El Imperio romano, conocido por su inquebrantable dominio y poderío militar, es frecuentemente recordado por sus victorias y expansión implacable que definieron las fronteras del mundo antiguo. Desde la disciplina férrea de sus legiones hasta las innovadoras tácticas de combate, Roma consolidó su poder y cultivó un aura de invencibilidad a lo largo de los siglos. Sin embargo, como todo coloso, Roma tuvo sus puntos débiles y momentos de fragilidad crítica. En este artículo, exploramos cinco de las derrotas más devastadoras que sufrió este formidable imperio (algunas de ellas antes de que Roma fuera imperio si quiera), episodios que expusieron su vulnerabilidad en momentos inesperados. A través de estos relatos de derrota, observamos cómo incluso el más grande de los imperios vivió pruebas que pusieron en jaque su existencia y moldearon su devenir histórico.
Contra Aníbal Barca
Durante la Segunda Guerra Púnica, uno de los enfrentamientos más críticos fue la batalla de Cannas en el 216 a.C. En este escenario, el genio militar de Aníbal Barca brilló con una intensidad devastadora. Con un ejército numéricamente inferior, Aníbal aplicó una táctica revolucionaria: la formación en pinza. Al disponer sus tropas en una formación cóncava, logró envolver a las legiones romanas, que habían sido atraídas hacia el centro. Este movimiento aprovechó la superioridad táctica cartaginesa y neutralizó la ventaja numérica romana, resultando en una de las mayores masacres militares de la historia romana.
El impacto en Roma fue inmediato. La noticia de la muerte de entre 50 000 y 70 000 soldados, incluyendo senadores y un cónsul, sembró un pánico descontrolado. Roma se enfrentó a la posibilidad real de una invasión, y la confianza en su invulnerabilidad se desmoronó, marcando un antes y un después en su historia militar.
Contra los partos
En el 53 a.C., la rivalidad entre Marco Licinio Craso y Pompeyo el Grande alcanzó su punto culminante. Craso, deseoso de igualar las hazañas militares de Pompeyo, lanzó una ambiciosa campaña contra el Imperio parto, buscando gloria y riquezas en Oriente. En la fatídica batalla de Carras, Craso cometió un grave error táctico al subestimar la caballería acorazada parta, los catafractos, y la caballería ligera con su táctica de disparos mientras retrocedían, conocida como el «disparo parto». Esta maniobra permitió a los partos mantenerse a distancia mientras llovían flechas sobre las legiones romanas, incapaces de cerrar el combate cuerpo a cuerpo.
La derrota fue catastrófica: alrededor de 20 000 romanos murieron y otros 10 000 fueron capturados, incluyendo la famosa «legión perdida de Craso». Políticamente, la derrota debilitó significativamente la posición de Craso en Roma, exacerbó las tensiones dentro del Triunvirato y marcó el comienzo de un período de inestabilidad que llevaría a conflictos civiles y la transformación de la República en Imperio.
Contra los germanos
En el año 9 d.C., el Imperio romano, buscando expandir sus fronteras más allá del Rin, se encontró con una resistencia feroz en Germania. Bajo el mando de Publio Quintilio Varo, tres legiones marcharon a través del bosque de Teutoburgo, confiados en su superioridad y desconociendo el inminente peligro. Fue allí donde Arminio, un caudillo germano que había servido como auxiliar en el ejército romano y conocía bien sus tácticas, organizó una emboscada devastadora. Aprovechando el terreno forestal y las condiciones meteorológicas adversas, los guerreros germanos desataron un ataque sorpresa que desmembró las legiones, aniquilando a cerca de 20 000 hombres en una masacre inolvidable con el paso del tiempo.
La derrota en Teutoburgo tuvo un profundo impacto en la política exterior romana, pues detuvo permanentemente la expansión hacia el este del Rin. Augusto, el emperador romano, quedó profundamente afectado, vagando por su palacio y clamando en desesperación: «¡Varo, devuélveme mis legiones!» Este lamento encierra la magnitud del desastre y el abrupto final de los sueños imperiales en Germania.
El inicio del fin del Imperio romano
En 378 d.C., el Imperio romano sufría una creciente presión en sus fronteras debido a la invasión de pueblos bárbaros. Estos movimientos migratorios, empujados por la expansión de los hunos desde el este, llevaron a grandes grupos de godos a buscar refugio dentro del Imperio. El emperador Valente, gobernante del Oriente romano, vio una oportunidad para demostrar su poder al permitir que estos pueblos cruzaran el Danubio, lo que resultó en una creciente tensión y hostilidades.
La batalla de Adrianópolis se convirtió en un catastrófico punto de inflexión. Valente decidió hacer frente a los godos sin esperar refuerzos de su sobrino Graciano. La infantería romana fue sobrepasada por la caballería gótica y, en el caos, Valente fue asesinado, su cuerpo nunca fue recuperado. La derrota no solo costó la vida del emperador y dos tercios del ejército oriental, sino que también marcó el inicio del declive del poder romano en Occidente, revelando una debilidad estructural y estratégica que los enemigos del imperio no tardarían en explotar.
Estas derrotas moldearon el curso histórico de Roma, destacando tanto su vulnerabilidad como su aura de invencible. Aunque pagaron un alto precio, los romanos aprendieron de estos errores, adaptándose y desarrollando nuevas estrategias militares y políticas para los desafíos que siguieron poniendo a prueba la capacidad del imperio.
Referencias:
Fernández Rojo, B. 2019. Breve historia de los ejércitos: la legión romana. Nowtilus.
Ramos de los Santos, J. 2017. Eso no estaba en mi libro de historia de Roma. Almuzara.