Federcio y Mary de Dinamarca se convirtieron en reyes tras la abdicación de la reina Margarita justo al finalizar 2023. /
gtres
La noticia sorprendía hace unos días a los medios de comunicación daneses:
los reyes Federico y Mary decidían en el último momento trasladar a su residencia privada en el Palacio de Federico VIII
la primera cena de gala de su reinado, ofrecida para el Consejo de Estado. Lo mismo había ocurrido la semana anterior, cuando el monarca escandinavo y su esposa decidían celebrar también allí otro banquete en honor esta vez de las fuerzas armadas danesas.
Por eso las noticias que reflejan cómo Federico y Mary están rompiendo con
la tradición de la reina Margarita, atrincherándose en gran medida tras los muros de palacio, son cada vez más abundantes. Llama la atención la
escasa agenda de la australiana, no responden a las preguntas de la prensa desde la polémica visita del soberano a
Genoveva Casanova en Madrid y si la pareja real puede evitar encontrarse con periodistas curiosos, lo hace.
Así evitaron por ejemplo ser vistos durante el traslado al Palacio de Christian VII, otro de los edificios del complejo de Amalienborg en Copenhague, donde iba a tener lugar la cena de gala en un principio. ¿Cómo es entonces el hogar donde los nuevos reyes de Dinamarca han elegido hacerse fuertes?
Instalados en el Palacio de Federico VIII desde hace más de diez años, es allí donde han criado a sus cuatro hijos y prueba de que están muy a gusto, es que no quisieron mudarse a principios de 2024 tras la abdicación de la reina Margarita.
El palacio donde viven Mary y Federico: un hogar con siglos de historia
El Palacio de Federico VIII, también conocido como
Palacio Brockdorff ya que este es el nombre de su primer propietario, fue construido para el barón Joachim Brockdorff entre 1750 y 1760. Este elegante edificio es una de las cuatro mansiones idénticas -cada una diseñada para una familia noble- construidas según los planos del arquitecto danés Nicolai Eigtved alrededor de una plaza octogonal en el entonces nuevo distrito de Frederiksstaden en la capital danesa.
Ahora los cuatro forman el complejo del Palacio de Amalienborg, que incluye también los palacios de Christian VII, Christian VIII y Christian IX, residencia de la reina Margarita desde 1967.
Los reyes daneses en uno de los salones del palacio. /
@detdanskekongehus
A la muerte del aristócrata en 1763, el palacio fue comprado por
Adam Gottlob Moltke, Gran Mariscal de la Corte y favorito del rey Federico V, que se lo vendió de nuevo al monarca dos años más tarde. Sede de los cadetes de la Real Academia Militar danesa desde 1767, el palacio Brockdorff se convirtió sesenta años más tarde en la residencia de la hija menor del Rey, la princesa Wilhelmine-Marie, y de su esposo, el rey Federico VI.
Restaurado en 1934, el palacio fue residencia del príncipe heredero Federico (futuro rey Federico IX) y su esposa, la princesa Ingrid de Suecia, padres de la futura reina Margarita II. Viuda en 1972, la reina Ingrid vivió allí hasta su muerte en 2000.
Diez años más tarde, fue el turno de su nieto, el ahora soberano danés, de instalarse allí con su esposa, la australiana Mary Donaldson, y sus dos primeros hijos, el príncipe Christian y la princesa Isabella, poco antes del nacimiento de sus gemelos, la princesa Josephine y el príncipe Vincent.
El vestíbulo del palacio. /
Tariq Mikkel Khan/Casa Real
Desde el 14 de enero de 2024, la bandera del monarca danés ondea en el palacio, tras la abdicación por sorpresa de su madre. El matrimonio ha decidido seguir viviendo allí con sus cuatro hijos y mantener en el palacio sus oficinas. El edificio se convirtió así en la residencia privada de la pareja real, al tiempo que cumplía funciones administrativas y de representación.
Una sorprendente mezcla de clasicismo y modernidad
Antes de que el entonces todavía heredero al trono y su familia se mudaran al Palacio de Federico VIII en diciembre de 2010, el edificio, que llevaba diez años vacío, fue sometido a una renovación completa. Con un coste de
unos 29 millones de euros, las colosales obras llevadas a cabo en el interior de la antigua mansión del siglo XVIII y en su jardín respondían a un auténtico desafío: combinar los requisitos de un lugar dedicado a la representación oficial con los de la vivienda familiar de un matrimonio joven y moderno con cuatro hijos pequeños.
Federico de Dinamarca, recibiendo a David Lappartient en uno de los salones del palacio. /
@detdanskekongehus
Además de renovar el tejado, las fachadas, las puertas y las ventanas, fue necesario reconstruir los cimientos con pilotes de hormigón totalmente nuevos bajo los edificios laterales, ya que la construcción descansaba sobre un terreno blando.
En el interior se conservó la decoración de estilo Imperio de 1828, que en su momento modernizó la decoración rococó original. Al mismo tiempo, se ha añadido un estilo más moderno, con
diez artistas daneses encargados de decorar varias de las salas oficiales. El resultado, en algunos casos, es realmente impresionante.
Ha sido gracias a estas dos últimas cenas celebradas en su hogar que hemos podido echar un vistazo a los toques personales que han aportado los reyes daneses a su hogar. Como en el comedor formal, adornado con flores en tonos pastel, muy distintas a las que solía elegir
la reina Margarita en el pasado.
Algunos detalles que no han pasado desapercibidos son un puf de terciopelo rosa empolvado, libros escogidos con gusto sobre el arte y los caballos, dos de las grandes pasiones de la pareja, una m
oderna lámpara-florero, un plato de alta gama de Georg Jensen o una jarra de agua rosa de Anna von Lipa que cuesta 95 euros.
