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miércoles, junio 26, 2024

Por qué el vestido de la reina Sofía en la proclamación de Juan Carlos I fue muy criticado: el mensaje oculto de su look

Don Juan Carlos y doña Sofía, con sus hijos el día de la proclamación del rey de España.

Don Juan Carlos y doña Sofía, con sus hijos el día de la proclamación del rey de España. /
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Aquella ceremonia del
22 de noviembre de 1975 se celebró dos días después de la muerte de Franco, pero, al mismo tiempo, debía ser
una celebración, la de un nuevo rey y un nuevo tiempo. El luto oficial se levantó parcialmente, y
la proclamación tuvo lugar en el Congreso de los Diputados y al que asistieron el príncipe Felipe y las infantas Elena y Cristina. Pocas veces ha sido tan importante
el atuendo de una reina en un momento histórico.
Ella debía decir lo que el rey no podía expresar abiertamente y anunciar esa nueva senda que emprendía el país.

La reina Sofía se decantó para aquel momento crucial por
un diseño de vestido y abrigo largos inspirado en Valentino, de color fucsia, que cosieron para ella
las hermanas Molinero, María Antonia y Pilar, en Madrid a toda prisa y que se convirtió en un modelo icónico, por su brillo y sobria elegancia. Las Molinero eran las modistas favoritas de la alta sociedad madrileña y pioneras en traer los patrones de Valentino o Givenchy a España.

Un modelo muy español

Fue uno de los encargos más importantes de las Molinero. La inspiración eran los capotes taurinos. Doña Sofía optó por la gala para cumplir con la solemnidad del acto. El abrigo, de corté evasé, llevaba bordados en las mangas acampanadas y el vestido, en la parte del bajo. El bolso era a juego. Fue
un toque de color vibrante en aquella ceremonia llena de señores de negro.

Su brillante color se convirtió en
el símbolo de los nuevos tiempos que estaban por llegar. Pero ese color levantó críticas. Muchos pensaron que la reina debía haber ido de negro, dado que la capilla ardiente de Franco estaba todavía abierta. Pero aquel modelo espectacular y muy español era toda una lección de estilo. La reina debía marcar la diferencia con la etapa anterior y lo hizo a través de su indumentaria.
Nunca un vestido dijo tanto.

El vestido de doña Sofía en la proclamación de Juan Carlos I como rey de España.

El vestido de doña Sofía en la proclamación de Juan Carlos I como rey de España. /

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Doña Sofía lució la orden de Isabel La Católica y se adornó con pendientes y un collar de perlas de tres vueltas. Casi cincuenta años después de aquel día tan importante para la historia de España,
la imagen de la reina Sofía sigue siendo icónica. Es la prueba de la modernidad de aquel diseño.

Inauguró la «edad de oro» de las Molinero, según explicaba Lorenzo Caprile a la revista Vanity Fair hace unos años. Las modistas solían adaptar los patrones de alta costura siguiendo las necesidades de sus clientas. Y entendían muy bien cuáles eran las necesidades de la nueva reina. «Doña Sofía iba impecable y perfecta». Caprile explicaba también que
nunca cambio de peinado para salir idéntica en todas las fotos.

Una misa en San Jerónimo El Real

Don Juan Carlos y doña Sofía formaban, en ese momento, una pareja de gran peso en las monarquías europeas. Entre los asistentes a la proclamación estaban la familia Franco, por supuesto, y la del rey y
representantes de monarquías, como el rey Hussein, gran amigo de don Juan Carlos, Grace de Mónaco y Rainiero y el rey Constantino. Tras la ceremonia, los reyes recorrieron las calles de Madrid en un Rolls Royce descubierto

La reina contó a Pilar Urbano que ella misma, su hermana Irene y su cuñada Ana María estuvieron ayudando a las modistas en La Zarzuela, el día anterior, quitando hilvanes. El vestido
está hoy expuesto en el Palacio de Aranjuez junto a otros diseños icónicos de la familia real como los vestidos de novia de doña Sofía y de doña Letizia.

El segundo vestido de doña Sofía. Foto: Gtres

El segundo vestido de doña Sofía. Foto: Gtres

En este Palacio también está expuesto
el segundo vestido, color verde agua, que lució la reina Sofía en la misa del Espíritu Santo que se celebró cinco días después de la proclamación, en San Jerónimo El Real, en Madrid, y a la que la reina acudió con mantilla y peineta. El diseño era también un dos piezas de corte evasé, también con bordados en el abrigo y el vestido. Tras esta ceremonia, los reyes se trasladaron al Palacio Real y saludaron desde el balcón a la gente congregada en la plaza de La Armería.

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