Algunas personas parecen tener un “sexto sentido” para orientarse, capaces de embarcarse en cualquier viaje sin más guía que su instinto natural. Pero, ¿cómo lo hacen? ¿es una habilidad que se puede aprender? ¿Podemos mejorar nuestro sentido de la orientación?
La respuesta a esta pregunta es afirmativa. Aunque algunas personas parecen tener una habilidad innata para orientarse, la capacidad de ubicarse y encontrar el camino se puede desarrollar con práctica y ciertas estrategias, según los expertos.
De hecho, recientes investigaciones en neurociencia y psicología sugieren que hay muchas maneras de conseguir que la gente perfeccione sus habilidades espaciales.
¿Por qué algunas personas son mejores orientándose?
Según los expertos, el hecho de que una persona se oriente mejor que otra en un determinado contexto puede atribuirse a una combinación de factores que incluyen la experiencia temprana, el entorno en el que crecieron, el género y la práctica constante.
“Además del sexo y la edad, se sabe que la experiencia previa con el entorno y el uso de claves ambientales (como la posición del sol) influyen en la capacidad de orientación de los seres humanos”, señalan investigadores del Instituto Max Planck (Alemania).
Ralph Street, un apasionado de los mapas, estudió geografía y planificación urbana. Desde muy pequeño, sus padres lo llevaban a competiciones de orientación, un deporte que consiste en correr entre dos puntos utilizando un mapa topográfico y una brújula.
“Mis padres me llevaron a una competición de orientación en la primera semana de mi vida”, señala a la cadena británica BBC. Street ha convertido esta formación temprana en una habilidad que le permite competir a nivel internacional desde su hogar en Oslo, Noruega.
Además, estas destrezas le han sido útiles en la vida cotidiana. Recuerda un viaje de infancia de Londres a Glasgow, donde sus amigos dependían de su habilidad para moverse en una nueva ciudad. “Generalmente tengo razón, pero a veces hacemos lo que dicen los demás y luego nos damos cuenta de que están equivocados”, apunta.
Y es que, se considera crucial que los niños tengan la oportunidad de moverse de manera independiente en ambientes variados. “Los experimentos con animales sugieren que el movimiento pasivo no es tan efectivo porque no prestas atención”, añade Nora Newcombe, profesora de psicología en la Universidad de Temple en Filadelfia (EE.UU).
Las personas que crecieron fuera de las ciudades, o en ciudades espacialmente complejas (como Praga, por ejemplo), también parecen tener mejor capacidad de navegación en la edad adulta. Algo que está relacionado con las distancias recorridas y la variedad de áreas exploradas.
Incluso cuando somos adultos, “tenemos buena evidencia de que las personas que se mueven más ampliamente por su entorno” tienen mejores habilidades espaciales, dice Newcombe.
Género y habilidades de navegación
Sin embargo, en muchas sociedades, las niñas y mujeres tienen oportunidades limitadas para practicar sus habilidades de navegación, lo que contribuye al mito de que las mujeres tiene peor sentido de la orientación que los hombres.
A veces, las mujeres se consideran peores para ubicarse en el mapa que los hombres incluso en estudios donde su desempeño es el mismo, debido en parte a los estereotipos de género.
En general, la desigualdad de género está asociada con diferencias de navegación entre géneros, lo que subraya el papel de la cultura en la creación o percepción de tales diferencias. La investigación antropológica sugiere que en sociedades más igualitarias en cuanto al género, estas diferencias desaparecen.
De hecho, un estudio realizado por investigadores del Instituto Max Planck y publicado en 2019 sobre los cazadores-recolectores Mbendjele BaYaka en la República del Congo, quienes cazan y recolectan sin herramientas como mapas o brújulas, mostró que no había diferencias de precisión en las pruebas de orientación entre hombres y mujeres.
Cómo procesa el cerebro la orientación
Las habilidades de localización se procesan en el cerebro a través de mapas cognitivos, que son esencialmente modelos mentales del espacio. Estos mapas cognitivos residen en el hipocampo, una región del cerebro involucrada en la memoria.
Las estructuras alrededor del hipocampo también juegan un papel clave en la orientación. La región entorrinal, por ejemplo, ha sido descrita como el sitio de la “señal de dirección de objetivo”.
Además, los cerebros de aquellos que mejor se orientan muestran ciertas diferencias respecto a los de los demás. Por ejemplo, un equipo del University College de Londres descubrió que la estructura del cerebro de los taxistas británicos cambia durante una prueba donde deben aprenderse el camino más rápido por la capital.
En concreto, los investigadores descubrieron que las partes del cerebro relacionadas con la memoria aumentaban de tamaño. Los resultados, que se publicaron en la revista Current Biology, sugieren que el cerebro puede adaptarse a nuevas tareas, incluso en la edad adulta.
Cómo mejorar el sentido de orientación
Además, existen muchos mitos sobre la orientación humana. “Un mito es pensar que no puedes mejorar”, en palabras de Newcombe. De hecho, los adultos pueden aprender estas habilidades a pesar de la menor plasticidad cerebral.
Newcombe también entiende que aunque las habilidades de navegación sean irrelevantes en la era del GPS, las baterías de los teléfonos pueden agotarse y los sistemas pueden cometer errores, como sugieren los relatos de personas que han terminado en tierra de nadie siguiendo las indicaciones de su GPS.
En cualquier caso, los mapas, brújulas, arte rupestre y gráficos de palos son tipos de ‘artefactos cognitivos’. Estas herramientas son útiles, aunque tampoco son imprescindibles. Las personas pueden entrenarse para notar mejor las señales ambientales como el viento, el sol y las pendientes, tanto en entornos rurales como urbanos.
No todos tienen los recursos o las oportunidades para participar en estas actividades, pero algunas pautas pueden practicarse simplemente caminando o moviéndose por el entorno. Como apuntan los investigadores, cambiar nuestra relación con el riesgo es crucial.
Y aunque la variación cultural hace difícil proporcionar consejos universales para mejorar nuestro sentido de la orientación, en general, “cuanto más te muevas, especialmente de maneras que sean un poco desafiantes, mejor desarrollarás tu orientación”, concluyen los investigadores.
Referencias:
- Jang, H.; Boesch, C. et al. ‘Sun, age and test location affect spatial orientation in human foragers in rainforests’. Proceedings of the Royal Society Biological Sciences (2019)
- Walkowiak, S., Coutrot, A., Hegarty, M. et al. ‘Cultural determinants of the gap between self-estimated navigation ability and wayfinding performance: evidence from 46 countries’. Scientific Reports (2023)
- Waddington, E; Heisz, J. ‘Orienteering experts report more proficient spatial processing and memory across adulthood’ PLOS ONE (2023)