Los reyes Felipe y Letizia continúan lidiando con el comportamiento impredecible del rey emérito Juan Carlos. /
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Los
frentes que los reyes Felipe y Letizia han de controlar
desde Casa Real
recrudecen su impacto. Sucede con las dos personas que centran la preocupación de los monarcas. Por un lado, comprueban que la atención mediática sobre la princesa Leonor no va a parar de aumentar, cosa que les ha obligado a
denunciar a un centro comercial chileno por
filtrar unas fotos ilegales
. Por otro, ven cómo el rey Juan Carlos también demanda. Algo que, en este momento, puede incomodar más que ayudar.
Si en algún momento los Reyes respiraron al conocer que
el rey Juan Carlos no viajaría a Sanxenxo
en marzo, como estaba previsto, lo hicieron de manera prematura. Es cierto que sus
idas y venidas gallegas para regatear ya no despiertan la expectación de antaño, pero la perspectiva de tener al monarca emérito en territorio nacional y cerca de cámaras y micrófonos
siempre genera tensión en Zarzuela. Aunque ya no haga declaraciones.
Este año, sus crecientes problemas de movilidad han impedido que haga de la casa de Pedro Campos su base de operaciones en Pontevedra. Suya, de las infantas y de
su biógrafa, Laurence Debray
. Sin embargo, el rey Juan Carlos se las sigue arreglando para
estar presente en el espacio público español de una manera u otra. Solo así se explican las constantes declaraciones procedentes de su entorno que deslizan sus opiniones sobre los asuntos más variados.
No se trata ya únicamente de las informaciones que publica en la revista Hola Laurence Debray, biógrafa del rey Juan Carlos y corresponsal oficiosa de la familia del Rey en la histórica cabecera del colorín. Hablamos de
opiniones del monarca emérito sobre, por ejemplo, los problemas para proteger la privacidad de la princesa Leonor. O los
matrimonios fallidos de las infantas Elena y Cristina
. O sobre la idoneidad como ex maridos de los que fueron
sus yernos, Jaime de Marichalar
e Iñaki Urdangarin.
El rey Juan Carlos no quiere desaparecer
Estas filtraciones de declaraciones procedentes del entorno del
rey Juan Carlos
permiten que su efigie se publique una y otra vez en el ciclo de noticias virales que, de alguna manera,
le mantienen presente para la ciudadanía española. Evidentemente, una obsesión que parece crecer conforme se alargan los años de exilio y disminuyen las oportunidades de volver a territorio nacional. El monarca emérito no quiere desaparecer, no del todo, de España.
Esta puede ser una de las claves que explique la sorprendente noticia con la que Casa Real y el resto de España se ha sorprendido hoy. El rey Juan Carlos ha anunciado que
demanda al ex político Miguel Ángel Revilla, ex presidente de Cantabria, por difamación y una intromisión en su derecho al honor, por la que pide una indemnización de 50.000 euros que, según anuncia, donará íntegramente a Cáritas España.
Una de las intervenciones de Miguel Ángel Revilla en ‘El Hormiguero’. /
D.R.
Fueron unas declaraciones del ex presidente Revilla, realizadas entre los meses de mayo de 2022 y enero de 2025, las que el rey Juan Carlos sintió como una calumnia grave. El monarca emérito las entiende como «
expresiones injuriosas, difamantes y oprobiosas que lesionan su derecho fundamental al honor». Se refiere a frases como estas:
«Se me cayó cuando descubro que
es un evasor fiscal, con una pasta gansa fuera, que nos ha pedido que seamos ejemplares», dijo Miguel Ángel Revilla en ‘El Hormiguero’, donde relató a Pablo Motos cómo había sido su relación con el rey Juan Carlos. «El emérito es la gran decepción de mi vida.
Me parece un viva la virgen. Lo que no podíamos imaginar era que el máximo representante de los españoles fuera un evasor fiscal y nos hubiera estado engañando a todos. Para mí ha sido una gran decepción».
Zarzuela se ha desmarcado de este sorprendente movimiento del rey Juan Carlos, quien en principio
demanda conciliación y el pago de la indemnización para olvidarse del juicio. No es probable que suceda, y sí que se diriman en un estrado la pertinencia, verosimilitud y propiedad de las palabras de Revilla. O sea, que resuciten las noticias sobre el comportamiento fiscal y moral del emérito. Algo que para
los reyes Felipe y Letizia, empeñados en limpiar
y dar esplendor a la Corona por todos los medios, supone una pesadilla sin final a la vista.