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sábado, noviembre 23, 2024

Cuando Barcelona estuvo bajo la sombra siniestra de las “chekas”

Las llamadas chekas se hicieron siniestramente famosas en la retaguardia republicana, hasta el punto de que la simple pronunciación de su nombre servía para provocar el terror entre aquellos que lo escuchaban.

Impulsores de mente retorcida

Este tipo de instalaciones, más o menos secretas, se utilizaban como centros de detención al margen de la ley donde interrogar, torturar y ejecutar a sospechosos de actividades opositoras.

Aparte de las que dependían de organismos policiales de la República, algunos partidos, sindicatos y comités crearon sus propias chekas para amedrentar a sus rivales políticos aprovechando la falta de un control efectivo por parte de las autoridades.

El líder nazi Heinrich Himmler visitó la antigua cheka de la calle Vallmajor, en BarcelonaASC

El término fue tomado del Comisariado Extraordinario Panruso para la Lucha contra el Sabotaje y la Contrarrevolución, uno de los primeros organismos de inteligencia política y militar soviéticos surgidos tras el triunfo de la Revolución de Octubre.

La pronunciación en ruso del acrónimo de su nombre sonaba como «cheká», pero en su forma castellanizada perdió su acentuación en la «a». Los agentes del NKVD destinados en España durante la Guerra Civil copiaron este modelo represivo que se adaptó a las necesidades del momento.

Las chekas se extendieron rápidamente por las principales ciudades de la zona republicana, pero fue en Barcelona donde los sádicos refinamientos que se aplicaban a los detenidos alcanzaron un alto grado de sofisticación.

El político comunista húngaro Ernst Moritsovich Gere, conocido como Pedro, fue uno de los principales promotores de las chekas barcelonesasASC

El comunista húngaro Ernst Moritsovich Gere, también conocido como Pedro, fue el principal impulsor de las chekas en Cataluña desde su puesto como Consejero del PSUC, delegado de la Internacional Comunista y agente del NKVD.

Para esta labor contó con la ayuda inestimable de Alfonso Laurencic, un oscuro personaje nacido en Francia, hijo de padres austríacos, que residía en Barcelona haciéndose pasar por arquitecto y que malvivía trabajando como intérprete, músico en orquestas de tres al cuarto y pintando cuadros de dudoso gusto. Afiliado al POUM, lo más probable es que Laurencic actuase como agente al servicio de los soviéticos.

Después de ser capturado por el Servicio de Información Militar (SIM), habría sido reclutado como asesor cuando propuso a sus guardianes unos peculiares métodos para extraer información a los detenidos en las chekas.

Preventorios

Laurencic habría diseñado las que se instalaron en el que había sido Monasterio de Santa María de las Madres Agustinas, situado en el número 29 de la barcelonesa calle Vallmajor, cheka que también fue conocida por el eufemismo de «Preventorio D», y la que se encontraba en el antiguo convento de las Monjas Sanjuanistas en la calle Zaragoza número 77, llamada «Preventorio G». La primera dependió directamente del psuc, hasta que en noviembre de 1937 fue puesta bajo control directo del sim.

Las celdas de estas chekas, definidas como «psicotécnicas», eran pequeños cubículos alquitranados que se recalentaban bajo el sol. En su interior, la cama hecha de obra estaba inclinada para impedir el reposo. El suelo se había alicatado con ladrillos en posición vertical a diferentes niveles para dificultar el andar o simplemente ponerse de pie.

Milicianos del POUM (entre los que se encuentra George Orwell) montando guardia frente a la sede de la organización en Barcelona, en 1936Álbum

Las paredes, decoradas con motivos geométricos psicodélicos que provocaban ilusiones ópticas en los detenidos, formaban ángulos imposibles o tenían una superficie curva, aumentando su desorientación.

Los colores chillones con los que habían sido pintados techos y tabiques buscaban desestabilizar emocionalmente. Para crear esa atmósfera de pesadilla Laurencic se había inspirado en los estudios y técnicas pictóricas de artistas de la escuela alemana de la Bauhaus como Vasili Kandinski, que investigaron en la sinestesia o en los efectos psicológicos que podían crear en la mente humana determinado efectos cromáticos.

En el «Preventorio D», el espacio de la capilla del antiguo convento se dividió en varias celdas sin techo que eran vigiladas desde arriba. En ellas nunca se apagaba la luz, ni siquiera durante la noche. También se había excavado un estrecho pasillo subterráneo por el que se trasladaba a los presos hasta la sala de interrogatorios. Antes de llegar salían momentáneamente al patio exterior y se les hacía pasar por delante de una fosa abierta que parecía estar esperándoles.

Milicianos del POUM (entre los que se encuentra George Orwell) montando guardia frente a la sede de la organización en Barcelona, en 1936Álbum

Aún más terroríficas si cabe eran las llamadas «celdas armario», en realidad unos cajones semejantes a féretros, con cincuenta centímetros de ancho por cuarenta de profundidad y una altura graduable para impedir queel cuerpo se mantuviera erguido.

En su interior había un asiento de cemento muy estrecho que obligaba a la víctima a mantenerse de puntillas debido al poco espacio. A la altura de los ojos del recluso se abría un ventanuco por el que entraba un potente foco de luz que siempre permanecía encendido.

Mención aparte merecen los métodos que los torturadores aplicaban en las chekas para extraer confesiones a los detenidos. Entre los más clásicos destacaba una especie de silla eléctrica: a los presos se les ataba a los reposabrazos con unas cinchas metálicas y les mojaban los pies con agua; a continuación, se les aplicaban descargas eléctricas reguladas por un reóstato que hacían que se retorcieran de dolor en el asiento.

En la «nevera» eran sometidos a duchas de agua helada, y en «el pozo» se les sumergía colgados boca abajo hasta queles faltaba el aire.

Geografía de la tortura

Los historiadores han cifrado en cuarenta y seis el número de chekas repartidas por Barcelona. Además de las de Vallmajor y Zaragoza, cabe destacar la instalada en lo que había sido el Seminario Conciliar, situado en el número 231 de la calle Diputación, gestionada por la fai para después de los Sucesos de mayo de 1937 pasar a depender del sim; «La Tamarita», oculta en una discreta casa señorial con un hermoso jardín enclavada entre el Paseo de San Gervasio y la Avenida del Tibidabo, perteneció a la estructura del sim pero estuvo dirigida por agentes soviéticos; o la del chalé del número 321 de la calle Muntaner, donde se aplicó por primera vez la tortura de la «silla eléctrica».

Los sótanos del Hotel Colón en la Plaza de Cataluña, el Círculo Ecuestre, o el Palacio de Arte Moderno en la montaña de Montjuic, sede actual del Museo Nacional de Arte de Cataluña, fueron otros puntos de esta geografía de la tortura repartidos por Barcelona.

Una de las chekas de Barcelona se instaló en el Monasterio de Santa María de las Madres AgustinasASC

Nunca se podrá determinar el número de torturados, muertos y desaparecidos que fueron víctimas de las chekas barcelonesas. Alfonso Laurencic fue detenido por las tropas franquistas al final de la contienda. Entregado a un oficial de la Legión Cóndor al haber alegado su nacionalidad austríaca, se le juzgó en un consejo de guerra el 12 de junio de 1939.

Ante las preguntas del fiscal se mostró desafiante cuando se le preguntó si conocía la existencia y finalidad de las chekas, a lo que respondió «Sí, y hubiera construido cien más». Laurencic fue declarado culpable y en la mañana del 9 de julio se le trasladó al Campo de la Bota donde fue fusilado. Su cuerpo fue arrojado a una fosa común en el Fossar de la Pedrera.

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