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lunes, noviembre 25, 2024

¿Ha aprendido Márquez a disimular?

Suena de fondo la musiquita del anuncio del turrón El Almendro. Ya saben, aquella con la cantinela de “vuelve a casa vuelve… por Navidáaaaaa…”

Pues eso, que vuelvo a la casa donde nací, periodísticamente hablando: Motociclismo. Aquí empecé, aquí publiqué mi primera crónica en el mes de marzo de 1974 cuando yo tenía 13 tacos… ¡glups! Hace de ello… mucho. Tanto, que me cuesta calcularlo (ejem) porque yo soy de letras…

Y ahora, muchas lunas después, regreso al lugar donde me pagaron mi primer sueldo, y aunque no sea Navidad, poco importa, porque para mi la principal fiesta del año llega con el arranque del campeonato mundial de MotoGP.

El jingle del almendro se va fundiendo con la fanfarria de las motos, se levanta el telón y descubrimos la temporada conmemorativa del 75 aniversario desde que inventaron esta adicción.

Como cada año, mariposas en el estómago y esa vieja sensación mezcla de alegría, nervios, emoción, impaciencia y entusiasmo por lo que está a punto de empezar.

Sin embargo, este arranque de la temporada es distinto.

El mundial que tenía que ser el más largo

Nunca un mundial había arrancado con tanta expectación. Para que luego digan que sin Rossi esto iba a ser un muermo.

La acertada renovación del vigente campeón -Pecco Bagnaia– por dos años más es el marchamo que certifica que parte de nuevo como favorito. Por la Ducati que lleva, sí, pero porque -seamos respetuosos con él- ha ganado los dos últimos títulos.

Los de Borgo Panigale han demostrado una enorme inteligencia con esa extensión de contrato. Se aseguran la continuidad de un hombre de la casa, de quien conoce mejor que nadie su moto, y de quien -como han reconocido- mejor atesora “los valores” de la marca. Pero el mayor acierto que han tenido es que con esta demostración de confianza le transmiten a su piloto una tranquilidad espectacular incluso antes de que comience la primera carrera.

Y el apunte no es baladí, puesto que de una parrilla con 22 pilotos -de los cuales 13 saben lo que es ganar al menos un campeonato mundial (en la categoría que sea)- son mayoría los que terminan contrato al finalizar el año, con la incertidumbre que ello pueda acarrearles y la posible afectación que tal provisionalidad pueda trasladarse a su rendimiento.

¿Nivel? No. ¡nivelazo!

Me resulta molesto que se ponga en duda la calidad de los pilotos de hoy. La comparación con los del pasado, incluso con los maestros del rodeo de las motos de 2 tiempos, ya no tiene sentido. Esas motos corren mucho, sí. Mucho no: muchísimo. Son estratosféricas y podríamos caer en la trampa de que sólo por eso revientan muchos récords en la actualidad. Que la electrónica ayuda, cierto. Que la aerodinámica lo permite, también. Pero encima de la moto va alguien que debe llevarla, y eso no es nada fácil cuando lo que anda en juego no se recupera volviendo a la primera pantalla del juego.

La grandeza de este campeonato, no obstante, está con el punto de humanidad con el que arranca. Con el dilema de saber el nivel con el que se desempeñara Márquez con la Ducati. Esa es la Excalibur que hay que sacar del yunque de la duda.

No falta quien dice que Marc vuelve a tener problemas con su hombro. No lo sabemos.

Si en Italia al de Cervera le denominan “El caníbal” es por algo. Por su insaciable apetito de victoria, por una voracidad sin límites que jamás tiene suficiente con nada.

Su pretemporada con el equipo Gresini hay que interpretarla con precauciones.

Marc nunca enseñó muchas cartas habitualmente antes de empezar cualquier campeonato… excepto cuando no ha tenido nada que esconder porque la evidencia era indisimulable.

El “nuevo” Márquez del… ¿futuro?

Ahora, hoy, este es un Márquez distinto. Indudablemente más precavido (la acumulación de sinsabores lo aconseja), más prudente (que no más temeroso), más táctico que instintivo. A la fuerza, probablemente, que la edad y el historial médico dictan.

Pero hay que seguir confiando en él. Siempre.

Si yo fuera uno de sus rivales no me fiaría ni un pelo de él. Y creo que las noches de sus competidores no deben estar exentas de comeduras de olla en un momento como este en el que hay que poner en duda hasta la rumorología sobre su lesión.

La sombra de la “cabra” (recordad la broma que le ha gastado en Losail su equipo jugando con el juego lingüístico de la palabra cabra en inglés -goat- y erl del acrónimo Greatest Of All Times…) es muuuy alargada…

Tal vez ni en Catar -un circuito que nunca le gustó- ni en Portimao veamos “la realidad” de ese Márquez 2.0.

Austin, uno de sus feudos favoritos, y puede que también Jerez por empuje de la afición, serán como la prueba del 9. El algodón no engaña; sobre todo si es hidrófilo, y allí podríamos tener una primera impresión de la realidad.

Pero con Márquez nunca se sabe, ya que su genialidad es capaz de neutralizar las diferencias técnicas que tienen las Desmosedici de última hornada en comparación con la que el va a llevar. Y si esto se produce, ¿alguien duda que Dall’Igna, o quien sea, no le actualizará su moto con lo “más-mejor”?

Sin embargo, que nadie crea que MM93 ha saciado ya su apetito. Sólo que ha aprendido a disimularlo. La bulimia del Caníbal no tiene límite, solo que ahora tal vez la disimula un poquito. 

Vaya: lo mismo que hago yo con mi dietista, aunque a mi no me cree nadie.

O sea, idéntico a lo que le sucede a Márquez: que su voracidad no tiene freno, pese a que ahora haga ver que no.

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