Mujer con ropa deportiva. /
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Una rápida
meditación por la mañana de apenas cinco minutos es una excelente manera de comenzar el día, especialmente si a menudo te sientes agotada
incluso antes de cepillarte los dientes. El beneficio es espectacular: preparará a tu cerebro de la mejor manera para afrontar cualquier jornada, por dura que esta sea.
Es un escenario familiar para muchas personas: suena la alarma, te despiertas sobresaltada y luego entras en pánico por la interminable lista de tareas pendientes del día. ¿A que te suena? Pero hay una excelente manera de empezar el día. Los anglosajones lo llaman «beditation», por la
mezcla de cama y meditación.
Así lo explica su creador, Laurence Shorter, autor del libro autor de «The Lazy Guru’s Guide to Life»: «Todos nos esforzamos tanto por ser tan felices que a menudo nuestro intento es lo que nos estresa y nos hace sentir tristes». Y es ese
exceso de responsabilidades lo que te hace a menudo colapsar incluso nada más despertar.
La meditación es
un excelente antídoto contra todo esto, según Laurence. Requiere poco esfuerzo y se puede realizar momentos después de despertar. Se trata de aprovechar un momento, aunque solo sea cinco minutos, para no hacer nada en absoluto. ¿Quieres saber más?
Eliminar tensión con la meditación matinal
Cuando estás en un modo de ondas cerebrales beta estresadas, estás muy concentrada en un objetivo o problema en particular. Esto es excelente para una tarea en la que sabes exactamente lo que estás haciendo, pero no tan bueno si debes
pensar creativamente o resolver problemas.
La «beditation» consiste en ralentizar y relajar las ondas cerebrales para que puedas pasar del modo de onda beta impulsado por el estrés a un modo de onda alfa más relajado. Muchas personas han conseguido
relajar su carácter y nervios gracias a su práctica. Funciona de verdad.
El método de cinco minutos en la cama
El primer paso es muy sencillo: tan pronto como te despiertes,
quédate acostada y no hagas nada. No salgas de la cama en un loco frenesí de listas de tareas pendientes. Escucha y reconoce la voz en su cabeza que te dice que necesitas hacer algo, ya sea levantarte de la cama, preparar el almuerzo de los niños o planificar una reunión, pero no reacciones ante nada de eso.
También debes tener en cuenta la
percepción consciente de tu cuerpo acostado en la cama: piensa activamente en el peso del edredón o en cómo te sientes dentro de las sábanas y su tacto contra la piel. Esa «consciencia» es la forma perfecta de comenzar con este sencillo ejercicio de meditación.
El segundo paso es entrar en un estado de relajación. No te preocupes ni fuerces si te cuesta sentirte tranquila, simplemente
repite el proceso hasta que lo consigas. Es fundamental que tu mente aparte cualquier pensamiento y que a su vez sientas cómo todo tu cuerpo se va relajando.
Una vez que te sientas en perfecta calma,
hazte una pregunta: «¿Cuáles son mis prioridades para el día?». También vale la siguiente: «¿Qué es lo más importante en lo que debo concentrarme?». La respuesta puede llegar a ti o no, pero realmente eso no es lo fundamental de este tercer paso.
El secreto de esta parte final es
no esforzarse demasiado, dejar que todo fluya normalmente. Si has conseguido realizar los anteriores pasos, no te costará. Al relajarte le darás a tu cerebro espacio para pensar y, por lo tanto, serás más capaz de
encontrar soluciones creativas que te ayudarán a sentirte más serena y preparada para el día que te espera. Tu cerebro se activará desde primera hora y lo notarás.
