La omnipresencia de la tecnología y la tendencia a estar siempre ‘conectados’ han creado un entorno donde las personas se mantienen ‘alerta’ gran parte de su tiempo. Los correos electrónicos, las redes sociales y los teléfonos inteligentes hacen que cada vez sea más difícil desconectar y relajarse.
Y si a todo ello se suma la presión laboral, la situación económica o los cambios sociales y políticos, los niveles de estrés se incrementan notablemente. Entonces, ¿se podría considerar que somos la sociedad más estresada de la historia? Para responder a esta pregunta hay que considerar varias perspectivas.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que el estrés no es un fenómeno nuevo. Nuestros antepasados enfrentaron numerosos factores estresantes que incluían la lucha por la supervivencia, la búsqueda de alimento, o la protección contra depredadores y enemigos.
Sin embargo, las fuentes de estrés han evolucionado. Mientras que en el pasado los factores estresantes eran más inmediatos y físicos, en la sociedad moderna son a menudo más crónicos y psicológicos. En este sentido, los expertos apuntan a las presiones laborales, las preocupaciones económicas o las exigencias sociales.
Precisamente, investigaciones recientes han intentado cuantificar y comparar los niveles de estrés en diferentes épocas y contextos culturales. Por ejemplo, un estudio realizado por la Asociación Americana de Psicología (APA) reveló que los niveles de estrés en los Estados Unidos han ido en aumento en las últimas décadas. Según los resultados, las principales fuentes de estrés provienen del trabajo, el dinero, la economía, y la incertidumbre política y social.
Los expertos indican que el estrés es una respuesta fisiológica y psicológica a los desafíos y amenazas percibidos, y ha sido una parte intrínseca de la vida humana a lo largo de la historia. Desde una perspectiva evolutiva, nuestros cuerpos están diseñados para manejar el estrés agudo (de corto plazo). No obstante, el estrés crónico (de largo plazo) puede tener efectos perjudiciales.
Así lo corrobora el neuroendocrinólogo estadounidense Robert Sapolsky, que señala que el estrés crónico puede llevar a problemas de salud como enfermedades cardíacas, diabetes, y trastornos mentales. En su libro ‘Why Zebras Don’t Get Ulcers’, Sapolsky explica cómo el estrés crónico, común en la vida moderna, puede ser más dañino que el estrés agudo enfrentado por nuestros antepasados.
Sin lugar a dudas, un punto de inflexión en los índices de estrés fue la pandemia de covid-19. Este fenómeno exacerbó el estrés y las emociones negativas a nivel global, tal y como han demostrado una gran cantidad de estudios científicos.
Según un informe anual de la empresa Gallup en 2022 sobre las experiencias emocionales globales, el segundo año de la pandemia (2021) fue incluso más difícil emocionalmente que el primero. Este análisis se basó en encuestas realizadas a adultos en 122 países, teniendo en cuenta tanto experiencias negativas como positivas.
Sin embargo, aunque el mundo esté atravesando una etapa compleja en lo que tiene que ver con las emociones, los últimos datos han aportado algo más de esperanza. Según el Informe Global de Emociones 2023 de Gallup, las experiencias positivas han mostrado una leve recuperación en 2022 después de una caída significativa en 2021.
Aun así, las experiencias negativas se han mantenido en niveles históricamente altos. En esta ocasión, los responsables de dicho informe recopilaron datos de más de 100 países para evaluar cómo se sienten las personas.
Recuperación de experiencias positivas
Así, en 2022, el número de experiencias positivas experimentó cierta recuperación. Según Julie Ray, editora gerente de noticias mundiales en Gallup, las experiencias positivas se habían mantenido relativamente estables en años anteriores, pero cayeron en 2021.
“No hay evidencia directa de por qué las experiencias positivas fueron más altas en 2022, pero se podría especular que hubo un alivio cuando la gente comenzó a salir de los estragos de la pandemia”, comentó Ray a la cadena de noticias CNN. Este balón de oxígeno podría haber permitido que las personas comenzaran a recuperar ciertas sensaciones positivas, como disfrutar de actividades diarias y sentir mayor bienestar, de acuerdo con los investigadores.
Persistencia de experiencias negativas
Pero a pesar de esta recuperación, las experiencias negativas se mantuvieron estables en 2022 (ni aumentaron ni disminuyeron). “No hubo ningún movimiento ascendente, lo cual es una señal positiva, pero también se mantuvo en el nivel más alto que hemos medido”, indicó la experta.
Este estancamiento en el nivel más alto registrado de experiencias negativas revela una situación global donde el estrés, la preocupación y la tristeza siguen siendo prominentes, tal y como consideran los investigadores.
En concreto, los participantes respondieron a preguntas sobre si habían experimentado dolor físico, preocupación, tristeza, estrés o enojo en días anteriores. Según los resultados, los países con mayores experiencias negativas son Afganistán y Sierra Leona, donde los problemas políticos y de seguridad son prevalentes. Afganistán, en particular, ha experimentado niveles récord de preocupación (80 %), estrés (74 %) y tristeza (61 %).
Diferencias regionales
Por otro lado, los países con las experiencias más positivas tienden a ser de América Latina y el sudeste asiático, incluyendo México, Guatemala, Panamá, Paraguay, Indonesia y Filipinas. “Esto es algo que tendemos a ver en nuestros datos año tras año en el lado positivo del registro, pero también en el lado negativo del registro”, explicó Ray. Una situación paradójica que, a juicio de los expertos, refleja una diversidad emocional significativa.
Aun así, hay que distinguir entre experiencias positivas y felicidad. Según Lyle Ungar, profesor de ciencias de la computación y de la información en la Universidad de Pensilvania (EE. UU), la felicidad a largo plazo se mide generalmente por la satisfacción con la vida, que no siempre coincide con los niveles diarios de experiencias positivas.
En el caso de países como Finlandia y Dinamarca, aunque no exhiben altos niveles de experiencias positivas, se clasifican en el podio en términos de felicidad debido a una satisfacción general con la vida, según el último Índice Global de Felicidad.
En cualquier caso, John Helliwell, profesor emérito en la Escuela de Economía de Vancouver en la Universidad de Columbia Británica, coincide con Ungar en que los factores más importantes para cultivar la felicidad están al alcance individual: encontrar significado en la vida y conexión social.
Referencias:
- Gallup. ‘Gallup’s 2023 Global Emotions Report’ (2023)
- Canady VA. APA stress report amid COVID‐19 points to parental challenges. Mental Health Weekly. 2020 Jun 1;30(22):3–4. doi: 10.1002/mhw.32385. Epub 2020 May 29. PMCID: PMC7283890.
- Schneiderman N, Ironson G, Siegel SD. Stress and health: psychological, behavioral, and biological determinants. Annu Rev Clin Psychol. 2005;1:607-28. doi: 10.1146/annurev.clinpsy.1.102803.144141. PMID: 17716101; PMCID: PMC2568977.