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jueves, octubre 3, 2024

Los amores secretos de Carlos Falcó: las dos millonarias enamoradas de su caballerosidad sin límites

Carlos Falcó, en sus adorados viñedos en Toledo. /getty images

Carlos Falcó, en sus adorados viñedos en Toledo. /
getty images

El recuerdo de
Carlos Falcó, V marqués de Griñón, continúa más que presente en el cuarto aniversario de su fallecimiento, el 20 de marzo de 2020.
Carlos y Fernando, su hermano y marqués de Cubas, pudieron ser los últimos aristócratas de la crónica social española. Los últimos caballeros, seductores de guante blanco, que manejaron con nobleza
una agenda poderosa (ambos fueron fieles amigos del rey) y una vida sentimental por la que pasaron algunas de las mujeres más conocidas del país. No fueron playboys, aunque así les apodara la prensa de la época.

En realidad, Carlos siempre estuvo más interesado en la ingeniería agrónoma y el campo que en los guateques de la alta sociedad que frecuentaba más su hermano. Aún así, antes de
casarse por primera vez con Jeannine Girod protagonizó dos historias de amor dignas de una teleserie romántica. Relaciones sin final feliz que, quizá, adelantaron la
complicada vida sentimental que el marqués de Griñón viviría en las siguientes décadas. Una en la que no faltó disfrute, pero también drama.

En ‘Los Falcó’ (La esfera de los libros), el ensayo en el que Romualdo Izquierdo reconstruye la biografía de los dos hermanos Falcó, se apunta a una mujer rusa como la primera novia del joven marqués de Griñón. En realidad, la primera relación de la que se tiene constancia cierta
fue con Pilar Irisarri-Weiller, a la que
conoció en Londres, donde ella trabajaba para la firma de joyería Cartier.

La fortuna de
Pilar Irisarri-Weiller era herencia de su padre, un arquitecto de Navarra, y de su famoso abuelo Paul-Louis Weiller, uno de los
creadores de Air France. Con sus negocios, el abuelo logró una de las mayores fortunas del país y fue amigo de Greta Garbo, Charles Chaplin, Richard Nixon o el rey Juan Carlos. Evidentemente, no podían gustarse
dos solteros con mejores credenciales. El noviazgo fructificó rápidamente, pues la pareja decidió pasar juntos las vacaciones.

Pilar Irisarri y Carlos Falcó se enamoraron en Tailandia

«Tras un viaje juntos a Tailandia, el romance se transformó en una relación seria», cuenta Romualdo Izquierdo. Sus paseos entre templos y escenarios paradisíacos asiáticos fueron irresistibles y fraguaron lo inevitable. Sin embargo, a la vuelta la cruda realidad
pinchó el globo del amor. Pilar Irisarri no quiso renunciar a su trabajo de ejecutiva en Londres y
Carlos Falcó soñaba con modernizar las tierras de labranza heredadas y convertirlas en un emprendimiento de vanguardia agropecuaria.

Cristina Onassis y Carlos Falcó.

Cristina Onassis y Carlos Falcó. /

ARCHIVO ABC

Después de este romance ideal pero fallido, hubo otra rica heredera que se fijó en Carlos Falcó, entonces ya todo un señor de 34 años.
Nos referimos a Cristina Onassis, quien con 21 años aterrizó en España para participar, acompañada por su familia y junto a los Niarchos, en una cacería en la finca La Palomilla. Allí conoció al marqués de Griñón, invitado al evento. «Papá,
me he enamorado de un español», dicen que dijo Cristina a Aristóteles Onassis, en una llamada de teléfono.

Muchas décadas después, el mismo Carlos Falcó recordó la conversación que tuvo con el imponente armador griego por teléfono sobre «sus intenciones». Aristóteles Onassis, el hombre más poderoso del mundo, aterrizó en Madrid para conocer al
pretendiente de su única hija. «Ari, que hablaba perfectamente español, me preguntó cuáles era mis intenciones con Cristina, y yo le respondí que ninguna», confesó en una entrevista el recordado aristócrata.

Cristina Onassis hizo locuras por Carlos Falcó

Todo quedó en una hermosa amistad, aunque la princesa trágica, como la llamaría luego la prensa, cometió todo tipo de locuras para conquistar a su marqués. Dicen que cogió un taxi desde el Hotel Ritz de Madrid hasta la finca del marqués de Griñón en Toledo. Cuando el vehículo se averió y la dejó tirada en medio de la carretera,
hizo autostop hasta que un camionero accedió a llevarla hasta el lado de Carlos Falcó.

Carlos Falcó y su última esposa, Esther Doña.

Carlos Falcó y su última esposa, Esther Doña. /

gtres

«Yo sabía que estaba enamorada de mí, pero no era un amor correspondido. Nunca se lo dije, pero ella entendió que no podíamos estar juntos. En cambio, fuimos grandes amigos e hicimos muchos viajes, a Los Ángeles, St. Moritz y Londres. La prensa siempre la retrató
como una chica triste, pero en las distancias cortas era encantadora y tenía mucho sentido del humor. Pese a que recibió una educación internacional, era muy griega, muy cálida», contó el marqués de Griñón al diario ABC.

«Cristina pensaba que solo la querían por su dinero. Tenía un complejo de inferioridad y una falta de confianza en sí misma terribles. Un día llegó a decirme: ‘Todo el mundo que me rodea es muy interesado’. Entonces le dije: ‘No, no todo el mundo, solo la gente que te rodea a ti. Deberías cambiar de amigos’. Pero nunca me hizo caso», se lamentaba Griñón. «A mí
nunca me interesó su dinero, ni el de ella ni el de nadie. Y ella lo sabía. Un día me dijo: Tú eres la única persona a la que no le importa mi dinero».

Ni con Pilar ni con Cristina quiso Carlos Falcó traicionarse a sí mismo, aunque con la primera tuvo la ocasión de comprobar si aquella decisión que tomó en su juventud, la de continuar con
su ambición como empresario e ingeniero agrícola y dejar el amor atrás, fue acertada. En 2015, Pilar Irisarri y el marqués de Griñón se reencontraron y retomaron su relación. Apenas duró unos meses. Siguieron siendo amigos, como siempre, pero el aristócrata
se casó dos años después con Esther Doña.

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