Un nuevo e interesante estudio de la Universidad de California Davis Health (Estados Unidos) revela que el tamaño del cerebro humano ha ido creciendo constantemente a lo largo de las generaciones. Esto significa no solo que tu cerebro sería más grande que el de tus abuelos, sino que alguien nacido en la década de 1930, por ejemplo, tendría también el cerebro significativamente más grande que una persona nacida a principios del siglo XX (y así sucesivamente).
Diferencia de tamaño: ¿qué consecuencias tiene?
Si nuestros cerebros se están haciendo más y más amplios, ¿qué efectos ha tenido y tiene para nosotros? Los investigadores plantean la hipótesis de que el aumento del tamaño de nuestro órgano pensante puede conducir a una mayor reserva cerebral, lo que, a su vez, podría conducir a la disminución del riesgo general de demencias relacionadas con la edad.
«La década en la que nace una persona parece afectar el tamaño del cerebro y, potencialmente, la salud del cerebro a largo plazo», explicó Charles DeCarli, profesor de neurología y director del Centro de Investigación de la Enfermedad de Alzheimer de UC Davis y autor principal de la investigación que recoge la revista JAMA Neurology. «La genética juega un papel importante en la determinación del tamaño del cerebro, pero nuestros hallazgos indican que influencias externas, como factores de salud, sociales, culturales y educativos, también pueden desempeñar un papel clave».
¿Un cerebro más grande previene la demencia?
Los científicos estudiaron las resonancias magnéticas de personas nacidas en la década de 1930 hasta la década de 1970 con datos procedentes del Framingham Heart Study, una encuesta de salud de larga duración que comenzó en 1948. La población del experimento era predominantemente blanca no hispana, sana y bien educada.
Tras examinar las pruebas de 3.226 pacientes -que ahora incluye a los hijos y nietos de algunos miembros de la cohorte original-, descubrieron que los bebés de la década de 1970 tenían casi un 15 por ciento más de superficie cerebral (pasaron de 2.056 a 2.104 centímetros cuadrados) y un 6,6 por ciento más de volumen cerebral que los bebés nacidos durante la década de 1930 (aumentó de 1.234 mililitros a 1.321 mililitros durante este período). Hubo un aumento gradual por cada década, según los expertos, incluso cuando se ajustaba por altura, sexo y edad; el efecto no varió según el sexo.
Además de estos incrementos, los investigadores también observaron que las partes del cerebro asociadas con la memoria y el aprendizaje también habían aumentado de tamaño como la materia gris cortical, la materia blanca y los volúmenes del hipocampo.
Un aumento constante y consistente
Queda por ver exactamente qué impacto tendrá el aumento promedio del cerebro humano en nuestro bienestar a largo plazo, aunque los investigadores señalan que el volumen cerebral adulto es «un importante predictor de la cognición en la vejez».
En España, más de 800.000 personas padecen la enfermedad de Alzheimer -el tipo de demencia más común- y, globalmente, al menos 44 millones de personas tienen demencia, según la Asociación de alzhéimer de España. En Europa, este número podría alcanzar los 11 millones de europeos en 2040. Pese a estas cifras, la incidencia de demencia por década está disminuyendo, unos resultados que encajan con los hallazgos de esta nueva investigación. Concretamente, los diagnósticos de esta enfermedad han disminuido aproximadamente un 13 por ciento cada década tanto en Estados Unidos como en Europa.
«Las estructuras cerebrales más grandes como las observadas en nuestro estudio pueden reflejar un mejor desarrollo y salud del cerebro», apuntó DeCarli. «Una estructura cerebral más grande representa una reserva cerebral más grande y puede amortiguar los efectos en la vejez de las enfermedades cerebrales relacionadas con la edad, como el alzhéimer y las demencias relacionadas».
Ciertamente, estudios anteriores han demostrado que el rendimiento cognitivo es mejor en pacientes con alzhéimer que presentan cabezas más grandes (la casa del cerebro), lo que respalda la llamada «hipótesis de la reserva cerebral». Parece tener sentido que contar con más volumen cerebral y, por tanto, más pliegues -y más neuronas- puede ayudar a proteger nuestro órgano más importante contra los efectos negativos relacionados con la edad. Así, aunque un cerebro más grande no nos haría más inteligentes, y no se puede establecer la casualidad basándose únicamente en este trabajo, sí que sería un buen escudo para nuestra salud cerebral. Aunque también es cierto que los neurocientíficos no siempre están de acuerdo sobre si el volumen cerebral es un indicador apropiado de la reserva cerebral, ya que el tamaño no lo es todo, podría aportar un buen amortiguador ante el deterioro cognitivo asociado a la edad.
A medida que envejecemos, se producen varios cambios neurobiológicos que pueden afectar el rendimiento cognitivo. Estos incluyen la reducción del volumen cerebral, sobre todo en la corteza prefrontal y el hipocampo, pero también hay una disminución en la actividad de los neurotransmisores, lo que puede ralentizar la velocidad de procesamiento y afectar el aprendizaje.
Referencias:
- Charles DeCarli, Pauline Maillard, Matthew P. Pase, Alexa S. Beiser, Daniel Kojis, Claudia L. Satizabal, Jayandra J. Himali, Hugo J. Aparicio, Evan Fletcher, Sudha Seshadri. Trends in Intracranial and Cerebral Volumes of Framingham Heart Study Participants Born 1930 to 1970. JAMA Neurology, 2024; DOI: 10.1001/jamaneurol.2024.0469
- Inference of ecological and social drivers of human brain-size evolution, Nature (2018). doi: 10.1038/s41586-018-0127-x , www.nature.com/articles/s41586-018-0127-x