falleció el 3 de febrero de 2022 de manera repentina: «Aprendí mucho trabajando con Toni, para desesperación de mi familia, una vez más. Me fui a vender camisas a su tienda en el año 69, porque había dejado París después de mayo del 68. Siempre le agradecí la amistad y su extrema sensibilidad y admiré su gusto exquisito en lo musical, pero, además, valoro enormeente que siendo dependiente en la tienda, aprendí misa. Una cosa es la teoría y otra la práctica. Cuando te dedicas a vender pantalones, camisas y zapatos aprendes mucho. Me pareció vital. Toni y yo mantuvimos la amistad toda la vida y le echo mucho de menos».

Sigue practicando las enseñanzas que recibió en su famlia

Mercader tiene muy presente una de las máximas que le inculcó su padre, el valor de la palabra dada: «La palabra es crucial. Para mí tu palabra es oro, si dices, tienes que cumplir, pase lo que pase. Y si no mejor cállate, porque, como dice el primer disco en solitario de
Keith Richards, ‘Talk is Cheap’, hablar es barato». En cuanto a los amigos, también tiene claro en sus jerarquías el lugar que ocupan: «Son tu verdadero capital, son lo más importante. Vivo por y para mis amigos. Soy muy detallista».

Precisamente en vísperas de recibir un galardón tan significativo para su carrera, ponemos en valor sus mayores logros: «Vivo como quiero, muy aislado. Veo básicamente a mi acupuntora, mi osteópata y mi masajista, y
a los hermanos Roca, que son más mis hermanos que mis propios hermanos… Sí tengo un contacto telefónico muy sostenido con mis amigos. Tengo la gran suerte de tener más amigos de lo habitual, a los que veo poco, pero con los que hablo mucho. Estos días he estado hablando con Miquel Barceló, de quien soy amigo desde que él tenía 17 años. Hemos quedado que voy a ir a Barcelona para que me enseñe la exposición de cerámicas, todo un privilegio».

No hay cara sin su cruz, o sin su pero, según nos comenta: «Tengo la vida que deseo, pero, como todo, hay un reverso de la medalla. Vivo como quiero, en un sitio muy aislado,
no estoy en el Ampurdán ni nada de eso. Son 180 kilómetros de bosques y somos 700 personas. El reverso de la medalla es que salir de casa me pone muy nervioso. Cuando estás en un sitio tan cómodo, tan contento, tan feliz, es adictivo».

Con el incombustible iggy Pop.

Con el incombustible iggy Pop. /

CORTESÍA

A propósito del momento actual nos hace la siguiente reflexión cuando ya estamos terminando nuestra conversación: «
Lo que más falta en este mundo es la empatía. un psicólogo me dijo en una ocasión que tenía un exceso de empatía. Yo he llegado a parar un coche porque vi que un tronco majestuoso se lo estaba comiendo una enredadera. Hice parar el coche y con las manos la arranqué. Eso es para mí la empatía. Por esa carencia está pasando lo que pasa en la actualidad, la gente se comporta así… Recuerdo hace un años un anuncio de una infusión que decía que tenías que practicar el yoismo y me pareció que era ya lo que faltaba…»

Nos devela también algunos de los principios por los que se rige: «Cuando eres niño te dicen que Dios al morir te pone en la balanza lo bueno y lo malo, para mí lo importante que he hecho en mi vida no es haber traído a los Rolling Stones, no es haber tenido éxito.
Para mí lo importante es haber sido útil. Mi pareja actual dice que he salvado tres o cuatro vidas literalmente, gente que estaba en riesgo de exclusión, a los que he ayudado a desintoxicarse, que les he pagado estudios y que ahora son felices. El resto son oropeles, aunque, claro que es válido, también. Hasta apoyo una organización para la protección de los tiburones del Mediterráneo, porque si la cadena trófica no funciona, ya me dirás tú… Lo que nos hace útiles es hacer algo que mejore la vida de alguien».

Y concluimos con una emotiva anécdota: «Cuando veo a gente que pide dinero por la calle, se lo doy, pero me siento con ellos para hablar,
les pregunto de dónde son, me intereso por sus vidas, porque para la gente son invisibles. Es casi más importante que por un momento les reconozcas como personas que les des dinero. En una ocasión, me encontré con un chico de unos cuarenta años sentado en la calle con unos cachorritos. Le pregunté por ellos y me dijo una frase que se me ha quedado para siempre: ‘También son vidas’. Me pareció precioso».

Leer mas

Leer más

Mas noticias

Verificado por MonsterInsights