A seis semanas de que los norteamericanos acudan por fin a las urnas,
Kamala Harris
ha conseguido lo que en el mes de julio parecía, sencillamente, imposible. Y no es tanto que casi todas las encuestas le den un pequeño margen de ventaja sobre el expresidente y candidato republicano
Donald Trump
, sino el pequeño milagro de haberle dado la vuelta a algo tan decisivo y delicado como el relato. Ese es, de momento, el gran triunfo de la
operación Kamala. Y no ha sido algo casual.
«Ha demostrado una capacidad de organización y coordinación que no se le conocía. Su energía y entusiasmo han convertido una lenta marcha hacia la derrota en una auténtica contienda capaz de inspirar pasión», explica
Noah Bierman, periodista del diario Los Angeles Times encargado desde hace años de seguir los pasos de la vicepresidenta, sobre el potente arranque de una campaña que culminó, a mediados de agosto, con la proclamación oficial de Harris en el Comité Nacional Demócrata.
«No creo que estuviera haciendo campaña en la sombra. Al contrario: su cautela y disciplina dieron sus frutos. Sabía que debía ser leal al presidente», señala Bierman, sobre los días previos a que Biden comunicara su renuncia y ella se convirtiera en la candidata a la Casa Blanca sin caos interno ni necesidad de recurrir a unas primarias abiertas. «Tras el anuncio, llamó a cada demócrata con poder y se aseguró la nominación en dos días». La llamada de
los Obama
, inmortalizada en un
vídeo viral, terminó con cualquier atisbo de duda sobre un liderazgo que, antes, había recibido el apoyo de los Clinton, de Nancy Pelosi y, sobre todo, del propio presidente Joe Biden.
Su capacidad de reacción también impresionó al periodista y escritor Jim Newton, profesor en UCLA y reputado analista político. «Tiene la energía, el dinero y el camino. Y es fuerte, joven, lista, atractiva… Son cualidades que siempre ha tenido. La conozco desde hace 15 años y las he visto en acción. Aunque ha sido vicepresidenta, ese es un puesto extraño, casi como una oficina subterránea. Muchos votantes la miran por primera vez. Ahora, con la idea de que podría ser
presidenta», resume Newton.
El carisma de Kamala Harris en las distancias cortas
Quienes la conocen dicen que gana mucho en las distancias cortas. «Siempre fue encantadora: te daba las mejores sonrisas y lo hacía, además, de una manera genuina. Es alegre, cercana y espontánea, pero cuando habla de política puede ser muy seria y tajante. Sale a relucir la fiscal que es», explica el fotógrafo aragonés
Eduardo Ezequiel, que en 2020 trabajó en la campaña de Harris para las primarias demócratas y que durante semanas mantuvo un contacto estrecho con la candidata.
De hecho, la campaña está ayudando a poner en valor
su carisma. Newton lo explica con una anécdota personal. «Cuando escribí mi libro sobre Eisenhower, vino a la pequeña fiesta que organizamos en casa de mis padres. Acababa de ser nombrada fiscal general de California. Habló con todo el mundo, fue encantadora y causó una auténtica impresión en todos los presentes, sobre todo en mi madre», dice el ex editor del Los Angeles Times entre risas. «Bajo la fachada de la candidata hay una persona real con mucho sentido del humor, a la que le gusta divertirse y le interesan cosas como la historia, la música o los deportes», resume el periodista.
La lealtad que Harris demostró a Biden fue clave en el inicio de su campaña. /
getty.
De momento, la candidata ha conseguido cambiar la conversación que ha girado a su alrededor durante los cuatro últimos años. Pese a ser histórica, su vicepresidencia también ha sido irregular, en gran medida debido a unas expectativas poco realistas sobre el alcance del puesto. «No tuvo el efecto político que muchos esperaban y su imagen pública no ha sido buena, pero hacia la mitad de mandato descubrió que su mejor baza eran los argumentos políticos como la defensa del derecho al aborto», explica Bierman. Newton coincide: «Cuando habla del
aborto recoge nuevos votos. Y no va a dejar pasar esa oportunidad». Su promesa de blindar los derechos reproductivos femeninos es una de sus grandes bazas electorales.
Pero también deberá, según Newton, tener estrategias diferentes por cada estado clave: seducir a los votantes afroamericanos en Georgia y Carolina del Norte; a los latinos, en Arizona y Nevada; a los sindicalistas, en Michigan, Wisconsin o Pensilvania… Y a las mujeres, en todas partes. «Es muy probable que Trump gane entre los votantes masculinos, por lo que ella necesita hacerlo abrumadoramente entre
las mujeres», analiza Bierman.
Harris, a la que los republicanos tachan de socialista radical aunque entre los demócratas siempre ha sido observada como relativamente conservadora, también está moderando posturas en busca del
voto joven. «Envía señales de que le gustaría encontrar un lugar más equilibrado con respecto a Oriente Medio que respete a Israel, pero reconozca la muerte de palestinos en Gaza», explica Newton.
Trump y Vance, los raritos
«Están en un momento de testeo de mensajes. Hay muchísima ciencia y poca improvisación detrás de su campaña», ilustra Ezequiel, que durante años trabajó en una consultoría especializada en California. Las estrategias cubren varios frentes. Por un lado, las
redes sociales
, donde se ha convertido en la reina de los memes diseñados para alimentar su popularidad entre los votantes jóvenes a base de vídeos ingeniosos para
TikTok y mensajes irónicos en X.
El argumento más sólido de los demócratas es el que la retrata como
implacable defensora de la ley frente a un
Trump asesiado por los juicios y con sentencias firmes en contra
. «Su mensaje es potente cuando dice: «He tratado con hombres que abusan de las mujeres, he tratado con estafadores, con tramposos. Conozco a los hombres como Trump». Es un recordatorio de que no es una progresista salvaje de San Francisco, sino una fiscal que pone a la gente en la cárcel. Gente que se parece bastante a Trump», dice Newton.
Su estratégico acercamiento a los votantes jóvenes una de las claves de su estrategia. En la imagen, junto al rapero Kirk Franklin. /
getty
Y, sin embargo, hasta ahora la estrategia más eficaz ha sido también la más gamberra y, aparentemente, la menos calculada. Empezó cuando Harris y su entorno señalaron a
J.D. Vance, compañero de ticket de Trump, como un tipo «raro». Weird [extraño en inglés] se convirtió en un fenómeno viral y, en cuestión de horas, se extendió al expresidente. «A Trump le encanta parecer poderoso frente a sus enemigos y este es un intento de burlarse de él y de hacerle parecer pequeño y fuera de onda. Haber reemplazado a Biden permite que la elección vuelva a centrarse en él. Y ese será el mensaje fuerza de Harris: que no es apto para el cargo y que sus posiciones políticas están fuera de lugar. Ella tiene que demostrar que está a la altura del cargo, pero lo que realmente quiere es que la gente hable de Trump», analiza Bierman.
Newton coincide: «Los americanos hemos perdido la perspectiva de lo extraño que resulta Donald Trump para nuestra política. No es ni
Ronald Reagan
ni George Bush ni Richard Nixon. Es un empresario neoyorquino fallido, convertido en
estrella de reality show y, luego, en presidente. Es un tipo genuinamente extraño que, de alguna manera, ha conseguido captar a parte del electorado», explica el analista.
La buena química con Tim Walz
Curiosamente, uno de los primeros en utilizar weird como arma electoral fue
Tim Walz, escogido por Harris como su candidato a la vicepresidencia después de haberse reunido con otros aspirantes y medir si había buena química entre los dos.
«Creo que conectaron. Eso es importante porque el presidente necesita confiar en que su vicepresidente asumirá tareas difíciles sin quejarse ni socavar su poder. Ella ha sido eso para Biden y creo que siente que Walz podría serlo para ella», explica Newton. Obviamente, su elección también responde a una estrategia milimetrada. «Tiene sentido: viene del centro-oeste puede ayudar en estados como Wisconsin y Michigan, es moderado, un exsoldado, un
hombre blanco y un gobernador de éxito. Es un ticket muy mainstream, no es ninguna fantasía liberal».
Harris, junto a su marido, Doug Emhoff, durante un evento celebrado en mayo en la Casa Blanca. /
getty.
Si Trump conseguirá marcar el tono de la campaña o desquiciar a Harris está por ver. Ya lo intentó cuando dijo que la vicepresidenta no era realmente negra, pero no logró una reacción visceral. «Es una persona
seria y disciplinada, dudo que vaya a perder los papeles con él por mucho que lo intente», opina Newton.
Desde 1984, el historiador
Allan Licthman, autor de un método de 13 claves para pronosticar el ganador de las elecciones, ha acertado siempre salvo en una ocasión: la agónica elección que en 2000 convirtió a George Bush en presidente, tras imponerse a Al Gore. A principios de septiembre, Licthman volvió a dictar sentencia y señaló a
Harris
como la candidata que ganará las próximas elecciones presidenciales. A la espera de que las urnas hablen definitivamente el próximo 5 noviembre, lo único claro es que Harris ha conseguido, al menos, infundir el optimismo perdido en las filas progresistas. Pero también la alegría. Como ella misma les dijo a los Obama en aquella llamada histórica: «Ahora, vamos a divertirnos».