Un estudio reciente demuestra cómo los antiguos habitantes de Tasmania usaron quemas controladas para cambiar la vegetación y facilitar la caza y la recolección de recursos.
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Hace más de 41.000 años, los primeros humanos que llegaron a Tasmania, conocidos como los Palawaa encontraron un nuevo hogar… y algo más. En una actividad sin precedentes, comenzaron a moldear activamente el paisaje a su alrededor. Y para ello utilizaron algo que no se había utilizado antes: el fuego. Un uso que va más allá de simples incendios. Estos antiguos habitantes realizaron quemas controladas que transformaron los bosques densos en áreas abiertas, facilitando la caza y la recolección de recursos. Este descubrimiento del fuego como herramienta proporciona nuevas perspectivas sobre cómo los humanos han influido en los ecosistemas mucho antes de la agricultura y revela el profundo impacto que tuvieron en la ecología de Tasmania.
Un estudio reciente publicado en la revista Science Advances documenta con detalle cómo las quemas sistemáticas realizadas por los primeros habitantes de Tasmania cambiaron la vegetación del lugar. Los autores, liderados por Matthew A. Adeleye, han analizado registros paleoecológicos de dos sitios clave en las islas del Estrecho de Bass. Estos datos han permitido reconstruir como si fuera un puzzle la historia de los cambios ambientales para acabar ofreciendo una visión clara de cómo el uso del fuego fue crucial para la adaptación humana en un entorno frío y hostil.
El uso del fuego en la colonización de Tasmania
Los registros arqueológicos de Tasmania muestran que los primeros signos de ocupación humana se remontan a hace unos 41.600 años, durante un período de clima relativamente húmedo. Las investigaciones en cuevas como Warreen Cave y Parmerpar Meethaner indican la presencia de comunidades que atravesaron el puente terrestre de Bass, aprovechando los recursos que este paisaje ofrecía. El uso del fuego permitió a estas comunidades abrirse paso a través de los densos bosques y crear claros que favorecían la presencia de especies de plantas y animales útiles para su subsistencia.
El uso del fuego no fue al azar ni indiscriminado. Este punto es importante y significativo. Según el estudio, las prácticas de quema ayudaron a «penetrar y manipular los bosques densos». Las primeras evidencias de incendios intencionales se registran en los depósitos de carbón de Laymina Paywuta, un sitio ubicado en la isla Clarke. Estos incendios, que ocurrieron repetidamente durante milenios, sugieren una estrategia planificada para transformar el paisaje y hacerlo más adecuado para la vida humana.
Impacto ecológico: cambios en la vegetación y el clima
La llegada de los humanos a Tasmania coincidió con un cambio notable en los regímenes de incendios y en la vegetación de la región. Antes de la colonización, el paisaje estaba dominado por bosques densos de eucaliptos y Callitris, una conífera resistente a la sequía. La quema sistemática alteró este equilibrio, permitiendo el crecimiento de plantas más tolerantes al fuego, como Dodonaea y Banksia, mientras que otras especies más sensibles, como Callitris, disminuyeron significativamente.
Los registros de polen y carbón analizados en el estudio muestran un aumento abrupto en la cantidad de biomasa quemada hace unos 41.000 años, lo que indica que el fuego fue utilizado de forma intensiva y frecuente. La disminución de especies forestales y el aumento de arbustos adaptados al fuego marcan un claro cambio en la composición de la vegetación. Según los autores, «la evidencia sugiere un cambio en el régimen de incendios como resultado directo de la llegada de los humanos».
Estrategias de manejo del paisaje
El estudio describe cómo las prácticas de quema de los primeros habitantes de Tasmania fueron una respuesta adaptativa al entorno. En las áreas más húmedas del oeste, como en Emerald Swamp, las quemas eran menos intensas y estaban orientadas a crear claros en los bosques densos. En cambio, en la parte oriental, más seca, se realizaban incendios más frecuentes para mantener el paisaje abierto y evitar el crecimiento excesivo de la vegetación.
Esta estrategia dual permitió a los Palawa maximizar el uso de diferentes tipos de ecosistemas. Al mantener áreas abiertas en regiones secas, facilitaban la caza de canguros y otros animales herbívoros. En las zonas más húmedas, los claros creados por el fuego ayudaban a obtener materias primas como madera y plantas comestibles. El uso del fuego como herramienta de manejo del paisaje muestra una comprensión sofisticada de los ciclos ecológicos y climáticos.
Evidencias paleoecológicas: análisis de sedimentos y polen
Para entender cómo cambió el paisaje, los investigadores analizaron núcleos de sedimentos recolectados en Emerald Swamp y Laymina Paywuta. Estos sedimentos contienen restos de polen y carbón que proporcionan una ventana al pasado, mostrando cómo la vegetación y la actividad de incendios han variado a lo largo del tiempo. Los datos sugieren que «el aumento en la acumulación de carbón coincide con los primeros indicios de ocupación humana en la región».
El análisis del polen reveló un aumento en las plantas arbustivas y una disminución en los árboles grandes, como los eucaliptos, lo que indica una transición hacia un paisaje más abierto y propenso a incendios. Estos cambios ocurrieron antes de que se observaran variaciones significativas en el clima, lo que sugiere que la intervención humana fue el principal motor del cambio. El estudio concluye que la quema deliberada por parte de los humanos fue «una práctica clave para transformar el entorno en un hábitat más favorable».
Implicaciones para la conservación y el estudio del cambio climático
El hallazgo de que los primeros habitantes de Tasmania utilizaban el fuego para manejar el paisaje tiene importantes implicaciones para la conservación y la gestión del medio ambiente hoy en día. Muchos de los ecosistemas actuales de Tasmania aún muestran los efectos de estas prácticas ancestrales. Entender cómo el fuego fue utilizado históricamente puede ayudar a diseñar mejores estrategias de conservación, especialmente en regiones propensas a incendios.
Además, el estudio contribuye al debate sobre el papel de los humanos en la transformación de los ecosistemas prehistóricos. Mientras que algunos sostienen que los cambios observados en el paisaje fueron el resultado de fluctuaciones climáticas, este trabajo ofrece evidencia clara de la influencia humana en la configuración del entorno desde tiempos muy antiguos. Esto plantea preguntas importantes sobre el manejo sostenible del fuego y su uso en la restauración ecológica.
Referencias
- Adeleye, M. A., Hopf, F., Haberle, S. G., Stannard, G. L., Mcwethy, D. B., Harris, S., & Bowman, D. M. J. S. (2024). Landscape burning facilitated Aboriginal migration into Lutruwita/Tasmania 41,600 years ago. Science Advances, 10, eadp6579. DOI: 10.1126/sciadv.adp6579.