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sábado, octubre 5, 2024

De la legitimación religiosa al nacionalismo gallego: miradas contemporáneas a la catedral románica de Santiago

La historia de la Catedral de Santiago de Compostela, aunque marcada por dos periodos de esplendor en el Románico y el Barroco, disfruta de una renovada relevancia en época contemporánea. En primer lugar, en el siglo XIX se lleva a cabo el importante proyecto artístico emprendido en la sede tras el redescubrimiento de las reliquias del Apóstol, que llevaban perdidas en el interior del edificio desde el siglo XVI.

Fachada del Tesoro en la Praza das Praterías. Foto: ASC.

En 1589, tras el desembarco en A Coruña de las tropas de Francis Drake (†1596), el arzobispo compostelano Juan de Sanclemente (†1602) decidió tomar las medidas necesarias para proteger las reliquias de su catedral contra los saqueos de los corsarios ingleses. La mayor parte de las reliquias fueron enviadas a la Catedral de Ourense, mientras que los restos apostólicos se ocultaron en el interior del propio edificio compostelano. Este acto trajo como consecuencia que las reliquias pasasen tres siglos ocultas en un lugar desconocido de la catedral, una circunstancia que perjudicó gravemente la credibilidad de la sede y de los restos apostólicos, afectando a las peregrinaciones a Compostela.

Ante esta situación, la sede compostelana emprendió en 1878 una expedición arqueológica con la finalidad de recuperar las reliquias. La dirección de este proyecto fue llevada a cabo por una de las figuras fundamentales de la historia compostelana: el historiador y fabriquero de la catedral Antonio López Ferreiro (†1910). Las excavaciones pronto dieron sus frutos, encontrándose en un primer momento lo que consideraron los restos del edículo apostólico de época romana. Un año más tarde, en 1879, tuvo lugar la segunda inventio —o segundo descubrimiento—, siendo localizadas las supuestas reliquias del Apóstol en la parte posterior del altar mayor. Se encontró un sepulcro con tres esqueletos que fueron identificados como Santiago el Mayor y sus discípulos Teodoro y Atanasio, identidad confirmada en 1884 a través de una bula del papa León XIII.

Excavaciones arqueológicas en el interior de la catedral con restos de la necrópolis hispano-romana y suévica y de la iglesia de Alfonso III El Magno. Foto: Album.

Una reconstrucción historicista

Tras el redescubrimiento de los restos, se emprendió un ambicioso proyecto artístico en torno a la tumba apostólica con la finalidad de dignificar y legitimar el recién encontrado cuerpo. Para tal fin se llevó a cabo la reconstrucción de la cripta y el altar, empleando estilos artísticos historicistas que buscaron conectar los hechos contemporáneos con el pasado de la sede. Resulta especialmente relevante el uso del estilo neorrománico, que entroncaba con el momento de mayor esplendor de la catedral: el arzobispado de Diego Gelmírez (†ca. 1140). Así, a través de esta mirada al pasado medieval de Compostela, cuando esta fue uno de los mayores centros religiosos del Occidente cristiano, se buscaba legitimar la sede tras un largo periodo de decadencia.

Para la reconstrucción de la cripta se tomaron como germen los restos del edículo romano y se siguió la idea de «arca marmárica», la expresión con la que era descrita esta obra en el Breviarium Apostolorum (siglo VI). Así, derivando de esta idea, se utilizaron en la construcción mármoles polícromos y arcos decorativos, que fueron combinados con aquellos restos de la tumba apostólica encontrados durante las excavaciones. Esta combinación de mármol y arcos decorativos fue repetida nuevamente en la realización del nuevo altar de la catedral (1891), para el que se inspiraron también en la idea de la «arca de mármol».

El historiador y canónigo del cabildo compostelano Antonio López Ferreiro (1837-1910). Foto: ASC.

Se llevó a cabo también una nueva urna en la que conservar las reliquias (1884- 1891). En este caso, López Ferreiro tomó como modelo la famosa tabula retro altaris de época gelmiriana, que ocupaba desde 1137 el altar mayor de la catedral. No conservamos esta magnífica obra medieval, pero podemos conocerla a través de los ilustres dibujos de José Vega y Verdugo (†1696). Junto a esta obra desaparecida, supusieron fuentes estilísticas las dos portadas románicas que se conservaban en el edificio: la Portada de Platerías y el Pórtico de la Gloria. El resultado de esta inspiración medieval fue una urna decorada con una serie de arcos que acogen en su interior diversas figuras religiosas. A este respecto, resulta especialmente interesante la elección de una serie de figuras asociadas al culto jacobeo, encontrándose en ella María Salomé —la madre de Santiago el Mayor— y tres de los discípulos del apóstol: Atanasio, Teodoro y Torcuato.

Todo este espléndido programa decimonónico supone un buen ejemplo de cómo las artes y el pasado medieval de la catedral fueron utilizadas como medios legitimadores, buscando en la historia una vuelta al esplendor. Pero esta mirada al pasado románico de Compostela continúa más allá del proyecto de López Ferreiro, y es que la catedral y sus orígenes medievales son también rememorados a lo largo del siglo XX como culmen de la historia de Galicia por parte de los autores y artistas nacionalistas.

Sepulcro del apóstol Santiago en la cripta de la catedral de Santiago de Compostela. Foto: Album.

El pensamiento nacionalista

Siguiendo las tendencias románticas que marcaron las inquietudes nacionalistas de las diversas naciones europeas a lo largo del siglo XIX, los autores gallegos llevaron a cabo también una reflexión sobre la identidad de su tierra. Se desarrollan entonces en Galicia el Rexionalismo y el Galeguismo, un movimiento político-cultural nacido en la segunda mitad del siglo XIX que propició el surgimiento del nacionalismo gallego. En este contexto, los intelectuales del momento trataron de realzar la identidad y las particularidades de Galicia y sus gentes, centrándose en la exaltación cultural y lingüística de este territorio, con un especial interés por el estudio de su historia.

Así, Manuel Murguía (†1923), una de las figuras más influyentes del periodo, lleva a cabo su gran estudio sobre la Historia de Galicia (1865- 1911). En su obra puede verse ya el enorme aprecio por el pasado medieval, mostrando el Románico como un momento glorioso en el que se desarrolla por primera vez una expresión estética nacional en este territorio. En este sentido, una parte fundamental en la definición nacional de los países europeos fue invocar el arte del pasado como elemento definidor de la identidad. Para este autor, el espíritu —o volksgeist— de su tierra tiene sus primeras manifestaciones materiales en las producciones artísticas y literarias de los siglos XII y XIII, presentando a Galicia como líder cultural peninsular durante la Edad Media.

A principios del siglo XX se produce definitivamente la transición de la perspectiva regionalista hacia el nacionalismo gallego, un movimiento más politizado que desemboca en la fundación del Partido Galeguista (1931) y en la redacción del Estatuto de Autonomía de Galicia (1936). Este movimiento estuvo representado principalmente por los grupos intelectuales Irmandades da Fala (1916-1921) y Xeración Nós (1921-1931), quienes abogaron por el resurgimiento de la conciencia nacional a través de la recuperación de la lengua y la cultura gallegas. Para ello, publicaron numerosos artículos y ensayos en gallego en sus correspondientes revistas: A Nosa Terra (1907-1936) y Revista Nós (1920-1935).

Portada de la Revista Nós, editada entre 1920 y 1936. Foto: revista.galiciana.gal.

A lo largo del siglo XX, en el contexto de la producción nacionalista, pueden encontrarse numerosas referencias al pasado románico de la Catedral de Santiago. Buenos ejemplos son la obra de autores como Castelao (†1950), Manuel Gómez Román (†1964) o Luis Seoane (†1979), entre otros. Estos autores remiten a la idea de un estilo artístico inherente a Galicia, identificando el Románico y el Barroco como estilos genuinamente gallegos. El Románico es nuevamente mostrado como un estilo y una época de esplendor para Galicia, en la que se habría alcanzado la cima de su esencia creativa, logrando un papel destacado en la Europa Occidental. Como no podía ser de otro modo, esta grandeza es asociada con la Catedral de Santiago de Compostela, resaltando en esta valoración artística especialmente el Pórtico de la Gloria, que es presentado por los autores del siglo XX como una de las cumbres del arte occidental.

La importancia de la Catedral de Santiago de Compostela en el discurso nacionalista queda también atestiguada a través de la obra visual de Castelao, una de las figuras cruciales de la historia de Galicia. Este autor encontró en la catedral inspiración para sus obras, destacando especialmente sus referencias al Pórtico de la Gloria, una fascinación que llena gran parte de sus dibujos y diseños. Así, creó numerosas ilustraciones para la Revista Nós —de la que era director artístico— en las que pueden verse figuras tomadas de esta portada. Buen ejemplo son los monstruos de la base del Pórtico, un motivo recurrente en el arte de este autor. Resulta reseñable que estos formen parte de la página en la que se presentan las Primeiras verbas, acompañando así la apertura de la revista en su primer número (1920). Otro elemento que toma del Pórtico de la Gloria es la tipografía empleada en la inscripción del dintel, encontrando esta inspiración por ejemplo en el logotipo que diseñó en 1926 para el Seminario de Estudos Galegos.

Inscripción conmemorativa de la colocación de los dinteles del Pórtico de la Gloria, el 1 de abril de 1188, donde aparece el nombre del Maestro Mateo. Foto: Museo Catedral de Santiago.

Pero la mirada de Castelao al pasado románico de la catedral no se limita a su portada occidental, sino que toma también elementos de la fachada de Platerías. En este caso, resulta fundamental la mujer con la calavera que utiliza también en la apertura del primer número de la Revista Nós, una imagen que posteriormente pasará a ser utilizada como portada del segundo número. Esta mujer anciana que besa una calavera con un agujero sería una reinterpretación de la famosa y controvertida imagen de la mujer sosteniendo la calavera del tímpano izquierdo de Platerías, posiblemente la imagen más fascinante de las que forman parte de este portal.

En definitiva, los autores de los siglos XIX y XX examinaron el pasado medieval de la Catedral de Santiago de Compostela en busca de inspiración y como medio a través del que remitir a un momento clave de la historia de Galicia. Junto a las referencias a este edificio en cuanto hito artístico de este territorio, pueden encontrarse también numerosas menciones al arzobispo Gelmírez y al Mestre Mateo, dos figuras que protagonizaron ese pasado esplendoroso al que los autores de estas centurias vuelven la mirada.

* Este artículo fue originalmente publicado en la edición impresa de Muy Historia.

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