El colapso de la Circulación Meridional de Retorno del Atlántico (AMOC) podría estar más cerca de lo que pensamos, y sus consecuencias afectarían al mundo entero por siglos. Lo advirtieron ayer un grupo de científicos climáticos en una carta abierta.
Publicado por
Christian Pérez
Redactor especializado en divulgación científica e histórica
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Un grupo de científicos climáticos de renombre ha encendido una alarma que no podemos dejar de escuchar. El Atlántico, hogar de una de las corrientes oceánicas más importantes del planeta, podría estar al borde de un cambio catastrófico. ¿Qué significa esto para nosotros? Un impacto devastador que alteraría climas, ecosistemas y la vida tal como la conocemos, especialmente en los países nórdicos, pero también en gran parte del hemisferio norte.
La carta que lo cambia todo
En una carta abierta dirigida al Consejo Nórdico de Ministros, 44 destacados científicos, liderados por el climatólogo Michael Mann de la Universidad de Pensilvania, advierten que el colapso de la Circulación de Retorno del Atlántico Norte (AMOC, por sus siglas en inglés) podría estar mucho más cerca de lo que se había estimado. Este sistema, que actúa como una enorme cinta transportadora de calor a través del océano Atlántico, mantiene los climas de Europa templados y las condiciones de vida relativamente estables. Pero este delicado equilibrio está bajo amenaza, y las consecuencias podrían ser desastrosas.
Los expertos han advertido que la AMOC, cuya función es trasladar agua cálida desde los trópicos hacia el norte del Atlántico y devolver agua más fría hacia el sur, está mostrando señales de debilitamiento. Investigaciones recientes sugieren que esta circulación está a punto de llegar a un punto crítico, donde podría colapsar por completo. Este escenario, que podría desarrollarse en las próximas décadas, es más que una simple advertencia: es una llamada urgente a la acción.
¿Qué es la AMOC y por qué es tan importante?
La AMOC, que incluye al famoso sistema de corrientes conocido como la Corriente del Golfo, es responsable de transportar grandes cantidades de calor desde las regiones tropicales hacia el Atlántico Norte. Este flujo de calor no solo regula el clima de Europa y América del Norte, sino que también juega un papel clave en la estabilidad climática global. Sin la AMOC, las temperaturas en países nórdicos como Noruega, Islandia y Dinamarca serían mucho más frías, mientras que las regiones tropicales enfrentarían un calor cada vez más insoportable.
El colapso de este sistema oceánico podría desencadenar cambios extremos en los patrones climáticos. Los países nórdicos, por ejemplo, verían una caída drástica de sus temperaturas mientras el resto del mundo continúa calentándose. Lo que ya es conocido como la “mancha fría” en el Atlántico Norte, un área que se ha enfriado por la desaceleración de la AMOC, se ampliaría y profundizaría, alterando significativamente el clima y la vida en la región.
Impacto más allá del Atlántico Norte
Los científicos no solo están preocupados por los países nórdicos. Un colapso de la AMOC tendría repercusiones globales. El sur de Europa y América Latina sufrirían una redistribución de los sistemas de lluvias, lo que podría agravar sequías y amenazar la producción agrícola. Las corrientes oceánicas detenidas también generarían un aumento en los niveles del mar, afectando gravemente a las ciudades costeras de América del Norte, con consecuencias particularmente graves en la costa atlántica de Estados Unidos.
Además, el impacto sobre los ecosistemas marinos sería devastador. Las corrientes no solo mueven agua, también distribuyen nutrientes esenciales para la vida marina. Sin este movimiento constante, muchas especies se enfrentarían a la extinción, lo que impactaría directamente en las pesquerías y en las economías que dependen de ellas.
A pesar de la gravedad de la situación, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) ha calificado con “confianza media” la probabilidad de que la AMOC colapse abruptamente antes del 2100. Sin embargo, la nueva carta firmada por destacados expertos en clima sugiere que este riesgo ha sido subestimado. Según sus estudios, el colapso de la AMOC podría ocurrir mucho antes, y sus efectos podrían durar siglos.
De acuerdo a los expertos, el propósito de la carta es llamar la atención sobre el hecho de que confiar solo en una ‘confianza media’ «no es tranquilizador». Incluso si existe una probabilidad media de que ocurra, el impacto sería tan catastrófico que sería imprudente no tomar medidas para prevenirlo.
El frío inesperado en un mundo que se calienta
Uno de los aspectos más paradójicos de un colapso de la AMOC es que, mientras muchas regiones del mundo se calentarían rápidamente debido al cambio climático, los países nórdicos podrían experimentar un enfriamiento drástico. Esta situación podría llevar a la expansión de fenómenos climáticos extremos como tormentas invernales severas, lo que agravaría aún más los desafíos a los que se enfrenta la región.
El impacto en la agricultura en el noroeste de Europa también sería considerable. Sin la AMOC, el clima se volvería mucho menos predecible, lo que afectaría tanto la producción de alimentos como la seguridad alimentaria en estas áreas. En un contexto global, los efectos en las regiones tropicales y subtropicales, con sequías más intensas y cambios en los patrones de lluvias, pondrían en riesgo a millones de personas.
¿Qué pueden hacer los países nórdicos?
La carta, dirigida al Consejo Nórdico de Ministros, insta a los países de esta región a tomar la delantera en la respuesta global a este desafío. Los científicos sugieren que los países nórdicos, con su fuerte posición internacional en temas ambientales, utilicen su influencia para presionar a la comunidad internacional a cumplir con los objetivos del Acuerdo de París. El objetivo es claro: limitar el calentamiento global a 1,5°C para evitar cruzar los umbrales de cambio climático que podrían desencadenar la caída de la AMOC.
Además, los científicos recomiendan que los gobiernos nórdicos inicien un estudio detallado de los riesgos específicos que enfrentan sus países ante un colapso de la AMOC. Este tipo de evaluación permitiría a los responsables de políticas diseñar medidas adaptativas adecuadas, aunque también dejan claro que, en un escenario tan catastrófico, la adaptación no es una solución viable a largo plazo. La única respuesta real es la mitigación: frenar las emisiones de gases de efecto invernadero y detener el calentamiento global.
Si algo queda claro en esta carta es que el tiempo se está agotando. El colapso de la AMOC podría ser una realidad mucho antes de lo que pensamos, y sus efectos serían irreversibles durante siglos. En un mundo que ya está experimentando los impactos del cambio climático, esta amenaza añade una capa de urgencia adicional a los esfuerzos por reducir las emisiones y proteger el clima.