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martes, octubre 1, 2024

Genios al borde del abismo: cuando la ciencia no pudo salvarlos

La ciencia, a menudo vista como el baluarte de la lógica y la razón, también ha sido escenario de tragedias personales, decisiones fatales y luchas emocionales profundas. Detrás de muchos descubrimientos que transformaron nuestra comprensión del mundo, se esconden historias de soledad, sufrimiento y, en algunos casos, suicidio. En este artículo, nos acercaremos a las vidas de algunos de los científicos que, en momentos de desesperación, decidieron poner fin a su existencia, como Ludwig Boltzmann o Kurt Gödel. Estos hombres, cuyas mentes brillantes redefinieron campos como la física y las matemáticas, también tuvieron que lidiar luchas internas que marcaron sus destinos.

Genios al borde: cuando la ciencia no pudo salvarlos. Fuente: Wikipedia

La relación entre el genio y la inestabilidad emocional ha sido un tema recurrente a lo largo de la historia de la ciencia. Los avances revolucionarios suelen ir acompañados de intensas presiones, y para algunos, el peso de la incertidumbre o de la incomprensión del entorno se volvió insoportable. A través de estas historias tocaremos el lado humano y frágil de estos pioneros del conocimiento.

Ludwig Boltzmann: una lucha contra la incomprensión

Ludwig Boltzmann (1844-1906) fue uno de los físicos más influyentes de su época. Sus trabajos sobre la termodinámica y la mecánica estadística sentaron las bases para la comprensión moderna del comportamiento de los gases y, más tarde, de los sólidos. Sin embargo, su vida personal estuvo marcada por una lucha constante contra la aceptación de sus teorías y un conflicto filosófico que lo llevó a cuestionar la validez de su trabajo y su propio valor.

Boltzmann es conocido por su trabajo en la teoría cinética de los gases, donde introdujo el concepto de entropía y la famosa ecuación que lleva su nombre: la ecuación de Boltzmann. Este avance cambió la forma en que la ciencia entendía los procesos irreversibles en la naturaleza. Sin embargo, durante gran parte de su vida, Boltzmann se encontró en medio de una batalla intelectual con otros científicos de la época, como Ernst Mach, quienes no aceptaban su interpretación atomística de la naturaleza. Para Mach, los átomos no eran más que una abstracción matemática, mientras que Boltzmann los veía como realidades físicas fundamentales. Esta lucha, sumada a sus problemas personales y episodios de depresión, lo llevó a quitarse la vida en 1906 mientras estaba de vacaciones en Duino, cerca de Trieste.

A pesar de todo este amasijo de causas, algunos biógrafos han querido ver en la soga que lo separó del mundo la falta de aceptación de la realidad del átomo por parte de muchos de sus colegas. Una idea romántica que cierra el capítulo de una vida entregada a la física teórica. Veinte años después de su muerte, Rilke escribía las Elegías a Duino. Nos gustaría pensar que estos versos en la última de sus elegías iban destinados a Boltzmann, al hombre que confiaba en los átomos:

Pero el muerto debe avanzar, y en silencio la anciana Lamentación
lo lleva hasta el barranco donde resplandece la luna:
la Fuente de la Alegría.
Con veneración ella la nombra, dice:
‘Entre los hombres es una corriente que arrastra’
Rilke

Ludwig Eduard Boltzmann (1902). Fuente: Wikipedia.

Kurt Gödel: el miedo a lo desconocido

Kurt Gödel (1906-1978), considerado uno de los matemáticos más grandes del siglo XX, cambió radicalmente el curso de la lógica matemática con sus famosos teoremas de incompletitud. Estos teoremas demostraron que dentro de cualquier sistema formal suficientemente complejo, siempre existirán proposiciones que no pueden ser ni probadas ni refutadas, poniendo en cuestión la idea de que las matemáticas podrían ser una ciencia completa y autosuficiente.

A pesar de su brillantez, Gödel luchó con problemas psicológicos toda su vida. Era hipocondríaco y sufría episodios de paranoia. Temía ser envenenado, por lo que solo comía alimentos que su esposa, Adele, le preparaba. Cuando Adele fue hospitalizada durante una larga temporada en 1977, Gödel, incapaz de confiar en nadie más para alimentarlo, comenzó a rechazar la comida. Murió de inanición en 1978, habiendo perdido casi todo el peso corporal. Aunque su muerte no fue un suicidio directo, su deterioro mental y sus obsesiones contribuyeron directamente a su final.

Tal fue el deterioro que al morir tenía un peso de 32,5 kg. Para Adele fue un duro golpe, pues estuvo 50 años a su lado y luchó firmemente por él siendo su enfermera y su probadora de alimentos. Gödel falleció el 14 de enero de 1978 con 71 años.

Kurt Gödel fue un genio atormentado. Fuente: Wikipedia

Alan Turing: la persecución del genio

Alan Turing (1912-1954), conocido como el padre de la informática, realizó contribuciones fundamentales a las matemáticas, la criptografía y la teoría de la computación. Durante la Segunda Guerra Mundial, Turing jugó un papel clave en la ruptura del código Enigma, un logro que acortó significativamente la guerra y salvó millones de vidas. Sin embargo, la vida de Turing estuvo marcada por la tragedia personal. En 1952, fue procesado por homosexualidad, un delito en la Inglaterra de la época.

Condenado a someterse a castración química, Turing sufrió las consecuencias físicas y psicológicas del tratamiento, que le produjeron impotencia y otros efectos secundarios debilitantes. En 1954, Turing fue encontrado muerto en su casa, aparentemente por haber ingerido cianuro. Aunque su muerte fue declarada oficialmente como un suicidio, algunos detalles de su fallecimiento siguen siendo motivo de especulación. Lo que es innegable es que la persecución legal y social que sufrió tuvo un efecto devastador sobre su salud mental y su bienestar general.

Turing fue exonerado póstumamente por el gobierno británico en 2013, reconociendo la injusticia de su condena. La madre del matemático siempre apeló a que la ingesta fue accidental, parece ser que para ocultar su homosexualidad, me apunta un familiar político mientras escribo este libro.

Alan Turing sufrió una injusta persecución. Fuente: Wikipedia

Jacques Monod y la angustia existencial

El biólogo molecular Jacques Monod (1910-1976), ganador del Premio Nobel en 1965, es conocido por su trabajo en la regulación genética, lo que sentó las bases de la biología molecular moderna. Monod, además de ser un científico eminente, también fue un pensador profundo influido por la filosofía existencialista. Su libro El azar y la necesidad es una reflexión sobre la naturaleza de la vida y el papel del azar en los procesos biológicos.

Sin embargo, como muchos de los científicos de su época, Monod fue un hombre atormentado por preguntas más allá de la ciencia. Profundamente influido por las ideas del existencialismo, especialmente por Jean-Paul Sartre y Albert Camus, Monod creía que la vida carecía de propósito inherente y que los seres humanos deben crear su propio significado en un universo indiferente. Estas reflexiones lo llevaron a una creciente sensación de desesperanza personal.

Aunque no llegó a quitarse la vida, su muerte fue vista por algunos como el epílogo de un hombre que había mirado al abismo del sinsentido de la existencia sin encontrar respuestas reconfortantes.

Los grandes genios a menudo han sufrido crisis existenciales. Fuente: ChatGPT / Eugenio Fdz.

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