Fue el gran abanderado del autonomismo en los diferentes gobiernos formados durante la II República. Nacido en A Coruña en octubre de 1884, Santiago Casares Quiroga creció en el seno de una familia acomodada, simpatizante del liberalismo y partidaria de un autonomismo moderado. Ejerció como abogado antes de dedicarse en cuerpo y alma a la política, a la que dedicó todos sus esfuerzos y toda su fortuna desde finales de la primera década del siglo XX.
A los 30 años pasó a liderar durante un breve período de tiempo el Partido Republicano Autónomo de A Coruña antes de fundar en 1929 su propia formación, la ORGA (Organización Republicana Gallega Autónoma). Su compromiso con el republicanismo quedó sellado un año después con su activa participación en el Pacto de San Sebastián, que abogaba por el fin de la dictadura de Primo de Rivera y el derrocamiento de la monarquía borbónica. En diciembre de ese mismo año, en calidad de delegado del Comité Revolucionario Nacional, fue enviado a Jaca para intentar cortar las alas al general Galán Rodríguez en vísperas de la Sublevación de Jaca, que no pudo evitar. Pasó por ello fugazmente por prisión, pero en unos meses habría de convertirse en uno de los grandes protagonistas de la II República.
Tras la proclamación de la Niña Bonita el 14 de abril de 1931, Casares fue nombrado ministro de Marina del Gobierno Provisional y, posteriormente, ministro de Gobernación, posición que conservó en el bienio social-azañista gracias a su estrecha amistad con el jefe de Gobierno. Fue él, de hecho, el único político autonomista del gabinete.
Errores costosos
A partir de 1933 su partido, reconstruido bajo las siglas PRG (Partido Republicano Gallego), se fusionó con el de Azaña y otras entidades progresistas que acabarían conformando Izquierda Republicana, que a su vez se integraría en las filas del Frente Popular. Volvió a ser elegido diputado en las dramáticas elecciones de 1936, y acto seguido fue designado ministro de Obras Públicas.
Coincidiendo con el nombramiento de Azaña como presidente de la República, se convirtió en uno de los hombres fuertes del régimen al ejercer como presidente del Consejo de Ministros y, paralelamente, ostentar la cartera de ministro de la Guerra, a partir del mes de mayo del mismo año. Suya fue la iniciativa de organizar el referéndum sobre el Estatuto de Autonomía de Galicia, aprobado el 28 de junio de 1936.
Al mismo tiempo, fue incapaz de neutralizar las voces golpistas que se extendían como la pólvora en el seno de la legión y cometió el grave error de creer en el firme compromiso de Queipo de Llano con las instituciones y los valores de la República: dos costosos errores de cálculo que hicieron que la sublevación militar del 18 de julio de 1936 le pillara desprevenido. Acto seguido presentó su dimisión, en favor de Martínez Barrio, y se diluyó políticamente por completo tras el estallido de la Guerra Civil. Así, tras la caída de Cataluña, emprendió junto a su buen amigo Azaña el camino del exilio hacia Francia. Falleció en París en la víspera de Nochebuena de 1950.
Las raíces del nacionalismo gallego
Fundada por Casares Quiroga y Antón Vilar Ponte en octubre de 1929, la Organización Republicana Gallega Autónoma (ORGA) nació con el propósito de defender los valores republicanos desde una óptica galleguista, autonomista y progresista. En su manifiesto de fundación abogaban por una república federal, aunque los autonomistas fueron ganando peso poco a poco y moderaron su ideario. El partido formó parte del Pacto de San Sebastián y en las elecciones constituyentes de 1931 se integró en las candidaturas republicano-socialistas, obteniendo un magnífico resultado: 17 de los 44 escaños en Galicia.
Durante este período el partido defendió una República integral y plural, que reconociera a Cataluña, Galicia y País Vasco como realidades nacionales cuyo papel debía ganar peso en el nuevo régimen, en detrimento de aquellas regiones que habían sido política y económicamente hegemónicas durante los tiempos de la monarquía borbónica. En 1934, la ORGA se diluyó y se integró en Izquierda Republicana, liderada por Manuel Azaña.