Nuevas reglas en el enfrentamiento entre todocaminos.
Opel Grandland y Seat Ateca han sido siempre rivales directos, sin embargo, el alemán acaba de presentar una nueva generación que crece en nada menos que 17 centímetros, llevándole al segmento de los SUV medios en lugar de los compactos. ¿Siguen siendo alternativas el uno al otro? Y, ¿cuál de los dos es una mejor opción?
Hay que tener en cuenta que en este enfrentamiento un factor capital es el hecho de que, al contrario que su rival, el modelo español lleva mucho tiempo en el mercado, con una apuesta sólida, pero por la que el tiempo no pasa en balde, así que en ciertos aspectos sí que se le empiezan a ver las costuras.
Diseño
Aunque ambos son modelos sólidos en este aspecto, el hecho de estrenar generación hace que el punto aquí se lo anote el Opel Grandland.
El modelo alemán luce el nuevo lenguaje de diseño de la marca alemana, que se caracteriza por las líneas limpias de la carrocería y el volumen. Destaca, como en sus hermanos, el Opel Vizor, el conjunto frontal que integra una firma lumínica en forma de ‘L’, así como un logo central que también está iluminado.
En términos generales luce más moderno que el Seat que, eso sí, es un claro ejemplo de como un diseño conseguido aguanta el paso del tiempo sin problema. Desde que fuera presentado, ha recibido actualizaciones, pero en conjunto sigue siendo el mismo coche. A pesar de ello, no se siente anticuado y sigue siendo un modelo con un estilo fresco.
Dimensiones
La segunda entrega del Grandland ha supuesto un salto considerable, haciendo que sea mucho más grande que su rival. Mide 4,65 metros de longitud, 1,91 de anchura y 1,66 de altura; a lo que añade una distancia entre ejes de 2,78 metros.
En comparación, el Ateca se conforma con 4.381 mm de longitud, 1.841 mm de anchura y 1.615 mm de altura; además de con una batalla de 2.638 mm.
A pesar de la diferencia de tamaño, el español aguanta el tipo en lo referente a maletero, ofreciendo 510 litros por los 550 de los que dispone su rival. De hecho, la paridad se mantiene también al abatir los asientos traseros, logrando, respectivamente, 1.604 y 1.641 litros.
Motores
Es aquí el punto en el que más en las antípodas están el uno del otro. El nuevo Opel sigue las tendencias actuales, apostándolo todo a la electrificación, mientras que en la gama mecánica del Ateca no hay rastro de ella.
Empezamos por el español, cuya oferta de motores es algo limitada y se circunscribe únicamente a opciones de combustión.
Por pate de los gasolina, la gama arranca con el 1.0 TSI de 115 CV con cambio manual, estando por encima el 1.5 TSI de 150 CV, que se ofrece con transmisión manual de seis velocidades o automática de siete. También puede montar un motor diésel, el 2.0 TDI de 150 CV, siempre con cambio automático.
Del Grandland, Opel ha sido parca en detalles, por el momento. Solo ha dado unas nociones generales, empezando porque las tres versiones anunciadas tienen electrificación de algún tipo, por lo que siempre tendrá la etiqueta ECO o CERO de la Dirección General de Tráfico (DGT).
La base será una variante microhíbrida con corazón de gasolina 1.2 turbo y una potencia de 136 CV. Por encima estará una versión híbrida enchufable que podrá recorrer hasta 85 km en modo eléctrico. El tope de gama será el Grandland eléctrico, del que solo se ha confirmado una batería de 98 kWh de capacidad que el otorgará una autonomía de 700 km.
Precio
Por lo que respecta al precio, dado que se ha presentado hace muy poco, todavía no se conoce cuánto va a costar la nueva generación del Opel Grandland. Sin embargo, tanto por su crecimiento como por el hecho de que su versión de acceso ya dispondrá de tecnología electrificada, seguramente tendrá un punto de partida superior al del Seat Ateca.
Éste está disponible a partir de 28.269 euros. El alemán estará disponible en España después del verano, así que sus tarifas no deberían tardar en anunciarse.
¿Cuál es mejor opción?
El crecimiento experimentado por el Opel hace que lo que antes era un enfrentamiento directo, ahora no lo sea tanto.
Aunque por maletero puedan ir enfocados al mismo público, el alemán es un modelo más voluminoso que, además, dispone de un mayor espacio interior, por lo que su enfoque es todavía más familiar que antes.
Además, a su favor cuenta con el hecho de tener mecánicas electrificadas que, en función de dónde se viva, pueden ser algo indispensable para muchos conductores.
Es ese el principal aspecto en el que el Ateca “cojea”, pero el todocamino español también tiene argumentos a favor. El principal es que debería ser más barato que su rival, algo que en parte deriva de una oferta mecánica más sencilla que puede ofrecer alternativas frugales sin recurrir a la electricidad, como es el caso del motor diésel de 150 CV.