La infanta Cristina en la boda del alcalde de Madrid y Teresa Urquijo. /
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Desde que la infanta Cristina se convirtiera
oficialmente en una mujer divorciada
a finales del año pasado, no solo le han querido adjudicar numerosos pretendientes. También se ha publicado que habría rechazado una jugosa oferta de trabajo en Madrid, porque de momento quiere seguir
residiendo en la ciudad suiza de Ginebra
, donde goza de tranquilidad, ventajas fiscales y una mayor cercanía al rey emérito. Pero lo cierto es que la hermana de Felipe VI ha pasado tanto tiempo en España este año, que así podríamos hablar de
una mudanza de facto.
Si este verano constatábamos de que el Palacio de la Zarzuela se había convertido en
el Airbnb de los Urdangarin
, también la infanta Cristina se ha apuntado estos meses a residir allí cada vez con más asiduidad. Buena culpa de ello la tiene
el perdón oficial
que ha recibido del monarca, que parece haberla acogido de nuevo
en el seno familiar con los brazos abiertos, tras una dura travesía en el desierto del exilio.
Tras una serie de progresivos acercamientos entre ambos,
la prueba definitiva de la reconciliación entre la infanta Cristina y el rey Felipe la obtuvimos en una de las numerosas visitas de la royal a nuestro país. En este caso fue cuando ambos, como buenos hermanos, compartían coche
de camino a la boda de Victoria López-Quesada
. El monarca conducía el Lexus mientras su hermana, con semblante sonriente, certificaba el regreso de la hija pródiga.
El puente aéreo Ginebra-Madrid
Si hasta hace poco era
Barcelona el destino más habitual de los viajes a España de la infanta Cristina, tanto para ver a sus amigos como a su hijo Pablo, la capital ha
desbancado a la ciudad condal este 2024 en sus preferencias. Cualquier excusa es buena para coger un avión: a lo largo de este año la hemos visto en España en bodas, funerales, escapadas de compras, partidos de balonmano e incluso
retomando su agenda oficial
junto a la infanta Elena tras años apartadas del foco público.
La
boda de Marta Urquijo, el pasado 24 de febrero, fue la primera vez que vimos a la infanta Cristina en España este año, poco después de haberse desplazado a Abu Dabi para asistir a la fiesta de cumpleaños del rey Juan Carlos. También la hemos visto en otros enlaces de postín como el del
alcalde de Madrid con Teresa Urquijo
, el mencionado de Victoria López-Quesada y más recientemente, en el ‘sí, quiero’ de
su ahijado Fernando Möller
en Sevilla.
Desde el 60 cumpleaños de la infanta Elena el pasado diciembre, con la célebre comida en un restaurante en el centro de Madrid, a la que acudieron todos los Borbón, parece haberse abierto la barra libre en la política de visitas de la infanta a España.
Desde hacer compañía a la reina Sofía en la Zarzuela o Marivent a visitar a su padre en Galicia y apoyar a su familia en momentos duros como los funerales de sus primos Juan y Fernando Gómez-Acebo, su visibilidad dentro de nuestras fronteras es cada vez más evidente.
El síndrome del nido vacío y teletrabajo
El hecho de que la
infanta Cristina pase cada vez menos en Ginebra obedece también que su trabajo como coordinadora de interagencias de la Fundación Aga Khan y directora internacional de la Fundación La Caixa, se pueda realizar desde cualquier parte del mundo. Pero también a que todos sus hijos han abandonado su domicilio familiar en Suiza.
Con Pablo despegando en su carrera deportiva en Barcelona, Juan e Irene residiendo en estos momentos en el Reino Unido, y
Miguel viviendo ahora en el Palacio de la Zarzuela con su abuela, el síndrome del nido vacío puede estar haciendo que la royal aumente la frecuencia de sus visitas a España.
