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miércoles, octubre 2, 2024

Mi hijo me contesta mal: cómo puedo evitar las discusiones y los desafíos de autoridad constantes

Los niños desafían la autoridad de los padres desde que son pequeños como parte de una etapa natural en su desarrollo. /Imagen: Escena Bendita paciencia.

Los niños desafían la autoridad de los padres desde que son pequeños como parte de una etapa natural en su desarrollo. /
Imagen: Escena Bendita paciencia.

Cuando tienes hijos,
la adolescencia es la etapa de su crecimiento que más miedos genera porque supone
un incremento de las discusiones con ellos. Parece que
no entienden los límites,
nos desafían constantemente y buscan su propia identidad como una contraposición a la nuestra. Pero eso no ocurre únicamente en la adolescencia.

«Los desafíos a la autoridad parental pueden comenzar mucho antes de la adolescencia, a menudo observamos los primeros signos en la
etapa preescolar (3-4 años) y luego en la
niñez temprana (7-8 años). Este comportamiento no se trata tanto de un asunto de carácter, sino más bien de una
etapa natural en el desarrollo de la independencia y la autonomía del niño«, nos tranquiliza
Sonia Martinez, psicóloga, directora de los Centros Crece Bien y autora del libro Descubriendo Emociones.

Y es que aunque nos desespere que nos hable mal, que nos desafíe de manera constante y que incluso nos haga plantearnos si lo estamos haciendo bien en cuanto a su educación, «es su manera de explorar el mundo,
entender los límites y aprender sobre las consecuencias de sus acciones« asegura Sonia Martinez.

Qué hacer cuando tu hijo te contesta mal

No es fácil
mantener la calma cuando sientes que tu hijo te ha faltado al respeto, pero según la directora de los Centros Crece Bien, tranquilizarte y no responder de la misma manera es crucial para gestionar estos momentos. «Una técnica útil es la de
‘parar, respirar y responder’. Primero, detente y toma un momento para respirar y no reaccionar impulsivamente«, nos aconseja.

Una vez lo has conseguido, desde la calma, es importante
responder con firmeza pero desde el respeco, explicando por qué su comportamiento no es adecuado y qué se espera de él en futuras ocasiones. «Es importante ser coherentes con las
consecuencias previamente comunicadas de manera que el niño comprenda la relación entre sus acciones y las repercusiones de estas«, continúa.

Pero repercusiones no es lo mismo que
castigos severos. La consecuencia debe estar en consonancia con lo que ha ocurrido. Los castigos, las broncas a gritos o incluso ignorarles son estrategias poco aconsejadas en estos casos. «Se utilizan ya que a corto plazo el niño puede que
obedezca más rápido por miedo a la represalia pero a largo plazo crea frustración y resentimiento«, nos explica
Sonia Martínez.

Para contestar a estos desafíos es crucial estar en un estado de calma.

Para contestar a estos desafíos es crucial estar en un estado de calma. /

Foto de RDNE Stock project en Pexels.

Entonces, ¿qué hacemos? «Es más efectivo
utilizar consecuencias lógicas y relacionadas con el comportamiento que deseas modificar. Las consecuencias enseñan, hacen que el niño sea
responsable de sus acciones; los gritos, castigos, broncas… hacen que el niño esté pendiente de que su padre o madre no se enfade, no tanto de hacer las cosas correctamente«, advierte.

Cómo poner límites a tu hijo

«
Poner límites es esencial para el desarrollo saludable del niño. Los límites claros, consistentes y razonables le ayudan a sentirse seguro y a entender qué se espera de él. Al establecerlos, es importante ser específicos, explicar el porqué detrás de cada límite«, nos explica
Sonia Martínez.

Pero a estas alturas ya no sirve con decirles qué tienen que hacer, sino que es importante
involucrar al niño en la conversación sobre las normas en casa, haciéndole sentir parte del proceso. «Un recurso que ayuda a comprometerse es
firmar juntos las normas que se deben cumplir en casa y sus consecuencias«, aconseja.

Una situación muy habitual en los niños de entre 7 y 8 años, es que
te interrumpa cuando estás en mitad de una conversación. «Cuando tu hijo te interrumpe constantemente, es una oportunidad para enseñarle sobre
el respeto y los turnos en la conversación. Puedes explicarle que cada persona merece ser escuchada y establecer un sistema de señales para cuando quiera hablar«, asegura la psicóloga.

Si él te permite terminar de hablar, también tienes que corresponderle. «Asegúrate de dedicarle
momentos exclusivos para escucharlo, de esta manera se sentirá valorado y comprendido, reduciendo la necesidad de interrumpir.
Refuerza cada vez que es capaz de esperar su turno, elogiando su paciencia y respeto hacia la persona que habla«, continúa explicando.

Otro punto muy importante a trabajar con tus hijos en cuanto a los límites, es
qué hacer cuando te gritan, momento en el cual no debes contestar de la misma manera, aunque sea lo primero que te salga. «Podemos enseñarles a expresar sus emociones y frustraciones de maneras
más constructiva con un tono de voz adecuado«, nos dice Sonia Martínez.

¿Y cómo hacerlo? Después de calmarte, como hemos explicado más arriba, intenta «
reconocer sus sentimientos (‘Veo que estás muy enfadado’) y guiarlo hacia formas más adecuadas de comunicarse asegurando que gritando no lo escucharás. Siempre comprendiendo cómo se puede sentir,
guiando la manera de expresarlo«, concluye la experta.

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