La emocionante despedida en cubierta del buque escuela Juan Sebastián Elcano de los reyes Felipe y Letizia a la princesa Leonor. /
CASA REAL
Ya en
cubierta del Juan Sebastián Elcano y a punto de zapar, Leonor agitaba su gorra como manda la tradición y como hacía su padre, el rey Felipe, desde tierra. De marino a marino y de jefe de las Fuerzas Armadas a quien le sucederá. Mientras,
Letizia decía adiós con su mano y le lanzaba besos
, sin poder contener las lágrimas. Toda la resolución, firmeza y control que despliega en sus apariciones se vino abajo en cuestión de segundos, al
despedir a su hija mayor. No era la primera gran despedida entre madre e hija, pero el simbolismo de esta partida le debió pesar en el corazón.
Ni Felipe ni Letizia cabían en sí de orgullo
, aunque el rey lo lucía con una sonrisa de satisfacción de lo más borbónica mientras que la reina miraba a su hija más melancólica. A nadie se le escapa
la complicidad que mantienen madre e hija y que se expresa naturalmente en los actos que comparten en forma de confidencias o gestos muy característicos, como cuando se enlazan por la cintura o caminan del brazo. En alguna reciente ocasión, ha sido Leonor la que
ha protegido a su madre con su real abrazo.
La pompa de la despedida a los
75 guardamarinas de la Escuela Naval de Marín que continúan su
instrucción en el buque escuela Juan Sebastián Elcano
lució épica. De hecho,
1.600 familiares de los jóvenes embarcados quisieron vivir con ellos este momento histórico, añadiendo una emoción considerable a la ceremonia.
Entre ellos, queriéndose confundir,
estuvieron Jesús Ortiz
, padre de la reina Letizia, y su esposa,
Ana Togores. Al menos un abuelo sí despidió a Leonor en Cádiz. ¿Lo habrá hecho
el rey Juan Carlos en una de esas famosas videollamadas? Sin duda, no poder ver partir a su nieta hoy le habrá pesado.
Los reyes Felipe y Letizia y la princesa Leonor posaron emocionados, en su último día juntos en Cádiz. /
casa real
¿Qué es lo que convierte a este viaje, una fase más en
la instrucción militar de Leonor
, en algo tan especial, emocionante y trascendental para la familia real? Si de
separarse de los reyes Felipe y Letizia se trata, no es algo nuevo en la reciente vida de la princesa, quien lleva cuatro años durmiendo más noches fuera que dentro de Zarzuela.
Tampoco se trata de una aventura particularmente extensa, pues la heredera no estará ni
cinco meses embarcada en el Juan Sebastián Elcano. Y, por descontado, nadie imagina que hayan de negarle una conversación de teléfono con sus padres cuando la necesite.
Algo se juega, sin duda, en esta travesía de instrucción en Elcano, la nonagésimo séptima en su historia, que se escapa a quien no conoce de cerca el particular universo de los marinos. El viaje, organizado para formar a los oficiales de marina en su
doble condición de embajadores y navegantes, se realiza en el tercer curso, un año antes de la licenciatura.
No es la instrucción académica y práctica, sin embargo, lo más exigente de la travesía, sino cierta
formación del espíritu marinero: disciplina, trabajo en equipo, espíritu de servicio, solidaridad. Y, sobre todo, suficiente fortaleza interior para sobreponerse al contacto íntimo y constante con la mar.
En sus discursos recientes, el rey Felipe ha insistido en el
poder transformador de este viaje por los océanos en el buque escuela Juan Sebastián Elcano. «Esta experiencia, querida Leonor, quedará, como me pasó a mí y a tu abuelo, entre los mejores recuerdos de tu formación militar», dijo en su discurso de celebración de la Pascua Militar.
Su gesto y sus palabras llevan a identificar este viaje como un rito de paso, un hito en la vida de los herederos al trono que unifica su experiencia y su carácter. Esta experiencia debe producir
un salto de madurez en la princesa Leonor, como lo supuso para su padre y abuelo. Y, según los casos, de seguridad y autoridad.
Las lágrimas de la
reina Letizia
en el puerto de Cádiz confirman lo trascendental de esta despedida televisada. Más si añadimos que los monarcas prefirieron
despedirse de su hija en la intimidad del Juan Sebastián Elcano en vez de hacerlo en tierra, como el resto de los familiares.
Fueron 30 minutos de adioses en los que, seguramente, los padres de Leonor no pudieron contener la emoción. Sobre todo su madre, incapaz de resguardarse ante su proverbial
control emocional cuando se trata de su hija mayor. Pero, insistimos, ¿
por qué lloraba realmente la Reina, si Leonor lleva cuatro años viviendo la mayor parte del año fuera de casa?
La entrañable estampa de unos emocionados Felipe de Borbón y Letizia Ortiz, al despedir a su hija Leonor, guardamarina en la Escuela Naval de Marín. /
CASA REAL
«Son
muchos meses sin verla», se justificó Letizia, absolutamente emocionada. Y, sí, estos cinco meses son más largos que los trimestres escolares que mantuvieron a Leonor en Gales durante su bachillerato. Sin embargo, no es solo la distancia y la ausencia lo que quizá
entristece a la Reina, sino la intuición de que la hija que despidió hoy en Cádiz no será la misma que desembarque el próximo 14 de julio.
Si las palabras del rey Felipe son ciertas y la princesa se deja afectar por esta experiencia militar y marinera, su talante y su espíritu al concluir la aventura en el Juan Sebastián Elcano será otro. ¿Acaso no consisten en eso los
ritos de paso que transitamos desde la adolescencia a la edad adulta?
Leonor, objeto de todas las protecciones imaginables en el seno de la familia real, no parece que vaya a
protagonizar ninguna de las lógicas rebeldías con las que el común de los mortales se desembaraza del ascendiente de padres o madres, al contrario. En este sentido, el
vínculo con Letizia aparece indestructible. Pero eso no significa que no deba transformarse para darle espacio a la mujer que pronto será y, luego, a una reina.