Impuestos más altos.
Los millenials recordarán como, en su tierna infancia, la televisión nos bombardeaba con cómo el diésel era la panacea del mundo del motor. Sin embargo, el tiempo no pasa en balde para nadie y las cosas cambian, vaya si cambian. El gasóleo está demonizado en términos generales y ahora es Italia la que lanza una piedra más contra el combustible.
El gobierno italiano ha anunciado que, de manera progresiva, va a igualar fiscalmente las tasas que tienen que pagar la gasolina y el diésel, lo que, teniendo en cuenta que tradicionalmente había beneficiado al segundo, hará que su precio suba de manera paulatina.
Hasta la fecha, el gasóleo contaba con unas condiciones fiscales que eran mejores que las de la gasolina, lo que redundaba en que su tarifa fuera más baja en comparación y, de manera indirecta, promovía la compra y el uso de este tipo de combustible.
Sin embargo, dada la guerra a las emisiones declarada por la Unión Europea, que se recrudecerá todavía más en 2025 con la norma CAFE (Corporate Average Fuel Economy), que exigirá unas emisiones medias de gama de 95 g/km, el ejecutivo de Giorgia Meloni ha decidido revertir la situación.
Actualmente los impuestos que hay sobre la gasolina son de 73 céntimos, mientras que los del diésel son únicamente de 62. La diferencia es notable, pero se va a recortar en una doble dirección: rebajando de manera progresiva los primeros y aumentando en la misma cuantía los segundos, hasta que se encuentren en un punto intermedio.
Aunque es un movimiento que busca que la situación entre ambos combustibles sea igualitaria, el impacto económico que tendrá la media será considerable, pues los cálculos preliminares creen que podría ser de 3.000 millones de euros.
Dado el impacto que va a tener en los usuarios, especialmente en los conductores de coches diésel, el movimiento se va a realizar de manera muy progresiva, con un aumento del impuesto al diésel de solo un céntimo al año, algo que se mantendrá hasta 2030, momento en el que, con una bajada igual para la gasolina, deberían estar completamente igualados.
El plan del gobierno si que contempla una excepción a la regla: los profesionales del sector del transporte terrestre. Éstos, que utilizan cantidades ingentes de combustible, notarían de sobremanera el aumento del precio del diésel, que es el combustible más utilizado por sus características (menos consumo o motores con un mayor par, entre otras cosas).
La norma CAFE (Corporate Average Fuel Economy)
Aunque este movimiento es exclusivo de Italia, en toda Europa los fabricantes tendrán que abrocharse el cinturón en materia de emisiones a partir del 1 de enero.
La entrada en vigor de la norma CAFÉ implica un límite de emisiones medias en la gama de 95 gr/km y la compañía que la supere tendrá que pagar una multa de 95 euros por gramo y coche vendido, lo que en la práctica significaría sanciones millonarias que complicarían mucho la existencia a las marcas que no cumplan con la reglamentación.
Se trata de un límite muy estricto que será difícil de alcanzar para los fabricantes que no cuenten en sus gamas con coches eléctricos e híbridos enchufables y, no solo eso, si no que, además se vendan en una proporción correcta respecto a los modelos de combustión de la firma.
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Etiquetas: Diésel