El actor francés Jean Claude Ricquebourg responde a una entrevista en primicia para Muy Interesante, en torno al inminente estreno de Colón ADN. Su verdadero origen. Entre sus papeles, cuenta con apariciones en Los hombres de Paco y Águila Roja. Ahora se pone las botas de un personaje histórico cuyo origen ha sido un misterio durante más de 500 años. El 10 de octubre de octubre tendrá lugar la presentación del documental en la Real Academia Nacional de Medicina.
¿Cómo te preparaste para interpretar a Cristóbal Colón en este documental?
Para prepararme la interpretación de Cristóbal Colón, me sumergí en una investigación exhaustiva sobre su vida, no solo como explorador, sino también como hombre, con sus luces y sombras. Leí biografías, cartas y testimonios de la época para entender mejor su personalidad, su determinación y sus motivaciones. También analicé diferentes teorías sobre su origen, ya que el documental aborda precisamente ese misterio.
A nivel físico, un desafío particular fue que los cuadros que existen de Colón fueron hechos post mortem, lo que complicó la búsqueda de una referencia visual clara para su apariencia. Por eso, me apoyé en las descripciones de sus contemporáneos, como las que hizo su hijo Hernando, quien describía a su padre así: «El Almirante fue un hombre bien formado y de más que mediana estatura, con el rostro alargado y las mejillas algo prominentes. No era ni grueso ni delgado en exceso. Su nariz era aguileña, y en su juventud tuvo el cabello rubio, aunque a los treinta años ya lo tenía completamente blanco».
En este aspecto, el casting ha sido bien hecho, porque, al igual que Colón según las descripciones, yo tengo el cabello rubio y los ojos azules, y mis facciones también son marcadas. ¡Una coincidencia bastante afortunada!
En cuanto al vestuario, me esforcé en hacer aportaciones basadas en las pinturas de la época para lograr una representación más fiel. Consulté diversas obras de arte del siglo XV para encontrar el diseño y la confección de los trajes. ¡Incluso me compré unas medias de lana y unos zapatos típicos en la vestimenta de la época!
¿Qué fue lo más desafiante al interpretar a un personaje tan emblemático y controvertido como Cristóbal Colón?
Lo más desafiante de interpretar a Colón, sin duda, fue lidiar con sus múltiples facetas y representarlo desde siete perspectivas diferentes: el Colón gallego, el portugués, el mallorquín, el pirata, judío, el genovés y el agote. Cada versión implicaba cambios de vestuario, pelucas y maquillaje, transformaciones físicas que me ayudaron a plasmar las diversas teorías sobre su origen y carácter. Esto añadió una capa extra de complejidad a la interpretación, ya que debía adaptarme no solo emocionalmente, sino también físicamente a cada Colón.
Por un lado, Colón es venerado como un explorador visionario; por otro, es criticado por las consecuencias que sus viajes tuvieron sobre las poblaciones indígenas y su papel en la colonización. El reto fue encontrar el equilibrio entre estos extremos y humanizarlo en todas sus versiones. La historia lo ha juzgado de diversas formas, pero no se trataba solo de interpretar a un héroe o a un villano, sino de mostrar a un ser humano lleno de contradicciones, ambiciones y fallos.
¿Te apoyaste en el equipo para desarrollar ese personaje?
Me apoyé mucho en el equipo de producción y arte, liderado por Ainhoa del Castillo, y el brillante director Regis Francisco López, quienes aportaron detalles sobre el contexto histórico y los escenarios donde filmamos, lo que me ayudó a adentrarme aún más en el personaje y en la historia que queríamos contar.
Reconozco que Regis el director, tiene una visión cinematográfica increíble. Sabe cómo crear atmósferas únicas y narrar visualmente de manera impactante. Además, Hernán Pérez, el cámara, era un verdadero genio. Juntos, hicieron que cada momento en pantalla tuviera una fuerza visual y narrativa excepcional.
Y claro teníamos a un super equipo de vestuario y maquillaje, que me ayudo a transformarme en los personajes.
¿Qué aspectos de la personalidad de Colón te sorprendieron o impactaron más al estudiarlo para tu interpretación?
Al estudiar a Colón, me sorprendió profundamente su tenacidad y su habilidad para mantener una visión clara a pesar de los desafíos abrumadores. Su capacidad para desafiar las convenciones de su tiempo y persistir en su empeño de encontrar una nueva ruta a Asia, a pesar de la oposición y el escepticismo, muestra una fuerza de carácter que es fascinante.
También me impactó profundamente su capacidad para manipular y convencer a quienes lo rodeaban. Colón no solo era un hombre de gran ambición, sino que poseía un talento notable para persuadir a los poderosos, desde los Reyes Católicos hasta los financistas y sus propios tripulantes.
Un ejemplo claro es una frase que memoricé para mi actuación frente a los Reyes Católicos, atribuida al propio Colón en su segundo encuentro con ellos: «El viaje a las Indias permitirá llevar ayuda a los cristianos de aquel continente, trabajar en la conversión de los infieles y, además, con los beneficios de la expedición que se prevén ingentes, financiar una cruzada que liberará Jerusalén de los musulmanes».
Fue un movimiento muy hábil de su parte, haciendo resonar en los Reyes no solo la promesa de riqueza, sino también la posibilidad de evangelizar Tierra Santa, lo que sin duda les sedujo.
¿Qué anécdota interesante puedes compartir sobre tu investigación sobre Colón?
Una anécdota interesante que descubrí a través de las investigaciones del doctor Lorente es que, tras su muerte, Colón fue sometido al Mos Teutonicus. Esta práctica funeraria medieval, común entre nobles de alto estatus, consistía en la «excarnación», es decir, la retirada de la carne del cuerpo para evitar la putrefacción y permitir que los huesos fueran transportados higiénicamente a su lugar de entierro, a menudo ubicado lejos de donde fallecían.
Este proceso, utilizado en la Edad Media, garantizaba que los restos pudieran ser trasladados a sepulcros públicos como iglesias o catedrales. En el caso de Cristóbal Colón, sus restos fueron trasladados varias veces a lo largo de los siglos. Inicialmente, tras su muerte en Valladolid en 1506, fue enterrado en el Convento de San Francisco. Tres años después, sus restos fueron llevados a Sevilla, al Monasterio de la Cartuja, por deseo de su hijo Diego. En 1544, se trasladaron a Santo Domingo, donde permanecieron hasta el Tratado de Basilea en 1795, cuando la isla pasó a manos francesas. En ese momento, los restos fueron enviados a La Habana, Cuba, en 1796. Finalmente, en 1899, tras la pérdida de Cuba en la guerra hispano-estadounidense, fueron repatriados a Sevilla, donde descansan en la Catedral.
Sin embargo, persiste el debate sobre si algunos restos de Colón aún permanecen en Santo Domingo. En 1877, se descubrió una caja con huesos e inscripciones que afirmaban ser de Colón, lo que suscitó una gran controversia.