Pagani Automobili es un pequeño fabricante italiano de superdeportivos, aunque ya es conocido a nivel mundial. Nos han invitado a su fábrica y mostrado la labor de sus trabajadores, prácticamente artesanos.
La marca de superdeportivos italiana Pagani es una de las más conocidas a nivel mundial, gracias a la calidad de sus obras y el uso masivo de fibra de carbono. Pese a ser un pequeño fabricante con una producción que rara vez supera los 60 coches al año, ya son una referencia.
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Fundada por Horacio Pagani a finales de la década de 1990, se han lanzado tres modelos en los últimos 24 años: el Pagani Zonda, el Huayra y el nuevo Utopia. Su sede está ubicada en la localidad de San Cesario sul Panaro, cerca de Módena. Y hace unas semanas nos invitaron a descubrir sus instalaciones.
Pagani y la fábrica de los sueños (de más de 3 millones de euros)
Cuando se trata de los coches deportivos de Pagani, hablamos de bestias cuyo precio supera sin problema los 3 millones de euros. Cualquiera de los tres modelos citados posee infinidad de versiones, ediciones one-off, solo para circuito… Y por supuesto, un altísimo nivel de personalización.
La fábrica es pequeña, ubicada justo al lado del museo. Emula la plaza central de Modena y en ella se encuentran diversos grupos de mecánicos que trabajan de principio a fin en la construcción de cada coche. Cuando llegamos, debía haber una producción en curso de unas 8 unidades aproximadamente.
El departamento más importante, sin duda alguna, es el de la fibra de carbono. Allí fabrican todos los componentes con este material y las fórmulas patentadas de Horacio Pagani, que combinan el elemento con titanio para crear estructuras fuertes de alta resistencia.
El laborioso trabajo finaliza con los moldes llenos de resina en dos hornos gigantes llamado autoclaves, capaces de generar calor y una gran presión atmosférica que otorga a la fibra de carbono de Pagani categoría aeronáutica. “De hecho, hemos fabricado fuselajes de helicópteros aquí para algunos clientes”, nos aseguró Sebastian Berridi, director de prensa de Pagani.
Una vez curadas las piezas, vuelven al departamento para ser recortadas y resolver sus imperfecciones, muy comunes en este proceso. Justo antes de pasar a las nuevas fases. Justo en la planta de abajo es donde los subchasis de aluminio y titanio se unen al chasis monocasco de fibra de carbono y a los motores V12 de Mercedes-AMG.
El proceso es laborioso y pasa por varias fases. El personal está muy cualificado y se esmera en la instalación de las suspensiones, sistemas de refrigeración, paneles interiores, electrónica, carrocería… Construir un solo coche puede llevar varias semanas de trabajo incesante y de una supervisión exhaustiva de la calidad.
Caminando por la fábrica, al lado del departamento de tapicerías, observamos como un grupo de tres artesanos comprobaban los acabados de un panel de puerta de cuero durante más de 20 minutos, con lupas y utensilios ópticos variados. El tiempo es oro, y en Pagani no tienen miedo de invertirlo bien.
Otra de las grandes curiosidades de la marca es Modena Design, la recientemente adquirida división de fresado de aluminio de Pagani. Una empresa que está a solo un kilómetro de distancia y donde se encargan de modelar cada uno de los componentes de este metal para el coche con unas máquinas japonesas de alta tecnología.
Trabajan con precisiones de hasta 1 micrón (un cabello humano mide 3 micrones, para que te hagas a la idea). Y son capaces de reducir un cilindro de 47 kg de aluminio a un volante espectacular de 1,5 kg de peso sobre el cual se instalará cuero y otros acabados que en total, no superarán los 2,5 kg de peso.
Estas máquinas trabajan 7 días a la semana y unas 20 horas al día. Todo está robotizado e incluso autogestionan el suministro de aluminio. Un material presente en cientos de piezas de estos vehículos, como sus palancas de cambios, pedales, insignias, aireadores… Y todos ellos se anodizan y pulen a mano. De lo último, se encarga un abuelo de unos 80 años y su nieto.
”Al terminar un coche, el cliente lo recoge con una ceremonia en la que conoce a los mecánicos que se encargaron de él desde el principio hasta el final”, nos aseguró Berridi. “Suele ser muy emotivo y conversan largo y tendido sobre su trabajo”, añadió. Los trabajadores de Pagani son fundamentales en su negocio y en las relaciones empresariales.
Lo cierto es que todo rezumaba un ambiente muy familiar. Todo el mundo se conocía y no se respiraba esa esencia industrial de las fábricas de coches modernas, algo deshumanizadas por las cadenas de producción, la robótica y las alarmas de los turnos. Aquí, el objetivo es fabricar sueños. Y los sueños se hacen con cariño y tiempo. El resultado es inmejorable.
Finalmente, y como curiosidad, Pagani no solo fabrica superdeportivos. También los repara y mantiene, incluso de su primer coche clásico: el Zonda. Algunas de sus unidades cumplirán en breves ni más ni menos que 30 años y en la marca siguen fabricando todo tipo de componentes para su conservación. Un hecho que los clientes agradecen enormemente.
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