Claudia Pacheco
La Zona Franca de Barcelona vuelve a vivir cambios con Ebro de la mano de un importante grupo automovilístico chino.
La llegada de los coches chinos a España es imparable y los fabricantes tradicionales buscan la manera de competir en costes para evitar que los conductores se pasen a otras marcas. La entrada y salida de nuevos fabricantes es un fenómeno cíclico y Barcelona lo ha vivido de primera mano.
Los primeros cambios se produjeron en la década de los 50 cuando Ford decidió abandonar España gracias a la implantación de nuevas marcas como Seat y Renault en territorio nacional. El fabricante se instaló en Cádiz en 1925 y poco después se trasladó a Barcelona para iniciar la fabricación de camionetas y vehículos de tipo industrial.
La historia se repite ahora con la firma Ebro para unas instalaciones que están acostumbradas a los cambios. Cuando se marchó Ford, Motor Iberia compró los activos y registró la marca Ebro para empezar a producir tractores y camiones. El Gobierno de Franco esperaba que esta empresa ubicada en la Zona Franca de Barcelona fuese una de las más rentables de la España de posguerra.
Ebro pasó por las manos de Massey Ferguson y de Nissan, hasta finalmente acabar con su actividad productiva a finales de los años 80. El fabricante ha vuelto a la vida en los últimos años y no solo aspira a recuperar su posición en España, sino consolidarse en Europa.
Ebro se une al gigante chino Chery
Las instalaciones de la firma vuelven a la vida en el próximo mes de noviembre de la mano del grupo automovilístico chino Chery. Ebro pretende aprovechar el auge de los SUV compactos con modelos como el Ebro S700 y el Ebro S800. Ambos vehículos toman piezas del gigante asiático.
El fabricante de automóviles utilizará las instalaciones de la Zona Franca como un centro de ensamblaje. Uno de los principales obstáculos para la llegada de los coches chinos a Europa son los aranceles, y el grupo Chery los evitaría fabricando en España con parte de las piezas importadas.
La planta inicialmente generará 100 puestos de trabajo y se espera que aumenten hasta los 300 cuando empiece a funcionar a pleno rendimiento. La idea de Ebro es producir 15.000 unidades al año de ambos modelos.
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