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viernes, octubre 4, 2024

La muralla más larga de Europa está en España

Badajoz se erige como un bastión de historia y geografía, moldeada por siglos de estrategias defensivas y conflictos. Esta ciudad, puente entre culturas y fronteras, alberga un legado monumental: su muralla, la más extensa de Europa con una longitud de 6541 metros. Sobrepasando en longitud a las célebres murallas de Ávila y Lugo, la fortificación de Badajoz no es solo un testimonio de la ingeniería militar, sino también un símbolo de la riqueza histórica que caracteriza a esta ciudad.

Mapa del sitio de Badajoz en 1658. Wikimedia

De la argamasa a la piedra

Antes de que los albores de la historia registraran su nombre, Badajoz ya era un enclave habitado, hogar de los pasos prehistóricos que resonaban en su terreno. La ciudad, tal como la conocemos, comenzó a esbozarse con la visión de Ibn Marwan en el siglo IX, un guerrero y líder que le dio forma entre las ondulantes colinas de Extremadura. Los primeros muros que se alzaron, fruto del ingenio de Marwan, eran de argamasa, simples pero resolutos, que marcaron el inicio de una era de fortificaciones que definirían a Badajoz como bastión de poder y defensa. A lo largo de los siglos, estos muros fueron transformándose bajo la mano de los musulmanes, reconstruidos y restaurados por sucesores que veían en Badajoz un símbolo de su legado. La culminación de este proceso se vio en la majestuosa Alcazaba del siglo XII, una fortaleza que no solo dominaba el paisaje, sino que también encapsulaba el espíritu de una ciudad destinada a ser inquebrantable.

En el crisol del siglo XVII, Badajoz emergió como un escenario crítico en el tablero geopolítico ibérico, especialmente tras la independencia de Portugal en 1640. Esta coyuntura transformó a la ciudad en una frontera vital, un umbral entre reinos que antaño compartían corona. Ante la inminente necesidad de defensa, las autoridades y la Corona se vieron obligadas a repensar y reforzar sus bastiones. Inspirados por las revolucionarias teorías del ingeniero militar francés Sébastien Le Prestre, marqués de Vauban, Badajoz se dispuso a adoptar un sistema defensivo que prometía adaptarse a los avances en la artillería y la táctica de asedio. Sin embargo, el proceso estuvo lejos de ser sistemático o fluido; la urgencia y las restricciones económicas de la época impregnaron de improvisación la ejecución de las obras. Los nuevos elementos defensivos, como los robustos baluartes y los astutos revellines, se tejieron en el tapiz de las antiguas murallas y fortalezas, creando un entramado defensivo complejo. Esta amalgama de lo antiguo y lo nuevo no solo reflejaba las vicisitudes de su tiempo, sino que también simbolizaba la capacidad de adaptación de Badajoz y sus gentes ante los desafíos de la historia.

Ilustración de Badajoz con su sistema de murallas. Israel Silvestre / Wikimedia

Defensa urbana en la era de la pólvora

La muralla abaluartada de Badajoz, erigida como una fortaleza imponente, refleja la evolución de la ingeniería militar adaptada a la era de la pólvora. Su diseño, marcado por la influencia de las teorías de Vauban, presenta una red intrincada de baluartes, semibaluartes, y revellines, concebidos para maximizar la eficacia defensiva ante el embate de la artillería. Esta estructura permitía un fuego cruzado devastador contra los asaltantes, minimizando las vulnerabilidades y creando un bastión prácticamente infranqueable.

A lo largo de los siglos XVIII y XIX, la muralla no solo soportó, sino que se fortaleció ante los desafíos de los conflictos anglo-portugueses y las incursiones francesas. Cada asedio, cada confrontación, llevó consigo renovaciones y mejoras. Estas intervenciones no solo reforzaron sus defensas físicas, sino que también consolidaron a Badajoz como un símbolo de resistencia y perseverancia ante las adversidades de la historia.

Adarve de la muralla de la Alcazaba de Badajoz. Corbacho / Wikimedia

Dentro del laberinto de piedra que conforma la muralla abaluartada de Badajoz, elementos como la Puerta de Mérida y la Puerta del Pilar destacan no solo por su arquitectura, sino por su papel en la vida y defensa de la ciudad. Estas puertas, junto con los baluartes estratégicamente distribuidos, eran el latido de Badajoz, controlando el flujo de personas y mercancías, a la vez que ofrecían protección contra invasiones.

Un episodio que resalta la tenacidad de la muralla y sus defensores es el asedio de 1812, durante la Guerra de la Independencia Española. Las fuerzas aliadas, lideradas por el futuro Duque de Wellington, se encontraron con una resistencia feroz. La muralla, aunque dañada por el intenso bombardeo, se mantuvo firme gracias a su ingeniería y el valor de quienes la defendían. Este asedio, uno de los más sangrientos de la guerra, ilustra no solo la importancia estratégica de Badajoz, sino también el espíritu indomable de sus habitantes.

Ibn Marwan en la Alcazaba de Badajoz. Corbacho / Wikimedia

La muralla más larga de España

La muralla de Badajoz trasciende su propósito defensivo para convertirse en un emblema de la rica herencia histórica y cultural de la península ibérica, marcada por siglos de conflictos y convivencia. Hoy, preservada como un precioso legado, se erige como un símbolo icónico de Badajoz, atrayendo a visitantes y subrayando su inestimable valor patrimonial y turístico a lo largo de su más de 6500 metros de longitud.

Referencias:

  • González Rodríguez, A. 2010. Historia de Badajoz. Tecnigraf.
  • Meléndez Teodoro, Á. 2009. La muralla abaluartada de Badajoz. Aula Magna: Revista trimestral del Programa de Mayores Universidad de Extremadura 28, 9. ISSN 1577-7871.

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