Por las manos de Sabrina Éléonore han pasado (y lo dicen a los cuatro vientos) Vicky Martín Berrocal, Nieves Álvarez, Naty Abascal o Isabel Preysler… Su abordaje integral y personalizado de las cejas ha convertido a esta parisina en la favorita de la jet set (y no sólo de la madrileña). Tras probar su método, que es totalmente diferente a todo lo que se ofrece aquí y en Europa, doy fe: Éléonore no hace cejas, devuelve la fuerza a la mirada.
Con dos centros en París, uno en Nueva York y otro en el número 13 de la calle Velázquez, Éléonore es una de las pocas «metre sourciliers», algo así como maestra de cejas. Aprendió el oficio en África y, tras ponerlo en práctica en pacientes de cáncer y observar el subidón de autoestima que provocaba en ellas, decidió crear escuela. Sabrina Éléonore es famosa por el exquisito trabajo que hace desde hace ya una década a las actrices que visitan cada año la Suite Chopard (el emblemático espacio de belleza del festival de Cannes).
Una de las primeras españolas que se puso en sus manos fue Nieves Álvarez. «Recuerdo que tenía miedo de que cambiara la expresión de su mirada, pero cuando se miró al espejo tras la sesión me dijo que llevaba años buscándome sin saberlo», explica Éléonore.
Así es la micropigmentación de cejas que se hacen las francesas
Lo que diferencia el abordaje de Sabrina en Un Jour Une Regard (así se llaman sus centros) de todos los demás espacios de cejas es su dedicación (una sesión en su centro no dura menos de dos horas nunca) y una forma de entender la mirada no como accesorio de moda, sino como rasgo fundamental de la personalidad de sus clientes.
Sabrina ha creado su propia escuela de formación. Allí transmite no solo el método de la micropigmentación con bambú (un tatuaje artesanal elaborado con pigmentos naturales), también su visión, que busca ante todo devolver la confianza a sus clientas a través de un trato exquisito donde no existen las prisas.
En su empeño en huir de las miradas en serie a lo Angry Birds que pueblan las redes sociales y que igualan fisonomías en lugar de potenciarlas, Éléonore se enorgullece de no ofrecer «cejas nuevas» en una sesión. «Trabajamos la ceja como un proyecto a largo plazo porque lo que queremos es que el diseño se adapte a la expresión de cada cliente. No me gustan los resultados inmediatos, solo valen para una foto de Instagram», expone.
El trabajo de Éléonore y su equipo consiste precisamente en hacer retoques sutiles, pequeños cambios que nadie percibe a simple vista, pero que consiguen una mejora global de la mirada. Por eso dicen que Sabrina más que una experta en cejas es una chamana. «Cuando ve entrar a una clienta por la puerta ya sabe si ha dormido bien o si tiene un problema que le ronda la cabeza. Las clientas salen con otra cara, pero sobre todo con otra mirada», explica un miembro de su equipo del centro de la calle Velázquez.
El salón de belleza ‘Un jour un regard’ en Madrid.
D.R.
Éléonore ha formado a su equipo en la técnica de la pigmentación con bambú, un método totalmente artesanal que se realiza a mano alzada y sin necesidad de máquinas. Se trata de una técnica que se utiliza para realizar tatuajes espirituales de Asia o la Polinesia (todos los tatuajes de Angelina Jolie se realizaron con este método). Se trata de un ritual totalmente manual. Un trabajo hecho a mano, dibujando pelo a pelo, con la forma natural de cada persona, una técnica viva. Es un tatuaje artesanal que permite controlar la presión para hacer un trabajo muy preciso. La diferencia con la micropigmentación a máquina es que el resultado de la primera es más sutil, delicado y elegante.
Este tipo de pigmentación ofrece resultados extraordinariamente naturales pero evidentes en cejas que han quedado despobladas con el paso de los años. Pero en Un Jour Une Regard este es solo un paso dentro del proyecto que diseñan a cada ceja. «La mirada pierde fuerza como consecuencia del paso del tiempo. Parece mentira cómo puede cambiar la expresión un simple tinte natural de cejas. Es como si la clienta rejuveneciera de pronto», explican.
Diferencias con el microblading
La diferencia esencial con otras técnicas, como el tatuaje de cejas o el microblading, es que estos se realizan con máquinas que cortan la piel para introducir el pigmento. «Lo que producen son escarificaciones. En el momento puede que quede bonito pero es una foto. Con el paso del tiempo, el pigmento alojado tan profundo se vuelve naranja y el efecto se vuelve artificial, pero sobre todo irreversible» asegura Éléonore.
Aquí trabajamos a mano, controlando la presión en cada momento y exclusivamente con pigmentos naturales. El resultado es un diseño temporal que nos permite adaptarnos a la situación momentánea del cliente, a cada pequeña variación de su rosto o de su mirada por ejemplo tras procedimientos médico estéticos.
Mi experiencia
Paso 1: la depilación
Tras analizar mi estructura facial, mis rasgos y, sobre todo, mi ceja, así como su potencial (muchos pelos no se ven a simple vista y hay que utilizar tinte de cejas para revelarlos) comienza la fase depilatoria.
Lo que más me sorprende es que este concepto importado desde París no concibe ni la cera depilatoria ni la depilación con hilo. Emplean exclusivamente pinzas. «A diferencia de la cera o el hilo, nos permite hacer un trabajo mucho más minucioso y preciso. Además, las otras técnicas modifican la estructura del pelo: la cera por ejemplo no lo elimina de raíz, sino que en muchos casos lo corta porque no todos los pelos crecen en la misma dirección. El resultado es un pelo más recio e indisciplinado. El hilo, al utilizarse girándolo, riza el pelo y lo vuelve más indisciplinado», asegura Éléonore.
Paso 2: colorear las cejas
Nada más depilar, Sabrina intuye ya las posibilidades de mis cejas, pero el proceso solo acaba de empezar. A continuación, aplica un tinte que le permite revelar los «pelos bebés» (así los llama ella) para marcar una línea roja. «Estos que ves aquí no los puedes depilar», me indica. Este proceso le permite ver también dónde falta pelo de cara a valorar la pigmentación manual, que no realiza ese mismo día, sino pasadas tres de semanas para «observar dónde exactamente necesitas que apliquemos micropigmentación. Solo dibujamos la ceja donde hace falta, donde ya no hay pelo para mejorar su forma natural».
Paso 3: Un tatuaje artesanal
Al cabo de un mes vuelvo a su centro de la calle Velázquez y nada más sentarme me coloca una especie de lupa, primero sobre una ceja, después sobre la otra. «Ahora si es el momento de realizar la micropigmentación, pero solo donde tu ceja lo necesita. Esta técnica cuando mejor sienta es cuando se utiliza solo para rellenar allá donde falta pelo», me explica.
Antes de empezar aplica una crema anestésica en ambas cejas. Deja actuar unos minutos y vuelve con lo que parece un bolígrafo y una paleta de pigmentos. Comienza a tatuar la zona con el boli, que lleva una micro aguja muy fina incorporada, y me sorprende porque no siento ninguna molestia. Trabaja con pequeñas presiones.
«Necesito coger la aguja y sentirla, por eso es artesanal, porque puedo controlar la profundidad a la que tatúo y dibujo solo donde falta el pelo», explica. El proceso dura más o menos una hora y cuarto e incluye ambas cejas. Tras la sesión me explican que es mejor no mojar las cejas durante 24 horas para que el pigmento «asiente».
La micropigmentación de cejas con bambú.
Un Jour Un Regard
Precio
Diseño + tinte +micropigmentación: 390 €
Cuánto dura
El efecto dura aproximadamente un año. Suelen citarte cada dos meses para repasar a nivel depilación.
Pros
• El resultado es excepcional: son mis cejas, pero mejores. Más definidas, más pobladas y más armónicas. Jamás he tenido una ceja tan adecuada y natural: ni muy ancha, ni muy fina ni muy perfilada.
• Este proceso ha cambiado por completo mi mirada. Tiene más fuerza y lo mejor de todo: de algún modo me ha rejuvenecido.
• Al ser una técnica manual, los resultados son muy naturales y personalizados. Nadie en todo este tiempo me ha preguntado eso de ¿dónde te has hecho las cejas? Pero he oído mucho: qué guapa estás.
Contras
• Tras aplicar el tinte de cejas en la primera sesión te explican que no puedes lavarte la cara en 24 horas. Este paso es el que más me cuesta porque a causa del tinte las cejas se ven mucho y necesito tirar de gafas para «esconderlas». Pasado ese tiempo, el resultado es excepcional.
• Normalmente hay que volver a citarse para un repaso porque al tratarse de una técnica que trabaja a nivel más superficial que otras, un 20% del pigmento aplicado suele perderse. Aunque me explican que depende mucho de la piel del cliente (en mi caso, dicen, el pigmento se ha mantenido casi intacto y no hace falta dicho repaso).
• Aunque me siento segura con mi ceja a cara lavada, suelo utilizar un lápiz especial que compré en Un Jour une Regard (me gusta mucho más que otros por su punta extrafina, por su color y porque es muy sencillo de utilizar).