Nuestro pasado está lleno de experiencias y momentos que no nos gustaría olvidar. Y es que, nuestros recuerdos son la esencia de nuestra identidad, conforman quiénes somos y nos guían en nuestro día a día. Pero, ¿cómo podemos asegurarnos de que los recuerdos más preciados perduren en el tiempo?
Charan Ranganath, catedrático de psicología y neurociencia en la Universidad de California y autor del libro ‘Por qué recordamos’, ofrece una perspectiva interesante sobre cómo funcionan nuestros recuerdos y cómo podemos hacer para que los más importantes duren más tiempo.
“La gente cree que la memoria debería funcionar sin esfuerzo, pero sus expectativas sobre lo que deberían recordar no se corresponden en absoluto con lo que son capaces de recordar”, aseguraba Ranganath en una entrevista para The New York Times.
“Un error es creer que la memoria es un archivo del pasado. Esperamos poder reproducirlo como si fuera una película en nuestra cabeza. El problema es que no reproducimos lo que sucedió tal y como fue, sino a través de la interpretación y la imaginación”, en sus palabras.
Focalizarse en el presente
Una de las claves para hacer que los recuerdos perduren es estar plenamente presente en el momento. Según Ranganath, la atención plena nos permite enfocar nuestra atención en la experiencia actual, evitando las distracciones que podrían interferir con la consolidación de la memoria.
Al prestar atención a los detalles sensoriales del entorno—como los sonidos, los olores, y las texturas—podemos crear recuerdos más vívidos y detallados. En este sentido, los expertos recomiendan ejercicios como el mindfulness, que consiste precisamente en la focalización en el presente.
Es importante incorporar prácticas de meditación y atención plena en la rutina diaria para mejorar la capacidad general del cerebro de procesar y recordar información. La meditación regular ha demostrado tener efectos positivos en la plasticidad cerebral y en la capacidad de atención, ambos cruciales para la formación y retención de “datos”.
Enfocarse en los detalles sensoriales
Además, se cree que la memoria se enriquece cuando se asocia con detalles sensoriales específicos. Algunos estudios han demostrado que los recuerdos vinculados a múltiples sentidos son más memorables. A este respecto, un equipo de investigadores canadienses demostró que enfocarse en la observación de nuestras sensaciones corporales (prestar atención a los sonidos, observar los colores o sentir las texturas) es fundamental para la memoria y, en definitiva, para mejorar la salud mental.
Al vivir un momento importante, los expertos recomiendan tratar de enfocarse en los aspectos sensoriales. Esta técnica no solo mejora la calidad de los recuerdos, sino que también facilita su recuperación posterior.
Construir una narrativa
Además, revisar regularmente los momentos pasados puede ayudar a fortalecerlos. Por ejemplo, escribir o hablar sobre alguna experiencia, o simplemente reflexionar sobre ella puede potenciar las conexiones neuronales asociadas a ese recuerdo. La repetición y el repaso actúan como un ejercicio para el cerebro, similar a cómo el entrenamiento físico fortalece los músculos.
De forma similar, crear una narrativa o historia alrededor de alguna vivencia puede ayudar a consolidar el recuerdo en la memoria a largo plazo. Se trata de darle un significado personal y contextualizarlo dentro de la historia de la propia vida, o que lo hace más accesible y relevante. Según Ranganath, nuestras memorias son más como pinturas que como fotografías; interpretamos y damos significados a los recuerdos en función de nuestra perspectiva y contexto actual.
“Somos capaces de recordar cosas con extraordinario detalle, pero infundimos significado a lo que recordamos. Estamos diseñados para extraer significado del pasado, y ese significado debe tener verdad. Pero también tiene conocimiento e imaginación y, a veces, sabiduría”, en palabras de Ranganath.
Del mismo modo, crear o recrear momentos emocionales puede hacer que los recuerdos sean más duraderos. Investigaciones en neurociencia han demostrado que la amígdala, una región del cerebro involucrada en el procesamiento de emociones, juega un papel crucial en la consolidación de los recuerdos emocionales. Se cree que, al vincular una experiencia con emociones intensas, ya sean positivas o negativas, se incrementa la probabilidad de que esa memoria perdure.
“Creo que todos tenemos recuerdos aparentemente inexplicables que se nos quedan grabados. La memoria del cerebro suele ‘suponer’ sobre lo que es importante. ¿Y qué es importante? Cosas que dan miedo, cosas que despiertan tu deseo, cosas que son sorprendentes”, subraya el experto. “Si fueras un cerebro, querrías quedarte con lo sorprendente, o motivacionalmente importante para la supervivencia, lo que es nuevo”, añade.
No obstante, el hecho de tener que estar pendientes de múltiples tareas o responsabilidades conlleva que esos recuerdos se olviden más fácilmente. Así, con el objetivo de consolidar esos momentos, los investigadores sugieren focalizarse en una sola actividad para una mejor codificación de los recuerdos. Los expertos sugieren estar completamente inmerso en la experiencia sin dividir la atención para asegurar que el cerebro procese y almacene la información de manera más efectiva.
Así pues, Ranganath sugiere que capturar detalles específicos que evocan la esencia del momento, en lugar de intentar documentarlo todo con fotos y vídeos, puede ser más efectivo para preservar la memoria. La fotografía y los videos deben complementar la experiencia, no reemplazarla. “No estás realmente allí si estás haciendo fotos sin pensar, porque se apodera de la experiencia”, matiza.
En definitiva, se trata de ser conscientes, según este científico. “Si queremos formar un nuevo recuerdo, hay que centrarse en los aspectos de la experiencia que queremos llevarnos con nosotros. Si en vez de tomar fotos, capturas los sentimientos, las imágenes y los sonidos que te llevan al momento, eso será una parte importante para conseguir el mejor de los recuerdos”, concluye.
Referencias:
- Ranganath, C. ‘Por qué recordamos: La nueva ciencia de la memoria’. Ediciones Península (2024)
- Ranganath, C, et al. ‘Two cortical systems for memoryguided behaviour’ Nature Reviews. Neuroscience (2012)