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jueves, noviembre 28, 2024

Tras las huellas de Galileo: exploramos su recorrido vital por Pisa, Padua, Florencia y Roma

La realidad histórica es que pocos científicos están envueltos en un aura de leyenda tan singular como la de Galileo Galilei. A pesar de no haber inventado el telescopio, fue quien lo perfeccionó y, al dirigirlo al cielo, lo convirtió en el instrumento científico que cambiaría para siempre la astronomía. Sus hallazgos tuvieron una enorme repercusión en la filosofía, en la religión e incluso en la antropología. En este recorrido por cuatro ciudades italianas —Pisa, Padua, Florencia y Roma— seguiremos sus huellas.

Pisa, la ciudad natal de Galileo. Foto: Istock

Pisa, su ciudad

Galileo nace en Pisa el 15 de febrero de 1564, cuatro días después de su nacimiento, es bautizado en el conocido baptisterio de la Piazza dei Miracoli, muy cerca de la célebre torre inclinada. Su padre, Vincenzo, nacido en el pueblo de Santa Maria a Monte hacia 1520, fue uno de los grandes teóricos de la música del siglo XVI. Vincenzo Galilei se había trasladado a Pisa con la idea de abrir una escuela de música. En esta ciudad vivía la familia de su esposa, Giulia Ammannati. En la via Giusti 24 se encuentra la casa de los Ammannati, una placa recuerda que esta fue la casa natal de Galileo Galilei donde pasó su infancia y juventud. 

Vincenzo quiso matricular a su hijo en el Collegio della Sapienza para que estudiara Medicina, pero como no cumplía la edad requerida para acceder, el joven Galileo terminará estudiando en la Universidad de Pisa, donde ingresa en 1580. Algún tiempo después, a la edad 25 años, se convertirá en profesor de esta universidad tras conseguir la cátedra de Matemáticas. 

El lugar que más se suele relacionar con Galileo en su ciudad natal es, sin duda, el más emblemático de todos: la torre de Pisa. Es habitual asociar la torre inclinada con los primeros experimentos sobre el movimiento de los cuerpos que Galileo Galilei llevó a cabo en presencia de estudiantes y profesores entre 1590 y 1591. Sin embargo, la veracidad histórica del hecho es más que dudosa. No obstante, podemos encontrar una inscripción en latín a la entrada de la torre que asegura que fue desde lo alto donde Galileo realizó sus famosos experimentos sobre la caída de los cuerpos.

Otro de los lugares galileanos de Pisa es el palacio real, antigua residencia del gran duque Cosme II, a quien Galileo había homenajeado bautizando las lunas de Júpiter como sidera medicei, los astros mediceos. Desde lo alto de la torre medieval (Torre della Verga d’Oro), Galileo apuntaba sus telescopios al cielo y se los mostraba al gran duque. 

En el verano de 1591, muere Vincenzo Galilei, dejando a su hijo con la carga de mantener a toda la familia. El exiguo sueldo en la Universidad de Pisa lleva a Galileo a postularse para una vacante en otra cátedra de Matemáticas a más de 200 kilómetros de allí.

Reloj astronómico en Padua. Foto: Istock

Padua, lugar de residencia

Tras abandonar Pisa, se establece en 1592 en Padua, ciudad de la República de Venecia donde había una prestigiosa universidad, la segunda más antigua de Italia tras la de Bolonia. En Padua se respiraba un ambiente intelectual mucho más liberal que en Pisa, motivado en parte porque Venecia no estaba tan sometida a los caprichos de la Inquisición. Esto permitía, por ejemplo, que en su Facultad de Medicina se diseccionaran cuerpos, con lo que los médicos estaban mucho mejor preparados que en las demás universidades. 

Galileo escribió que los mejores años de su vida fueron los que vivió en Padua. Aquí pasa dieciocho años, desde su ingreso en la universidad hasta 1610, en una época muy productiva donde realiza importantes desarrollos. En 1599, inventa el compás geométrico militar, un instrumento que facilita los cálculos geométricos y aritméticos; en 1604, construye una bomba hidráulica, ese mismo año descubre el movimiento uniformemente acelerado y desarrolla el termoscopio, un primitivo termómetro. También observa una nueva estrella en la constelación de Sagitario que ahora conocemos como Nova de Kepler. 

Quizás este sea el trabajo más importante de todos, ya que la desaparición repentina del astro lo lleva a cuestionarse el dogma aristotélico de la inmutabilidad de los cielos. Desde el punto de vista personal, también fueron unos años muy intensos. En esta época conoció en Venecia a Marina Gamba, madre de sus tres hijos (Virginia, Livia y Vincenzo), con la que nunca llegaría a casarse. 

Cada fin de semana se desplazaba a Venecia para encontrarse con ella y los lunes volvía a su residencia para retomar su trabajo en la universidad. No es difícil encontrar lugares vinculados a Galileo en Padua. En la vía del Santo, no muy lejos de la basílica de San Antonio de Padua (el santo que ni se llamaba Antonio, ni era de Padua), se alza el Palazzo Casale, la residencia del humanista Gian Vincenzo Pinelli que tendrá como huésped a Galileo durante casi una década, entre 1592 y 1601. 

En su biblioteca, una de las mayores de Italia y ahora dispersa, Galileo preparó la primera lección para la Universidad de Padua. No muy lejos de la anterior, en la actual via Galileo Galilei, se encuentra la casa donde vivirá entre 1601 y 1610. Aquí descubrirá las lunas de Júpiter observando el cielo desde la ventana y desde el jardín. En efecto, en 1609, tras tener noticia de la existencia de un invento óptico holandés capaz de aumentar las imágenes, Galileo desarrolla y mejora la idea y, a partir de unas lentes para gafas, construye un primer telescopio que supera en prestaciones al original. 

Pronto se da cuenta de que las lentes para gafas no ofrecen la calidad que él necesita, así que compra cristales de la mejor calidad posible que él mismo se encargará de pulir. El 21 de agosto, fabrica una nueva versión del telescopio con la que consigue ocho o nueve aumentos y lo presenta al Senado de Venecia. La demostración se realiza desde lo alto del campanile de la plaza de San Marcos. Los espectadores quedan impresionados, la isla de Murano parece estar apenas a 300 m de distancia y no a los dos kilómetros y medio que la separan en realidad. 

Aunque una placa instalada en el campanario con motivo del Año Internacional de la Astronomía en 2009 recuerda que Galileo amplió el horizonte humano desde aquí, lo cierto es que el campanile actual es una reconstrucción del original derrumbado en 1902.

En la sede histórica de la Universidad de Padua desde 1493, el Palazzo del Bo, se encuentra el teatro anatómico más antiguo del mundo. En este palacio, Galileo dio clase desde el 7 de diciembre de 1592 al 7 de septiembre de 1610. En la sala de los Cuarenta, que toma su nombre de otros tantos alumnos famosos que pasaron por aquí, se encuentra la cátedra de Galileo. 

Paseando por la ciudad de Padua es posible encontrar otras huellas. En la puerta del Molino, uno de los cuatro accesos que se abrían en la muralla medieval, hallamos una torre del siglo XIII con una placa conmemorativa del siglo XIX que asegura que Galileo había utilizado la torre como observatorio astronómico, aunque muy probablemente no sea cierto. También se puede visitar la iglesia de Santa Caterina, donde fueron bautizados dos de los hijos de Galileo, Livia y Vincenzo.

Esfera Armilar Ptolemaica, un instrumento didáctico creado por Ferdinando de Medici para la enseñanza astronómica que hoy se encuentra en el Museo Galileo de Florencia, Italia.Shutterstock

Florencia y su trabajo

Tras descubrir las lunas de Júpiter y las irregularidades de la Luna, Galileo se da prisa en dar a conocer sus descubrimientos y publica su revolucionario Sidereus Nuncius, dedicado al gran duque de Toscana. En cuanto la obra sale de la imprenta, envía al duque un ejemplar aún sin encuadernar junto con el telescopio con el que hizo sus descubrimientos, disculpándose por el poco valor estético del aparato y prometiéndole uno de mayor calidad en el futuro. Cosme II quedó tan agradecido con los regalos que lo nombra «primer matemático y filósofo», además de primer matemático de la Universidad de Pisa, un cargo que no le obliga a residir en la ciudad ni a dar clases. Por ello, en julio de 1610, Galileo se instala en Florencia. 

Muy cerca de la magnífica Galería de los Oficios se encuentra el Museo Galileo (conocido hasta 2010 como Museo de la Historia de la Ciencia) que guarda las impresionantes colecciones mediceas de instrumentos científicos, entre ellos dos telescopios de Galileo completos, los únicos que se conservan en el mundo, así como varios instrumentos originales del astrónomo. En una carta al secretario de estado del Gran Ducado de Toscana, Belisario Vinta, Galileo asegura que los mejores telescopios que han salido de sus manos los consiguió después de haber tallado casi un centenar de lentes

Aunque la cifra sea probablemente exagerada, llama la atención que solo se hayan conservado dos telescopios completos y una lente, especialmente si tenemos en cuenta que Galileo envió telescopios a muchísimos estudiosos y potentados de la época. Los telescopios están fabricados con listones de madera encolados, recubiertos de cuero rojo y reforzados con tiras de cuero marrón.

Están decorados con pan de oro. En el objetivo llevan una lente convexa y en el ocular, una cóncava. En el museo florentino también se conserva un marco tallado en madera de ébano y marfil donde podemos ver el objetivo fracturado del telescopio original con el que Galileo descubrió los satélites de Júpiter. 

La vida en Florencia empezó a complicarse tras la denuncia de los dominicos en la basílica de Santa María Novella. En diciembre de 1614, el predicador Tommaso Caccini denuncia el carácter herético del sistema copernicano y ataca ferozmente a Galileo. Algunos de los discípulos de Galileo reaccionaron y Caccini denunció el asunto al inquisidor de Florencia para que frenara «ciertas mentes petulantes». El 24 de febrero de 1616, la Iglesia de Roma condenó la tesis heliocéntrica y el 5 de marzo decretó la suspensión de la obra de Copérnico hasta su corrección. La amonestación del jesuita Roberto Belarmino, quien más adelante llegaría a ser papa, santo y doctor de la Iglesia católica, conminó a Galileo a abandonar la hipótesis copernicana.

A Galileo no le gustaba vivir en la ciudad, por ello a lo largo de su etapa florentina cambió de residencia con frecuencia. Entre 1617 y 1631, vivió en la Villa dell’Ombrellino en el Oltrarno, aunque en aquella época la villa no había adquirido todavía el nombre actual. En el mismo lado del río, en la costa San Giorgio, encontramos una casa (en el número 19) que fue propiedad de Galileo entre 1629 y 1634. 

Aunque el astrónomo no pasó mucho tiempo aquí, podemos ver su retrato en la fachada, además del escudo familiar. En 1631, alquiló la Villa el Gioello, a un par de kilómetros al sur de Florencia y vecina al monasterio de San Matteo de Arcetri, donde vivían sus hijas Virginia y Livia. Virginia había adoptado el nombre de suor María Celeste, por la Virgen María y por la afición de su padre al cielo; por su parte, Livia había adoptado el nombre de suor Arcangela. En esta villa pasaría Galileo recluido el resto de su vida. En la actualidad, se puede realizar una visita guiada a la villa de Arcetri previa reserva.

El dux probando el telescopio de Galileo en el campanario de la Plaza de San Marcos. Fresco de Luigi Sabatelli. Tribuna Galileiana (Florencia).ASC

Roma

Tras el éxito con el telescopio, Galileo presenta sus descubrimientos en Roma a los jesuitas. El importante astrónomo Clavius recibe a Galileo en el Collegio Romano en marzo de 1611. El Collegio Romano fue la sede principal de la orden jesuita, en la actualidad buena parte del edificio original lo ocupa el instituto de enseñanza secundaria Ennio Quirino Visconti, situado a la espalda de la iglesia romana de San Ignacio. 

Las relaciones de Galileo con los jesuitas se irán complicando a lo largo de los años. En 1613 discute con el jesuita alemán Christopher Scheiner sobre las manchas solares, su naturaleza y, sobre todo, con quién fue su descubridor. Las diferencias se acentúan tras la publicación en 1623 de Il saggiatore, donde ridiculiza las opiniones del también jesuita Horazio Grassi. Y, a pesar de la recomendación de 1616, Galileo sigue defendiendo la teoría copernicana y encontrando pruebas de su veracidad a través del telescopio. La existencia de fases en Mercurio y Venus solo se explica si estos dos planetas giran alrededor del Sol. Finalmente, la paciencia de la Iglesia católica se acaba y terminará procesando al astrónomo díscolo. 

En la Villa Sciarra, que se alza en el mismo lugar del Trastévere donde se encontraban los Huertos de César, Galileo hace la primera demostración pública del telescopio en Roma en 1611. También en el Trastévere se encuentran la Villa Farnesina y el Palazzo Corsini, sedes de la Accademia dei Lincei de la que Galileo fue miembro desde 25 de diciembre de 1611. A partir de su entrada en la prestigiosa academia firmará como Galileo Galilei Linceo.

Galileo ante el Santo Oficio. Joseph-Nicolas Robert-Fleury / Wikimedia

El juicio

El juicio tuvo lugar muy cerca de la Iglesia de Santa Maria sopra Minerva, a unos pasos del famoso panteón de Agripa. Allí era donde la orden de los Dominicos tenía su generalato, en el mismo lugar también se encontraba el aparato administrativo de la Inquisición donde se celebrará el famoso juicio y condena a Galileo en 1633 por no haber respetado la recomendación de considerar la teoría heliocéntrica como un simple modelo matemático sin base real. 

Desde la muerte de Galileo, muchas generaciones de estudiosos han seguido el legado histórico e intelectual que nos ha dejado una de las personalidades más brillantes y más inquisitivas de la historia de la ciencia. Además de estos lugares relacionados con la vida del astrónomo, hay multitud de monumentos conmemorativos de todas las épocas que darían para otro recorrido. 

Tras la muerte de Galileo Galilei (1642), sus restos fueron depositados en una pequeña estancia a los pies del campanario de la iglesia de Santa Croce, a la espera de la construcción de una tumba monumental. El proyecto se topó con la hostilidad de las autoridades eclesiásticas, que advirtieron al gran duque Ferdinando II de Medici de que no era apropiado erigir un monumento a un hombre condenado por la Iglesia. 

El 12 de marzo de 1737, los restos mortales de Galileo fueron finalmente trasladados en procesión desde el lugar de enterramiento original a la nueva tumba. El monumento fúnebre de Galileo en la iglesia de Santa Croce alude a las principales ideas del científico pisano. A ambos lados de la urna se encuentran las estatuas de la Geometría, obra de Girolamo Ticciati, que celebra las investigaciones de Galileo sobre el plano inclinado y la caída de los cuerpos, y de la Astronomía, obra de Vincenzo Foggini, que muestra el descubrimiento de Galileo de las manchas solares. 

La tumba está coronada por un busto de Galileo que sostiene un telescopio. Sobre el monumento se encuentra el escudo de armas de la familia Galilei: una escalera de tres peldaños de gules puesta en palo.

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