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miércoles, diciembre 4, 2024

En la FIL, Mia Couto pide buscar historias que nos devuelvan nuestra humanidad

El autor mozambiqueño recibió ayer el premio de Literatura en Lenguas Romances en la inauguración de la edición 38 de la feria de Guadalajara

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▲ En el encuentro editorial internacional, el público podrá convivir con 850 autores de 50 países en 650 presentaciones de libros, entre otras actividades.Foto Bernardo De Niz/FIL

Mónica Mateos

Enviada

Periódico La Jornada
Domingo 1º de diciembre de 2024, p. 2

Guadalajara, Jal., Emotivo, poético, breve, con un llamado para buscar otras realidades alejadas de la brutal y empobrecida cotidianidad que nos abruma, el escritor mozambiqueño Mia Couto (1955) recibió este sábado el Premio FIL Literatura en Lenguas Romances en la inauguración de la edición 38 de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.

Luego de los discursos oficiales de bienvenida al encuentro librero que este año tiene de invitado de honor a España, las palabras del autor, pronunciadas en portugués, leídas en pantallas en español, pusieron a reflexionar a los invitados a la ceremonia: “En nuestros días, la llamada realidad se tornó tan vacía y, al mismo tiempo, tan insolente y tan arrogante. Nuestra cotidianidad se volvió tan brutal y empobrecida que, para hacernos humanos, necesitamos más que nunca ver esas otras caras de la realidad.

“Porque esa puesta en escena de la realidad que nos llega por medio de una pantalla luminosa no es solamente una imagen. Es un muro. Un muro que no nos deja ver nuestra propia humanidad.

“Vengo de un país donde los ríos y las piedras hablan con las personas, los animales y los árboles comparten silencios con los dioses. No estoy folclorizando lo que es, sobre todo, una sabiduría ancestral. En esas cosmogonías no existen las fronteras entre lo vivo y lo no vivo, no existen las fronteras en los sueños y los dioses que viven dentro y fuera de nuestro cuerpo.

Somos humanos porque somos todos los otros. Toda mi obra no busca sino traducir esa movilidad ontológica que todavía hoy habita las varias culturas mozambiqueñas. Esa errancia existencial permite viajar entre identidades que hoy se nos presentan como territorios amenazados, defendidos por murallas sagradas. Esa visita de mundos es absolutamente vital en un tiempo regido por el miedo, por el odio, por el derecho a la violencia y por la legitimación de la venganza.

Couto explicó que la poesía se ha convertido en su religión, aunque “no soy creyente, pero dialogo con esa parte de mí mismo que está abierta al infinito. Fue esto lo que escribió Octavio Paz y él hablaba de lo que yo había vivido. Mi padre trajo a casa a ese poeta mexicano que venía de muy lejos y que no encajaba con los otros libros que él hojeaba eternamente. Octavio escribió lo siguiente: ‘Soy hombre: duro poco / y es enorme la noche. / Pero miro hacia arriba: / las estrellas escriben. / Sin entender comprendo: / también soy escritura / y en este mismo instante / alguien me deletrea.’

Lo que Octavio Paz vio en la grafía de las estrellas y lo que yo busco en la escritura es alguien que me escuche y que intercambie su alma conmigo. Y que lo haga con tal delicadeza que yo me convierta en esta otra criatura que me deletrea. Ese es el oficio de la poesía: entregarnos la palabra que nos hace nacer.

El galardonado también citó a Carlos Fuentes: “en su última entrevista, el mexicano dijo: ‘Vivimos en un mundo al cual no conseguimos dar un nombre. Si una persona preguntara a Dante: ‘¿Cómo se siente usted de vivir en la Edad Media?’, él preguntaría: ‘¿Pero qué es la Edad Media?’ Estas palabras de Fuentes nunca fueron tan pertinentes. No es solamente por miedo que no sabemos nombrar este mundo que dicen que nos pertenece. No nos falta solamente un nombre. Nos hace falta un idioma para formular la pregunta. Necesitamos, como decía Fuentes, ‘salvar la palabra’.

“Varios fueron los libros que me ayudaron a salvar la palabra. Fueron llegando como mareas: El libro del desasosiego, de Fernando Pessoa; El bebedor de vino de palma, de Amos Tutuola; el Gran Sertón: Veredas, de Guimarães Rosa y, finalmente, Pedro Páramo, de Juan Rulfo. Todos esos libros aclaraban mi propósito: lo que yo buscaba no era exactamente una historia. Buscaba un lenguaje. Lo que yo buscaba era el idioma que existe desde antes de que fuéramos personas; lo que yo buscaba era la palabra eternamente suspendida entre el abismo y el camino.”

Galardón compartido

Mia Couto puntualizó que no llega a la FIL solo: “quiero compartir este galardón con todos los escritores de mi país. Son ellos quienes, desde hace décadas, luchan para que Mozambique gane la visibilidad que merece. Los escritores mozambiqueños, todos ellos, reafirman su identidad plural contra la herencia de los estereotipos que pesan sobre África y sobre los africanos.

“Los escritores africanos de la lengua portuguesa viven una doble segregación: su geografía y la lengua en la que escriben. Agradezco al jurado por haber contribuido para que las voces de esos escritores puedan ser conocidas más allá de sus fronteras. Hay todavía, y habrá por mucho tiempo, muchos mares que nos separen.

“Pero, como advierte José Emilio Pacheco, poeta suyo y nuestro: ‘Este convexo mar, sus migratorias y arraigadas costumbres, ya sirvió alguna vez para hacer mil poemas’.

“El mismo Pacheco nos enseñó que ese mar puede tener otros nombres: ‘Llamo poesía a ese lugar del encuentro con la experiencia ajena. No leemos a otros: nos leemos en ellos’.

El poeta mexicano tiene razón: nos leemos y nos escribimos los unos en los otros. Somos tinta y página, boca y oído de la multitud que nos habita. Nunca fue tan urgente la literatura como un lugar de encuentros. Nunca fue tan necesario rescatar historias que nos devuelvan nuestra humanidad. Necesitamos rescatar un tiempo que sea nuestro y un mundo al que sepamos dar un nombre.

Al rector de la Universidad de Guadalajara, Ricardo Villanueva Lomelí, correspondió dar la bienvenida a la que será su última FIL al frente de esa casa de estudios. Informó que por primera vez la UdG tendrá un pabellón para que los visitantes se enteren de que, precisamente, es la universidad la que organiza la feria, convertida ahora en un acto de amor a las letras.

En su turno, Marisol Schulz, directora de la FIL y quien fue ratificada en el cargo para el periodo que iniciará el próximo año con la nueva rectora Karla Planter, dijo, a propósito de la llegada de la nueva funcionaria, que se trata de un hito, el nuevo tiempo de mujeres aquí también llegó.

Así arrancó la 38 FIL de Guadalajara, en la que el público podrá convivir con 850 autores de 50 países (entre ellos la copiosa delegación española, como no se había visto antes) en 650 presentaciones de libros, entre otras actividades.

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