En los últimos años, el avance vertiginoso de la inteligencia artificial ha levantado un maremágnum alrededor de diversos aspectos de nuestras vidas, incluida la educación superior. En este contexto, uno de los avances que más desafíos éticos y educativos ha planteado es la capacidad de estas máquinas para generar texto de manera casi humana, tal y como hace ChatGPT.
Esta tecnología ha provocado algunos recelos entre la comunidad científica y educativa, en el sentido de cómo los educadores deben abordar esta herramienta en el aula y cómo puede influir sobre el proceso de aprendizaje de los estudiantes.
Uno de los principales retos a los que se enfrentan los educadores es cómo gestionar el uso de tecnologías de generación de texto como ChatGPT en el aula. El escritor y profesor en las universidades de Elon y Duke, C.W. Howell, señala que la tentación de simplemente prohibir su uso puede parecer una solución rápida, pero no aborda el problema subyacente.
De hecho, Howell ha optado por un enfoque diferente en sus clases de estudios religiosos en la Elon University (EE UU): en lugar de prohibir el uso de ChatGPT, ha decidido involucrar directamente a sus estudiantes con esta tecnología para que sepan que estos modelos no son infalibles.
“Creé una tarea de clase basada en IA. Cada alumno debía generar su propio ensayo a partir de ChatGPT y ‘calificarlo’ siguiendo mis instrucciones. Se les pidió que dejaran comentarios en el documento, como si fueran un profesor evaluando el trabajo de un alumno”, explica Howell.
Así, les planteó que respondieran a preguntas tales como: “¿Manipuló ChatGPT alguna fuente? En caso afirmativo, ¿cómo lo averiguó? ¿Utilizó correctamente alguna fuente? ¿Se equivocó en alguna fuente real? ¿Su argumento era persuasivo o superficial?”, apunta el profesor.
Los resultados fueron reveladores: los alumnos observaron que cada uno de los 63 ensayos que habían realizado con ayuda de ChatGPT contenía “errores e incoherencias”. La mayoría de los estudiantes se sorprendió al descubrir las limitaciones de la IA, lo cual supuso una “decepción” para muchos.
En efecto, el hecho de incorporar a ChatGPT en clase no solo reconoce la inevitabilidad del uso de esta potente herramienta, sino que también brinda la oportunidad de educar a los estudiantes sobre sus limitaciones y cómo utilizarla de manera responsable, de acuerdo con Howell.
“Además de enseñar la alfabetización en IA y el uso responsable de ChatGPT, esta tarea también estimuló reacciones emocionantes y perspicaces por parte de los estudiantes, sobre el uso de la misma en clase, el propósito de la redacción de ensayos y el hecho de ser humano en la era de las máquinas”, en palabras del experto.
En este sentido, los estudiantes reconocen que el uso de ChatGPT en el aula podría menoscabar sus competencias en comprensión lectora, por ejemplo. Así lo expresa el estudiante de segundo año de biología y escritura de la Elon University, Cal Baker: “El elemento más crucial del trabajo escolar no es el material del curso ni la nota: los procesos de pensamiento reales que un estudiante experimenta mientras trabaja en una tarea son más importantes que simplemente entregar la tarea terminada”.
Y añade: “Si los estudiantes utilizan ChatGPT para hacer las tareas por ellos, me preocupa que se pierdan estas experiencias cognitivas”. Así, en su opinión, muchos estudiantes pueden no darse cuenta de las limitaciones y riesgos asociados con el uso de ChatGPT.
Por eso, Baker admite la importancia de que los alumnos comprendan que ChatGPT no es simplemente un motor de búsqueda infalible, sino que puede generar información falsa y citas fraudulentas. Y esa falta de comprensión puede llevar a errores críticos, como la inclusión de información incorrecta en trabajos académicos, lo que socava la integridad académica y el proceso de aprendizaje genuino.
Experiencias de aprendizaje únicas
Por su parte, la estudiante de psicología y religión en la Elon University, Fayrah Stylianopoulos ofrece una perspectiva más optimista sobre el potencial de ChatGPT en la educación superior. Reconoce que dicha tecnología puede ser una herramienta versátil que puede apoyar a los estudiantes en su viaje académico. Por ejemplo, entiende que ChatGPT puede sugerir experiencias de aprendizaje únicas, elaborar planes de estudios o proporcionar preguntas para estudiar un examen.
Sin embargo, Stylianopoulos advierte sobre la necesidad de mantener una perspectiva crítica y de empoderar a los estudiantes para que confíen en sus propias habilidades y perspectivas. Destaca que, aunque ChatGPT pueda sonar convincente, no puede ofrecer la profundidad y la comprensión humana, esenciales para el verdadero aprendizaje.
Pese a todo, se cree que la inteligencia artificial puede aportar una serie de beneficios educativos que van desde una interacción personalizada, hasta el acceso a la información instantánea, pasando por el estímulo del pensamiento crítico, el apoyo a la investigación, la práctica del lenguaje o la exploración de ideas, entre otros.
Referencias:
- Howell, C.W. ‘ChatGPT and the University’s Existential Crisis’. Howell, C.W. (2023)