Con una belleza y gracia de ensueño, fue como lucía Silvia Pinal hace 50 años, cuando sus hijos aún eran unos niños y andaba inquietos por la casa del Pedregal adornando porque Navidad ya estaba a unos días; era noviembre de 1974, una charla íntima de confesiones, una de ellas, lo que la actriz tuvo que hacer cuando le pidieron convertirse en una mujer sexy en el cine.
La Pinal, desde la sala de su hogar en el Pedregal, comenzó a hablar de su sueño, cantar ópera, de la exigencia de su padre para que pudiera comenzar su andar artístico y cómo antes de incursionar en la actuación tuvo que estudiar comercio.
«Mis inquietudes artísticas nacen en mi niñez, desde muy pequeña quise ser artista y en ese peregrinar en que transcurrió mi vida al lado de mi familia fui a dar a Cuernavaca donde estudié bel canto. Quería ser cantante de ópera, mi padre se oponía a que siguiera la carrera del arte hasta en tanto no tuviera una carrera. Fue por eso que estudié comercio, en un año recibí mi diploma que me acreditaba como taquimecanógrafa. Cuando le entregué a mi padre mi diploma me dijo ‘ahora sí si quieres puedes dar rienda suelta tus inquietudes'».
Silvia Pinal hace 50 años recordando sus inicios y feliz con sus hijos y si entonces esposo Enrique Guzmán. Fototeca EL UNIVERSAL.
Aunque Pinal intentó triunfar en la ópera, un episodio en el que «se le salió el gallo» le dejó claro que lo suyo no era la cantada, sino la actuación.
«Los años pasaban ya era una señorita y después de un primer fracaso como cantante de ópera, durante una representación de ‘Las hijas de Cádiz’ me salió tremendo gallo, me di cuenta y alguien me lo dijo también, que mi porvenir no estaba en el canto. Fue entonces cuando me di cuenta de que tenía más facilidad y facultades para la actuación que para el canto».
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En esa charla recordó que en 1949 le pagaban 15 pesos por programa, entonces participaba en una serie radiofónica llamada «2 pesos dejada», trabajaba como secretaria y en sus ratos libres actuaba donde podía.
Volvió a insistir en el canto e ingresó a la escuela italiana de canto donde organizaron un concurso de reinas estudiantiles.
«Claro que no lo gané pero tomé parte en el evento», recordó.
Silvia Pinal consideró siempre a Mario Moreno «Cantinflas» como su verdadero padrino en el cine, quien la llamó para que hiciera con él la película ‘El portero’, después de esa película vinieron algunas al lado de Germán Valdes ‘Tin Tan’. Fue por esa época cuando Gregorio Wallerstein la llamó para hacerle su artista exclusiva, entonces filmó ‘El extraño en la escalera'», pero no fue tan fácil, porque en un inicio no le vieron potencial para protagonizar una mujer sexy, algo que Pinal tomó como un reto.
«Para llegar como dama joven a esa película tuve que pasar una prueba un tanto difícil, resulta que el galán era Arturo de Córdoba, cuando le dijeron que sería yo su dama joven, Arturo se opuso, dijo que no tenía la personalidad necesaria para hacer el papel, pues se requería para ello a una mujer sexy», contó.
Un peinado provocativo, ropa adecuada y dejarse llevar, fue la fórmula con la que Silvia consiguió el papel.
«Yo deseosa de llevarme el papel decidí convertirme en una mujer sexy y me fui al salón de belleza. Pedí que me hicieran un peinado provocativo, no sabía yo cómo pero tenía que convertirme en una mujer sexy. Me peinaron medio raro, me compré ropa apropiada para lo que buscaba y me presenté a la prueba bajo la dirección de Julián Soler, hice mi prueba al lado de Arturo de Córdoba para la escena en la que se requería una mujer muy sexy».
«Cuando Arturo vio la prueba me dijo ‘Silvia te quedas’ y me quedé».
Silvia Pinal y Arturo de Córdoba en «El extraño en la escalera», todo un reto para la actriz.
Para Pinal fue muy importante esta cinta, fue un parteaguas en su vida artística.
«Esta película me ayudó mucho me llevó al estrellato. Hice después ‘El inocente’ al lado de Pedro Infante, luego vinieron ‘La golfa», ‘Desnúdate Lucrecia’, ‘Viva el amor’, ‘Préstame tu cuerpo’, y muchas más ya todas ellas en plan estelar».
Silvia Pinal estaba enamorada de Enrique Guzmán, en esa charla la estrella del cine y la televisión compartió detalles de su faceta como madre y esposa, eso sí, dejó ver que su entonces esposo, el rockero 10 años menor que ella, era un tanto exigente.
«Enrique es muy exigente y siempre anda de prisa… Cuando Enrique llega debe tener la comida lista y más que eso debo tener la mesa servida porque en ocasiones no dispone de tiempo, llega come rápido y se marcha. Trabaja mucho es muy dinámico», recordó.
Silvia Pinal y su vida familiar en diciembre en 1974. Aparece con sus hijos: la fallecida Viridiana Alatriste, y los entonces pequeños Alejandra Guzmán y Luis Enrique. Foto: Jorge Soto/Archivo EL UNIVERSAL.
Eso sí, Silvia siempre se mostró complacida con sus hijos y con lo que aportaban a su vida, se los llevaba a los foros y trató de ser una buena madre, no fue fácil pero lo intentó. En las fotos aparece con la fallecida Viridiana Alatriste, Alejandra Guzmán y Luis Enrique.
«Soy feliz en mi hogar. Combino mis actividades artísticas con mi papel de madre y esposa. No es fácil pero lo hago. Voy al mercado una vez por semana, lleno mi despensa y me meto a la cocina todos los días. Atiendo a mis hijos en todo lo que ellos necesitan. Ropa limpia, comida escuela todo todo lo que una mujer de hogar tiene que atender», confesó.
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