Michael Dunlop (Ballymoney, Irlanda del Norte; 34 años) destaca por dos cosas. La primera, por ser uno de los mejores road racers de todos los tiempos, tal y como atestiguan sus 25 victorias en el TT de la Isla de Man, además de un sinfín de triunfos en otras carreras de la modalidad más pura del motociclismo. Y la segunda, por lo poco -por no decir casi nada- que se prodiga en los medios de comunicación.
Así que, cuando seleccionan a tu medio como el único español entre una decena de medios europeos para acudir a un evento organizado por D3O con la oportunidad de entrevistarle, no te queda otra que dejar los regalos de reyes recién abiertos debajo del árbol, conducir hasta Madrid, coger un avión y plantarte en el cuartel general de la marca en Croydon, al sur de Londres.
Allí pudimos disfrutar de una visita a fondo por las instalaciones de la empresa de ingeniería química, en la que fuimos descubriendo los secretos de la ciencia que esconde ese fluido no newtoniano hecho para proteger y con aplicaciones que van desde el motociclismo hasta la industria militar, antes de poder compartir un rato con su piloto estrella.
Resulta imposible saber en qué momento entró Michael en la sala donde una decena de periodistas recargábamos pilas con unos snacks tras la visita matinal a la fábrica. El caso es que, cuando querías darte cuenta, él ya estaba allí. Con pantalones cortos -mientras fuera caían copos de nieve- charlaba distendidamente con uno de los trabajadores de la empresa que le patrocina.
Después de asistir a una entrevista conducida por Steve Plater, llegó el turno de las entrevistas individuales por turnos. El momento de sentarse cara a cara con un tipo normal de Irlanda del Norte que se transforma en leyenda cuando recibe el toquecito del marshall en la isla.
“EL TT 2023 NO ESTUVO MAL”
Aunque parece relajado, tiene que estar cansado después de un día de atender compromisos, precisamente la parte que no le gusta de ser piloto. Así que, para tratar de romper esa barrera entre el asfalto y la entrevista, se antojaba necesario trasladarle mentalmente a la isla y que hablase desde allí. Del TT de 2023, por ejemplo.
“Estuvo bien. Podría haber sido mejor, podría haber sido peor. Pero en general no estuvo mal”.
Cualquiera que le oiga podría pensar que rascó algunos podios, que quizás logró una victoria. La realidad es que consiguió cuatro victorias, un hito que sería el ‘peak’ de prácticamente cualquier road racer en la historia. Para él es un año más en la oficina:
“Es curioso, el TT te pilla de diferentes maneras: hay algunos años buenos y otros no tan buenos. Así que, cuando estás ganando carreras, normalmente no está mal”, pondera Dunlop, cuya filosofía de carreras es clara: no pensar mucho en las ya disputadas y poner el foco en las que están por venir: “Ya solo nos centramos en 2024. No tiene sentido mirar atrás, solo hay que mirar hacia delante y volver a intentarlo”, sentencia.
No solamente logró cuatro victorias, sino que lo hizo con tres motos distintas: con la Paton arrasó en la primera carrera de Supertwin -y seguramente hubiese ganado la segunda de no tener que abandonar por problemas mecánicos; con la Yamaha ganó las dos de Supersport y con la Honda logró la victoria en la carrera de Superbike, siendo segundo en las dos de Superstock para terminar con un tercer puesto en el Senior, su ‘peor’ resultado de toda la edición.
Todas las que no ganó Dunlop fueron a parar a manos de Peter Hickman, con Dean Harrison colándose segundo en el Senior. Entre los tres coparon absolutamente todas las posiciones de podio de las seis carreras con las motos grandes.
“UN JUEGO VIEJO Y DIVERTIDO”
Resulta evidente que los tres están a un nivel superior respecto al resto, y que esa competitividad les está haciendo mejorar y buscar sus propios límites. Un “juego viejo y divertido” que hace a Dunlop esbozar una sonrisa al reflexionar sobre las fortalezas y debilidades de cada uno de ellos, no sin antes filosofar sobre la propia idiosincrasia del TT y lo difícil que resulta establecer ese tipo de comparativas:
“Es lo que tiene el TT, es gracioso porque recibes elogios de diferentes personas. Tenemos un par de generaciones en las que la gente entra, sale y cosas así. Creo que es un buen sitio en el que estar. El TT es un sitio en el que es bastante difícil saber qué es mejor y qué es peor”, razona el norirlandés, que deja otra de esas píldoras en las que concentra toneladas de ancestral sabiduría en un puñado de palabras:
“Así es como lo veo: solo puedo controlar lo que yo puedo hacer”.
Tan sencillo y tan complicado como eso: hacerlo lo mejor posible y confiar en que sea suficiente. Esa es la esencia de una prueba contrarreloj como el TT: “Es un juego viejo y divertido, al final. Es un juego divertido y al final siempre estamos tratando de apretar hasta la última pulgada, y eso está bien”, prosigue Dunlop, que también hace gala de su habitual sinceridad sin filtros para señalar su gran desventaja respecto a ‘Hicky’ y ‘Deano’.
“Los otros chicos los que pasan mucho tiempo en pista, lo cual creo que ayuda mucho, mientras que yo no lo hago. Así que en realidad solo es una cuestión financiera. Con más tiempo en la pista como ellos, probablemente sería mejor para mí”, admite.
En esa misma línea comenta las diferencias entre unas y otras categorías: “No creo que todo el mundo haya tenido las mismas oportunidades en Supertwin, Superbike o Supersport”, reconoce el piloto de 34 años, aprovechando para sacar pecho por otro de sus hándicaps: el físico.
“Fue positivo haber podido ganar en todas las categorías este año. Demostramos que podíamos, que éramos competitivos en todas las cilindradas; así que eso es lo que intentamos hacer, porque obviamente las motos más pequeñas a veces se adaptan mejor a gente más pequeña. Especialmente para alguien como yo, que soy un poquito más corpulento que la mayoría”, explica MD, haciendo hincapié en la ventaja de los pilotos más livianos en las categorías más ligeras:
“La moto más pequeña puede ser más difícil de pilotar, porque básicamente tienes que competir con algunas personas que pesan tres o cuatro libras menos que tú. Es un pequeño reto. Es mucho más fácil para ellos, y también es mucho más fácil para la moto; porque, obviamente, cuanto menor es la cilindrada, menor es la potencia y dependes más del peso, así que es un trabajo curioso”, dictamina el 25 veces ganador del TT.
25 victorias en el Tourist Trophy de la Isla de Man significan muchísimas cosas. Entre ellas dos: la primera es que ya ha dejado atrás al icónico John McGuinness. La segunda, que está a una sola victoria de las 26 de su tío Joey Dunlop, el piloto más laureado de todos los tiempos en la carrera más famosa de toda la historia del motociclismo.
Estuvo a punto de conseguirlo en 2023, pero la mecánica se lo impidió. Para cualquier piloto ‘de circuito’, haber acariciado semejante registro y no haberlo logrado por causas ajenas a su persona supondría tanto un recuerdo amargo a olvidar como una especie de obsesión futura. Los road racers no funcionan así, y Michael Dunlop menos.
“No es algo en lo que piense”, zanja el de Ballymoney.
“No es algo en lo que tienda a pensar demasiado”, repite, centrado en el mantra de fijarse solamente en sí mismo. “Obviamente, mi trabajo es ir en moto e intentar ganar carreras, y eso es lo que tenemos que seguir haciendo cada vez que salgo a pista: seguir apretando y hacer el mejor trabajo posible, y espero que sea lo suficientemente bueno para seguir ganando”, confía.
Desde fuera, y a tenor del nivel exhibido el pasado mes de junio, nadie duda no solo que llegará esa 26ª victoria; sino que será el primero en llegar a los 27 triunfos en el Tourist Trophy y que se puede superar perfectamente a treintena. En esa línea, Dunlop tampoco se pone objetivos numéricos antes de colgar el casco, aferrándose a la filosofía que le ha llevado hasta aquí:
“Honestamente no es algo en lo que piense. Corro en moto pensando en intentar ganar carreras y eso es lo que quiero: simplemente seguir intentándolo. Al final eso es todo lo que puedo hacer”, repite el segundo piloto en haber dado una vuelta a más de 135 millas por hora al Mountain Course, que deja muy claro que sigue disfrutando de cada victoria como si fuese la primera:
“Sería genial poder ganar más, pero si no lo hago, ya he logrado 25, que es un número bastante bueno. Y todavía me sigue gustando ganar, por eso sigo corriendo. Pero no puedes pensar en ser esto o aquello, solamente tienes que seguir hacia delante y hacerlo lo mejor posible”, insiste MD, que tampoco se moja a la hora de señalar un cuarto piloto que pueda inmiscuirse en el trío dominador del panorama actual:
“No lo sé. No es algo que nos hayamos planteado, y sería una tontería pensar que no va a haber alguien, ya que siempre habrá alguien que venga desde atrás, o alguien que intente algo. Pero es lo que digo: ¿Quién será? No estoy seguro”, confiesa el road racer.
«VAN A SER UNOS AÑOS INTERESANTES»
La entrevista está tocando a su fin y no se puede quedar en el tintero la pregunta que flota por encima de los números de victorias, de los pilotos y hasta de las motos: el estado de salud de las road races, heridas por las sucesivas cancelaciones del UlsterGP, los problemas con los seguros y las desapariciones de pequeñas road races en las islas británicas.
Y aquí, el último (por ahora) de la saga Dunlop sí se moja: “Creo que las road races nacionales no están en un buen momento ahora mismo. Creo que los promotores no lo están haciendo de tal forma que consigan que la gente venga o que se involucren, y creo que eso está afectando al resto. Así que no sé ni de dónde viene ni hacia dónde irá. Van a ser unos años interesantes para ver qué pasa al final”, concluye.
Han sido ‘solo’ cinco minutos, a la par efímeros y eternos. Se han pasado volando y, al mismo tiempo, me levanto pensando que acabamos de dar decenas de vueltas a la isla, pese a que estamos a casi 500 kilómetros de allí.
Le doy las gracias, me las devuelve con una sonrisa y me levanto para salir de la sala con la sensación de haber estado charlando con un parroquiano de mi bar de cabecera.
Hasta que, al pasar a su lado, una parte de mi subconsciente coge el control y, como si nos hubiésemos trasladado al corazón del mar de Irlanda y me tocase darle la salida al Mountain Course, mi brazo se mueve y se posa en su hombro durante menos un segundo, como queriendo capturar algo de la esencia de la leyenda con la que acabo de conversar.
