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viernes, octubre 4, 2024

La vida íntima de Eduardo Mendoza: un divorcio, dos hijos y su trágica historia de amor con Rosa Novell

Eduardo Mendoza, con los reyes Felipe y Letizia, en la entrega del Cervantes. /GTRES

Eduardo Mendoza, con los reyes Felipe y Letizia, en la entrega del Cervantes. /
GTRES

No son muchos los escritores que pueden presumir ser tan prolíficos como
Eduardo Mendoza (que hoy se sienta
en El Hormiguero). Su primera novela, La verdad sobre el caso Savolta, data de 1975 y la última, Tres enigmas para la organización, acaba de ver la luz. Se maneja con soltura y maestría en distintos géneros como el humor (cómo olvidar la desternillante El misterio de la cripta embrujada, que en el cine interpretó
José Sacristán) y el drama romántico (como en El año del diluvio, que protagonizaron a las órdenes de Jaime Chávarri
la francesa Fanny Ardant y el argentino Darío Grandinetti.)

Tiene Mendoza la capacidad de generar best-sellers sin necesidad de rebajarse el listón, algo que se ha achacado en ocasiones o a otros escritores de éxito como
Antonio Gala o
Terenci Moix, Asimismo, conjuga en su figura premios tan populares y bien dotados económicamente como
el Planeta, que obtuvo con Riña de Gatos. Madrid 1936, o el Cervantes, la máxima distinción que puede recibir un escritor en Español. En su caso lo recibió el 30 de noviembre de 2016. Un momento que no pudo compartir con el amor de su vida, la actriz Rosa Novell, que falleció unos meses antes.

Antes de adentrarnos en este capítulo doloroso de su vida debemos recordar que el escritor nació el 11 de enero de 1943, en el seno de una familia acomodada y muy ilustrada.
Su padre era el fiscal Eduardo Mendoza Arias-Carvajal y su madre Cristina Garriga Alemany, hermana a su vez del escritor e historiador Ramón Garriga Alemany. Todo a su alrededor contribuyó, qué duda cabe, a su apuesta futura por las letras, aunque antes tendría que vivir numerosas vicisitudes.

El escritor Eduardo Mendoza, en un retrato de estudio. (GTRES)

El escritor Eduardo Mendoza, en un retrato de estudio. (GTRES)

Eduardo Mendoza recibió una educación religiosa en dos colegios de monjas, en el colegio de Nuestra Señora de Loreto y en un colegio de las Mercedarias, para después recalar en los Hermanos Maristas. Se licenció en
Derecho en 1965 en la Universidad de Barcelona, después se dedicó a viajar por Europa, lo que contribuyó a su formación y a su apertura de miras en una España con una dictadura que empezaba a dar sus primeros signos de aperturismo. Más tarde, consiguió una beca para estudiar Sociología en Londres y a su vuelta, en 1967, ejerció la asesoría jurídica del Banco Condal.

Fueron cinco años los que pasó ejerciendo esta labor y más tarde se trasladó a Nueva York, en 1973 para trabajar como traductor en la ONU.
Su primera novela, La verdad sobre el caso Savolta se vio afectada por la censura, ya que su título inicial era Los Soldados de Cataluña, pero
meses más tarde murió Francisco Franco, lo que contribuyó positivamente para su difusión. Al año siguiente consigue el premio de la Crítica.

Ganarse la vida como escritor no era fácil en esos días, así que compaginó la escritura con trabajos como traductor para organismos internacionales como Ginebra y Viena. Consolidada su carrera, sin embargo, empezó a dar
clases en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona en 1995.

Casado con la arquitecta Anna Soler, madre de sus hijos

Durante todos estos años, Eduardo Mendoza estuvo casado con la prestigiosa arquitecta Anna Soler,
madre de sus dos hijos, Ferrán y Alexandre. Pese a divorciarse, Mendoza y Soler siguieron manteniendo una excelente relación personal. Prueba de ello es que los tres, la madre y los dos hijos, acompañaron a la recogida del Cervantes al emocionado al autor de La ciudad de los prodigios, que fue adaptada al cine por Mario Camus con Olivier Martínez y
Emma Suárez.

Cuando se divorciaron, Mendoza cambió de residencia en Barcelona, abandonó San Gervasio, una de las zonas nobles de la Ciudad Condal, para establecerse en una vivienda más modesta de unos 100 metros cuadrados en el Eixample, al lado de la Casa de les Punxes. Allí se estableció con
su siguiente pareja, la actriz Rosa Novell, quien le calificaría poco antes de morir como «el hombre de mi vida, el mejor y lo mejor que me ha pasado».

La actriz Rosa Novell, durante una entrevista.

La actriz Rosa Novell, durante una entrevista. /

RTVE

Juntos fueron a recoger el Planeta, dotado en aquel entonces con más de 600.000 euros, pero la salud no les permitió disfrutar juntos de ese amor todo lo que hubieran querido. La actriz, que destacó también como directora teatral y escenógrafa, demostró un enorme pundonor y amor por su profesión.
Le diagnosticaron un cáncer de pulmón en 2013 y perdería la visión un año más tarde a consecuencia del tratamiento.

Aun así tuvo la fuerza para regresar al teatro con L’ultima trobada, adaptación al catalán de
la gran novela del húngaro Sandor Marai. Además, grabó el documental El testament de la Rosai dirigido por el recientemente desaparecido Agustí Villaronga. Tenía solo 61 años. Dos años después, la familia cedía su legado material, objetos, libros y recuerdos, al Centro de Documentación y Museo de las Artes Escénicas (MAE) del Institut del Teatre (IT), en una planta sótano del edificio en Montjuïc.

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