Prueba Audi Q5 40 TDI quattro, diésel ¡y con etiqueta ECO! Una buena combinación…

Familiar y un rutero incansable. Aquí tienes la prueba del Audi Q5 40 TDI quattro que, con su motor diésel y sistema microhíbrido, se gana la etiqueta ECO de la DGT y te permite hacer kilómetros con un gasto más que razonable y meterte hasta el fondo de las grandes ciudades sin miedo a las multas a pesar de ser un SUV.

Los motores diésel son los grandes denostados… injustamente. El miedo a posibles (y futuras) penalizaciones sobrevuela el ambiente y provoca que caigan en el olvido. 

Pero, repito, de forma inmerecida, porque con el equipamiento adecuado, siguen siendo una gran opción para la mayoría de los casos. Y para muestra, un botón en forma de Audi Q5 40 TDI con etiqueta ECO en el parabrisas.

Por otra parte, el Audi Q5 TFSIe híbrido enchufable equivalente se va hasta los 73.390 euros. Comparado, este Audi Q5 TDI, este te sale casi 11.000 euros más barato.

No te vas a arrepentir de este Audi, porque aunque lleva ya un tiempo sin recibir actualizaciones, el Audi Q5 es un coche de mucha calidad, cuya habitabilidad y volumen del maletero son simplemente soberbios (550 litros, 1.550 si abates los asientos traseros). 

En ese sentido, la fila trasera ofrece mucho espacio en todas las cotas y solo en anchura le podríamos reprochar algo si eres muy tiquismiquis. También es cierto que el túnel central de transmisión estorba y bastante al pasajero que se siente en la plaza del medio, y que el respaldo, en su caso, es plano y menos cómodo que las plazas exteriores.

Pero vamos al lío, y para ello, me pongo en marcha. Reconozco que hacía mucho tiempo que no me ponía al volante de una mecánica diésel y ya se me había olvidado cómo ronronea al ralentí. 

En este caso, este Audi Q5 se ayuda de un bloque TDI archiconocido de dos litros y 204 CV (estrena un sistema de doble inyección de AdBlue para minimizar las emisiones de dióxido de nitrógeno). 

Semejante caballería se me antoja más que suficiente para la mayoría de casos. No vas a echar en falta más potencia y, por el contrario, vas a estar encantado con su consumo: en mi recorrido de pruebas he logrado 6,7 litros, una cifra muy cercana a la homologada y que habla bien de lo afinado que está este motor. 

Pese a sus 1.880 kilos de peso, la suspensión neumática que monta esta unidad (2.235 euros) hace que, en el modo más dinámico, el comportamiento sea muy aplomado y te regale toneladas de confianza para elevar el ritmo (tracción quattro de por medio). 

¿Se puede comparar con un deportivo? Obviamente, no. ¿Te puedes divertir al volante? Rotundamente, sí. En cualquier caso, y sea cual sea el modo de conducción que selecciones, viajar en este Audi Q5 40 TDI es un verdadero placer para los sentidos, porque se han esmerado mucho en aislar al máximo su habitáculo. 

En cuanto a asistentes y equipamiento, Audi sigue pecando de algunas lagunas en la dotación de serie. Me refiero, por ejemplo, a la ausencia en el equipo de fábrica de puertos de carga para la fila trasera (cuestan 100 euros), la cámara de visión trasera (605 euros), el cargador inalámbrico para móviles, un equipo de sonido más decente (solo 8 altavoces de serie)… 

Las llantas, por su parte, son siempre de 19 pulgadas de serie, aunque tienes la posibilidad de montar hasta de 21 pulgadas si quieres con un sobrecoste. Otro detalle: los faros principales incluyen la tecnología Matrix LED de serie.

En cualquier caso, siempre vas a poder subsanar estas carencias a golpe de cartera y redondear un SUV diésel de lo más recomendable. El interior es clásico en Audi, con sendas pantallas y una disposición de mandos en los que destaca la total ausencia de botones táctiles. La calidad es indiscutible.

Los precios se han disparado y hace unos años, por un poco más de lo que cuesta este Q5, te comprabas un Q7. Dicho esto (lo tenía que soltar), este 40 TDI me parece la versión más lógica de la gama con su motor diésel y etiqueta ECO: un familiar para rodar sin miedo a nada.