Varias piezas encajaron cuando el mundo comprendió que no sólo el talento, sino también la endogamia, movía Hollywood. Desde entonces,
los nepo babies,
los hijos de las estrellas, han adoptado tres posturas diferentes: reírse de sí mismos por serlo (como hizo Romy Mars, hija de Sofia Coppola), ponerse a la defensiva (el caso de Lily-Rose Depp) o presumir de su posición, como
Lila Moss.
En la estela de los nepo babies nos encontramos ahora con
los kleptobrats, un juego de palabras que acuñó un medio de comunicación, Vice, y hace alusión a los hijos de quienes ponen en marcha la cleptocracia, es decir, quienes en lugar de buscar el bien común, se centran en su propio enriquecimiento. Los dictadores y oligarcas invierten las fortunas logradas con malas artes en sus descendientes y, tras destruir los países que lideran, envían a los suyos al extranjero para poner en marcha
un estilo de vida ostentoso, en el que la educación para élites, por supuesto, es clave.
Es el caso de
Teodoro Nguema Obiang Mangue, más conocido como Teodorín, hijo de Teodoro Obiang, presidente de Guinea Ecuatorial y el dictador más longevo del mundo. Lo curioso es que, mientras condenaba ante la Asamblea General de la ONU los problemas estructurales que impiden el desarrollo de su país, en sus redes mostraba un lujoso ático situado en el Mark Hotel de Nueva York, por el que pagó 75.000 dólares la noche.
Teodoro Nguema Obiang Mangue, más conocido como Teodorín, hijo de Teodoro Obiang. /
DR
Tras pasar por la Universidad Pepperdine, en Miami, Teodorín se compró una mansión valorada en 30 millones de dólares, pero su nombre saltó a los medios tras gastar tres millones de dólares en las reliquias que pertenecieron a Michael Jackson.
Su opulento estilo de vida de playboy, ataviado con prendas carísimas y conduciendo coches de lujo, llamó la atención de la justicia estadounidense, y en 2011 se enfrentó a una causa por corrupción y lavado de dinero, que le obligó a pagar más de 44 milllones de dólares. Francia, Reino Unido, Suiza y Brasil también lo han investigado y condenado por ese motivo.
La Coalición contra la Cleptocracia, cuyos miembros tradicionalmentre han liderado procesos para denunciar este tipo de prácticas, fundó la iniciativa Open Central Africa (OCA), que da a conocer historias con las que comprender
cómo estos excesos priva de servicios públicos a los ciudadanos.
Si el dictador norcoreano Kim Jong envió a su hijo y actual líder del país, Kim Jong Un, a estudiar a Suiza, el corrupto exministro chino Bo Xilai, eligió las universidades de Oxford y Harvard para su hijo, Bo Guagua. El estilo de vida de éste ha sido siempre muy comentado, igual que su amor por
los coches de lujo, todo un clásico entre los kleptobrats.
En Rusia,
Polina Kovaleva, hijastra de la mano derecha de Vladimir Putin, el ministro de exteriores Sergey Lavrov, está en el punto de mira. Compró al contado una casa valorada en 4,4 millones de dólares con sólo 21 años, cuando estudiaba en la universidad británica de Loughborough. Su nombre se hizo conocido cuando Maria Pevchikh, jefa de investigaciones de la Fundación Anticorrupción de Navalny, hizo viral un hilo en X en el que mostraba el día a día de la joven, que era, según la investigadora, «un ejemplo de manual de alguien que goza de
una riqueza inexplicable». Sus redes sociales documentaban lujosas vacaciones sin fin, hasta que el Reino Unido congeló sus bienes como parte de las sanciones contra 65 personas vinculadas al régimen de Putin.
También está el centro de las críticas la hija del expresidente de Angola,
Isabel dos Santos, después de que la Justicia dictaminara que desvió de forma irregular préstamos a una empresa privada constituida a su nombre en Países Bajos. La cantante Nicki Minaj se topó con el enfado generalizado de sus seguidores, tras subir a sus redes, con el mensaje «girl power», una imagen con Dos Santos, que organiza conciertos con divas como Minaj o Mariah Carey.
El poder de las familias tech
Pero no son solo los hijos de los villanos de la política los que presumen de un estilo de vida millonario. En el otro lado del espectro, nos encontramos con los nepo babies del mundo de la tecnología. Hablamos de figuras como
Eve Jobs, modelo e hija de Steve Jobs. Aunque no ha seguido el sendero de su progenitor, es la llave de entrada perfecta a estas familias techies con unas cuentas corrientes tan potentes como el poder que ostentan.
El caso de
Elon Musk plantea dificultades insalvables: tiene diez hijos de tres madres diferentes, aunque con uno de los mayores, de 20 años y transgénero, no tiene relación. De momento, no sabemos mucho de ellos, salvo sus excéntricos nombres y la vida plena de lujos y privilegios que les da su padre.
Pero el ejemplo perfecto son
los hijos de Michael Dell, presidente de Dell Technologies, una empresa tecnológica cuyos ingresos rondan los 94.000 millones de dólares. La mayor, Alexa, ha trabajado como consultora de Bumble y ha salido con el CEO de Tinder, Sean Rad. ¿Se conocerían a través de una app de citas? Lo que sí se sabe es que las redes sociales no les han ayudado.
Cuando Alexa subió una imagen de su hermano Zachary en el jet familiar, la foto se hizo viral en
el blog Rich Kids of Instagram, y por seguridad, el equipo de su padre tuvo que desactivar los perfiles de sus vástagos. Zachary había fundado en 2014, estando en el instituto, otra app de citas, Thread, que cerró en 2016 y que tuvo entre sus grandes inversores al CEO de Salesforce, Marc Benioff.
Sólo podían acceder a ella quienes tuvieran un correo electrónico de la Universidad de Texas, pues su fundador quería que sus miembros encontraran pareja siguiendo
el lema «Stay classy», algo así como «mantén la clase». No muy sutil. Ahora trabaja en la empresa Thrive Capital, que se dedica a invertir en internet, en software y en compañías tecnológicas.
Su hermana,
Juliette, no quiso ser parte del universo tecnológico, pero sí fue becaria de marketing y comunicación en la empresa de su padre. Y, siguiendo con la familia: el hermano de Michael Dell,
Adam, fundó la plataforma de inversión en acciones y criptomonedas Domain Money, una start-up que ha logrado ya más de 33 millones de dólares.
De generación en generación
Los genios de la tecnología han encontrado la fórmula perfecta para que sus hijos recojan su relevo y con él, sus privilegios dentro de sus empresas, gracias a las acciones de clase dual. Este concepto se explica mejor con
el ejemplo de Mark Zuckerberg: mientras que los accionistas normales cuentan con un tipo de acciones concreto, él y unos pocos allegados poseen acciones que tienen 10 votos por acción. ¿El resultado? El presidente de Meta y esos accionistas son intocables.
«Estamos creando
un tipo de realeza que controla nuestro diálogo nacional. No sólo no se puede despedir a Mark Zuckerberg, sino que no se puede despedir a sus hijos, ni a los hijos de sus hijos», advertía Robert Jackson, portavoz de la Comisión del Mercado de Valores de EE.UU. Sin duda, este sistema permite a los mandamases ignorar las necesidades y opiniones de los inversores. Sin embargo, éstos tienen tantas ganas de adentrarse en la carrera de la industria tecnológica, que aceptan esta disparidad.
Escena familiar de Mark Zuckerberg y Priscilla Chan con sus hijas, August y Maxima; hace un año llegó la tercera, Aurelia /
DR
La idea ha calado. Según una encuesta de la empresa de contratación Applied, el 68% de los trabajadores de la generación Z ha aprovechado a sus conocidos para conseguir una oferta de trabajo. «No es de extrañar que los empleados más jóvenes sean más propensos a recurrir al nepotismo», explica Fortune Khyati Sundaram, CEO de Applied. El espectro laboral comienza a demostrar que
los niños súper ricos han conquistado tanto terreno como en Hollywood.
¿La conclusión final?
Los privilegios se heredan, pero también las acciones y el liderazgo en el sector tecnológico, que determina un presente cuyo futuro se escribe en tiempo real. Si hacían falta tres generaciones para dilapidar una fortuna, puede que dos sean suficientes para acabar con las esperanzas de un mundo en el que impere el mérito.