Ira von Fürstenberg, en Marbella. /
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La finca Las Monjas es el impresionante cortijo adquirido por
Alfonso de Hohenlohe hace décadas y en el que pudo hacer su sueño vitícola una realidad. Además, este antiguo convento reconvertido en coto privado de caza y situado a escasos 6 kilómetros de Ronda (Málaga) era en los últimos años el reflejo de personalidad multicultural y
magnética de Ira von Fürstenberg, la recientemente fallecida ex mujer del príncipe.
Hace años que la también princesa de origen germano-italiano, y emparentada con
los Agnelli italianos, dedicaba parte de su tiempo al diseño de vajillas de cerámica. Y en esta finca, donde ella preparaba comidas y cenas al aire libre para recibir a su familia y amigos, lucían como en ningún otro lugar. Y siempre con una decoración en la que el folclore andaluz y la naturaleza se mezclaban en un ambiente perfecto con toques campestres y mediterráneos.
Las Monjas: de convento a paraíso vitícola y natural
La finca Las Monjas está situada a una hora de Marbella, y entre su riqueza natural posee un lago de truchas, un coto de caza repleto de perdices y 200 hectáreas de olivos y viñedos de donde salen los vinos Príncipe Alfonso. Fue en los años 80 cuando Alfonso de Hohenlohe, descubridor de la Costa del Sol y
fundador del Marbella Club y del Sanlúcar Club de Campo, decidió trasladar su residencia a esta finca de la Serranía de Ronda.
El príncipe solía lamentarse de que a ninguna de sus dos primeras mujeres, Ira de Fürstenberg y Jackie Lane, les gustaba el campo, pero con su tercera esposa, la inglesa Marylis Heines, pudo por fin pasar largas temporadas en este cortijo. En su sueño vitícola se asoció a sus buenos amigos, el franco-norteamericano Sasha Lichine y
el marqués de Griñón. Plantó 15 hectáreas de uva de tipo cabernet sauvignon, syrah, merlot, petit verdot y tempranillo, de donde salieron dos prestigiosas marcas, Príncipe de Hohenlohe y Cortijo Las Monjas, que llegaron a exportarse por medio mundo.
Acostumbrado a vivir en castillos, palacios y mansiones y yates de lujo, y a promover y protagonizar las fiestas y eventos más exclusivos entre la aristocracia europea, lo cierto es que Alfonso de Hohenlohe
siempre fue feliz en las Monjas. Le gustaba la naturaleza, la caza, el buen vino y la tranquilidad que le aportaba la inmensa finca, que se convirtió en un reducto de paz al que volver siempre.
Las Monjas: un escenario de amor y también horror
Marylis Heines, tercera esposa del príncipe Alfonso de Hohenlohe, y de nacionalidad británica, falleció a los 57 años y en extrañas circunstancias. Ocurrió el 31 de octubre del año 2000 en el Cortijo Las Monjas, donde la princesa, casada con Hohenlohe desde 1991, fue encontrada en el interior de su dormitorio con una bolsa de plástico en la cabeza.
La princesa Ira von Fürstenberg, en una imagen de su juventud. /
gtres
Alrededor del cadáver se encontraron
numerosas pastillas de barbitúricos, y la muerte fue catalogada como un posible suicidio. La pareja atravesaba momentos complicados, pues al príncipe le acababan de detectar el cáncer de próstata que acabó con su vida tres años después, y la salud mental de Marylis era precaria.
De hecho, a la vuelta de un viaje a Nueva York, donde la pareja viajó para que los médicos analizaran el cáncer de Hohenlohe, su esposa protagonizó de forma involuntaria un grave incidente. La ingesta de un tranquilizante le provocó una reacción alérgica y nada más aterrizar, una UVI móvil esperaba al pie del avión. Afortunadamente, Marilys fue trasladada a un hospital y se recuperó a las pocas horas.
Pero como decimos, en Las Monjas sus propietarios también han sido muy felices. El cortijo familiar ha sido escenario, a lo largo de los años, de numerosas
fiestas y recepciones en las que se han dado cita personajes de la jet set marbellí, aristócratas y famosos y empresarios de todo tipo como Beatriz de Orleans, Carmen Lomana, la princesa María Luisa de Prusia, Rafael Ansón, Almudena Arteaga, Jaime de Marichalar o Philippe y Nina Junot.
