La capital francesa es la primera ciudad que decide prohibir la venta de diésel en algunas de sus gasolineras. La iniciativa restringe el acceso a este combustible, responsable en buena parte de los elevados niveles de contaminación atmosférica que registra la ciudad.
Hace casi una década que, principalmente en Europa, el diésel está siendo objeto de una cacería. Demonizado en el mercado del automóvil, este combustible será el primero en ser eliminado de la oferta de vehículos mientras el sector continúa dando pasos hacia su total electrificación.
Sin embargo, quien crea que serían los fabricantes quienes dejaran de producir coches con motor diésel de forma voluntaria está muy equivocado. Las presiones para lograr este objetivo vienen de arriba, de instituciones, gobiernos e incluso de la Unión Europea, el ente principal que persigue la eliminación de los coches de combustión de las carreteras.
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En esta línea se encuentra el Ayuntamiento de París, ciudad que ha sido la primera en prohibir la venta de diésel en cuatro de sus principales gasolineras. Esta medida, que se aprobó el pasado mes de junio, forma parte de la batalla que la capital francesa está llevando a cabo contra la contaminación.
En cuatro gasolineras de París ya no está permitido repostar diésel
Es oficial desde el 1 de octubre de 2024 que las cuatro gasolineras situadas en los límites norte y sur de París ya no pueden vender diésel a los automovilistas. Las estaciones de servicio, que apenas representan el 10% del total de gasolineras de la ciudad (hay más de 40), son responsables de dispensar 750.000 repostajes anuales, el equivalente a la mitad de lo diésel consumido en la ciudad.
Con esta medida, el consistorio de París espera reducir la disponibilidad de gasóleo en las estaciones de servicio de la ciudad y, a su vez, restringir el consumo y “forzar” a los parisinos a comprar coches con otras motorizaciones.
Por supuesto, la decisión ha suscitado algunas críticas, especialmente entre los principales afectados. A pesar de ello, fuentes del Ayuntamiento de París recuerdan que estas son solo cuatro gasolinas “de las 15 que hay en la ciudad” (de la distribuidora Total), aunque se espera que con el tiempo las otras 11 también dejen de suministrar gasóleo.
El consistorio también ha explicado que las micropartículas del diésel contribuyen a la contaminación atmosférica y a que se produzcan 8.000 muertes al año en la ciudad. Para solucionar los posibles problemas causados, el Ayuntamiento recuerda que la ciudad ofrece una amplia red de transporte público como alternativa para quien no deseen cambiar de coche.
Si bien esta medida restringirá el acceso de los conductores al diésel, también supondrá que quien lo necesite recorra más kilómetros para repostar, lo que supondrá un mayor consumo y, por consiguiente, un aumento de las emisiones contaminantes que el consistorio busca reducir.
Este tipo de iniciativas tan solo son la punta de una daga que los conductores europeos padecerán en los próximos años, con otras iniciativas como el aumento de los impuestos a los carburantes, nuevas tasas al uso y la compra de vehículos de combustión, o restricciones de acceso y movilidad más severas en las cada vez más populares Zonas de Bajas Emisiones (ZBE).
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Etiquetas: Diésel