Los coches eléctricos se enfrentan a un nuevo problema con los robos del cobre de los cables de carga.
El robo de cobre ha afectado directamente a España en las últimas semanas y los expertos aseguran que irá a peor. El servicio de Rodalies se paralizó el pasado 12 de mayo debido a un robo en la línea ferroviaria a unas pocas horas de la celebración de las elecciones al Parlamento de Cataluña.
El precio de mercado de este material ha alcanzado máximos históricos y los ladrones aprovechan cualquier oportunidad para hacer negocio. Este material ha pasado a venderse un 25% más caro que el año pasado y los analistas esperan que siga subiendo.
El nuevo objetivo de los ladrones de cobre son los puntos de carga de los coches eléctricos. Los cables de estos cargadores tienen una alta concentración de este material y pueden acceder a él en cuestión de minutos con una sierra o cizalla.
«En Cataluña estamos sufriendo oleadas de robos de cables de cobre DC», según Ferran Menescal Miralles, responsable de ventas de Kempower para Motor Pasión. Los ladrones pueden ganar de media unos 30 euros por cada venta de cobre procedente de uno de estos cables.
Esta práctica ha puesto en jaque a los fabricantes de coches eléctricos y de puntos de carga. Miralles asegura que sustituir uno de estos cargadores supone una inversión de hasta 8.000 euros para la empresa.
El problema va más allá con la posibilidad de cortar el suministro de toda la estación de carga si el robo afecta a todos los cargadores. Los conductores podrían ser los primeros en sufrir las consecuencias.
Los fabricantes de coches eléctricos y las empresas que gestionan los puntos de carga están invirtiendo en desarrollar una flota de cargadores en España, pero no es suficiente. Casi 4 de cada 10 conductores estadounidenses aseguran que no conocen ningún punto de carga cercano, recoge KLS.
España cuenta actualmente con 32.422 puntos de carga con un aumento del 10% durante el primer trimestre del año. Estas cifras están lejos de los objetivos marcados por Europa con 64.000 cargadores de acceso público.
La implantación de los coches eléctricos es lenta, pero va por el buen camino, aunque el problema con el robo de este material podría ralentizar el proceso. El 11% de los puntos de carga no están operativos y los robos podrían aumentar el porcentaje.
El robo de cobre ya es un problema global
Países Bajos y Alemania también han alertado de un aumento en el robo de cobre en estaciones de carga de coches eléctricos. Los países estudian instalar carretes enrollables que oculten la manguera, que solo se puedan desbloquear en el momento de cargar, alarmas sonoras o sensores.
Las medidas de protección que empezarán a utilizar algunas empresas esperan reducir el número de robos, pero también tendrán un impacto en los conductores. El precio final de cargar un coche eléctrico podría ser mayor.
Estados Unidos no se libra de los robos y empresas como Electrify America aseguran que sufren un corte de suministro cada seis meses. La red de supercargadores de Tesla en ciudades como Seattle, Oakland y Houston también ha sufrido las consecuencias.