Sus indicadores están entre los mejores y su sociedad tiene un espíritu emblemático de competencia y progreso.
OPINIÓN
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El año 2015 cerró con 473 homicidios, el estado superó una gran crisis de seguridad.
Las autoridades de ese momento —tal como ocurrió en Coahuila— demostraron que la paz se puede lograr.
Durante el fin de semana patrio, la violencia sacudió al estado gobernado por Samuel García. Ante las amenazas y la imposibilidad de garantizar la seguridad de los ciudadanos, varios municipios suspendieron los actos conmemorativos de la independencia. Las cifras oficiales indican 20 homicidios en tres días.
Nuevo León es uno de los motores económicos del país y su aportación al PIB así lo confirma. Es sede de grandes corporaciones e instituciones educativas. Sus indicadores están entre los mejores de México y su sociedad tiene un espíritu emblemático de competencia y progreso. La clase empresarial regiomontana es decidida y tiene una enorme visión de futuro. Pero también es crítica y solidaria.
En 2006, se avecinaban nubarrones, el modelo de “negocio” de las bandas criminales había cambiado y el Estado mexicano no estaba preparado para la pesadilla que se avecinaba. Al diagnóstico que he publicado en otros artículos, cabe sumar la polarización generada por la victoria de Calderón y la incapacidad del gobierno para armar una estrategia nacional de paz.
En Nuevo León, como en Coahuila, hubo una excepción. El gobierno local elaboró una estrategia para enfrentar la emergencia y resultó exitosa. En 2011 se cometieron 2 mil 003 homicidios en el estado y en 2012 la cifra fue de mil 459; pero, al final del sexenio, la cifra bajó a 471. La historia es poco conocida y tiende a olvidarse; entre otras acciones, se construyó una nueva policía civil, se coordinaron los esfuerzos de los tres órdenes de gobierno y se pactó una gran alianza con la sociedad, especialmente con los empresarios. Su colaboración fue fundamental para el éxito.
Al concluir el sexenio de Rodrigo Medina se inició un evidente proceso de desmantelamiento de lo construido. Desde 2016, los homicidios han ido en aumento y con la llegada de Samuel García quedó en evidencia que la inseguridad ha vuelto. En 2023 se registraron 1.411 muertes violentas y, este año, al cierre de agosto, se contabilizan 1.701. Si la tendencia continúa, 2024 tendrá más homicidios que 2012.
No soy optimista; en el estado norteño no hay nada que indique que las cosas vayan a mejorar. Es claro que su gobernador no tiene ni la voluntad ni la capacidad para enfrentar el reto. Para alimentar mi pesimismo, hay dos cosas que me alertan y me inquietan: 1.- la violencia está normalizada y las autoridades abdican de su responsabilidad por conveniencia o indolencia y 2.- mi admirada sociedad regiomontana, en especial los empresarios, han dejado de ser críticos ante una realidad que en otros tiempos fue condenada.
Por Rubén Moreira Valdez
COORDINADOR DEL PRI EN LA CÁMARA DE DIPUTADOS
@RUBENMOREIRAVDZ
CAMARADA
