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miércoles, noviembre 27, 2024

Así fue la batalla de Ramón y Cajal contra el cólera en Valencia

«Una enfermedad que invade de repente, cuando más precedida de una ligera diarrea precursora, poco duradera, que se manifiesta con vómitos y diarrea incoloros, como cocimiento de arroz, con calambres en las piernas y brazos, enfriamiento, depresión grande del pulso, cara desencajada, cianosis, lengua y aliento frío, afonía, anuria o supresión de orina, y que arrebata la vida brevemente en el espacio de algunas horas, de un día, o de una noche, está definida por sí misma: es el cólera morbo asiático. El cuadro sintomático es completo, y cuando se presencia, se impone de tal modo la verdad, que no hay lugar a ningún género de vacilación». Así se definía la enfermedad del cólera el 30 de julio de 1885 en el número 211 de la Gaceta de Madrid.

El cólera asiático o cólera morbo es una infección aguda del intestino delgado causada por la ingestión de alimentos o agua contaminados con la bacteria Vibrio cholerae, la cual secreta una toxina que provoca una diarrea acuosa profusa, que lleva a deshidratación, oliguria y colapso circulatorio. La enfermedad tenía carácter endémico en el delta del Ganges y, entre principios del siglo xix y finales del siglo xx, originó siete pandemias. 

La actual séptima pandemia comenzó en Asia meridional en 1961, llegó a África en 1971 y a las Américas en 1991. Hoy en día, el cólera es endémico en muchos países. La enfermedad sigue siendo una amenaza mundial para la salud pública y un indicador de falta de desarrollo económico y social. Los datos apuntan a que cada año acontecen en el mundo entre 1,3 y 4 millones de casos de cólera, y entre 21 000 y 143 000 defunciones por esta terrible enfermedad.

El comienzo del siglo XIX marcó un punto de inflexión en la expansión del cólera. Los movimientos de las tropas inglesas desde la India y el intenso comercio marítimo entre Inglaterra y el Raj británico facilitaron la difusión de la infección. Un factor decisivo en la propagación de la enfermedad también resultó ser la peregrinación musulmana a La Meca, ciudad natal de Mahoma, y a la que llegó la pandemia en el año 1831.

El cólera llegó a Europa por primera vez entre los años 1817 y 1823 y a partir de entonces azotó el continente con brotes epidémicos sucesivos. España no fue una excepción y, como el resto de los países del entorno, sucumbió a la enfermedad. Durante los cinco grandes brotes continuados sufridos en los periodos de 1833 a 1834, 1853 a 1856, 1865 a 1866, 1885 a 1886 y 1890 a 1891 se calcula que fallecieron en España entre 300 000 y 800 000 personas a causa del cólera.

Litografía en color de 1867 de la visita del virrey británico lord Canning al maharajá de Jammu y Cachemira.ASC

Nacer en plena pandemia

El panorama era de aúpa, pero aún con todo lo que estaba cayendo, la vida continuaba, y a falta de alternativas convincentes, las concepciones de nuevos churumbeles no paraban. 

En una de esas, el 1 de mayo de 1852, en la localidad de Petilla de Aragón, nació una criatura que recibió el nombre de Santiago Felipe y los apellidos del padre, un cirujano de segunda clase llamado Justo Ramón Casasus, y de la madre, Antonia Cajal. Al chaval, que no era otro que Santiago Ramón y Cajal, no le quedó más remedio que tomar cuerpo en los caminos aragoneses, porque con apenas dos años, la familia dejó Petilla de Aragón para mudarse a Larrés y de allí a Luna, después a Valpalmas y, en 1860, a Ayerbe. 

Decía Miguel de Unamuno en su novela Niebla que el que viaja mucho va huyendo de cada lugar que deja y no buscando cada lugar al que llega. Quizás no fuera el caso de Ramón y Cajal, pero a trashumancias por el territorio solo perdía con la raza ovina rasa aragonesa. Con el tiempo, cursó estudios primarios en los escolapios de Jaca, de bachillerato en Huesca y la carrera de medicina en Zaragoza. Recién licenciado en Medicina, ingresó en el cuerpo de sanidad militar y después, en abril del año 1874, Cajal fue trasladado al ejército expedicionario de Cuba. 

El paso a territorios de ultramar implicó el ascenso inmediato a la graduación de capitán. Cuentan que la travesía hasta Puerto Rico y Cuba estuvo acompañada de mar bella y excelente humor.

Desinfección de equipajes en la estación de Hendaya. Grabado realizado por Henri Lanos (que había sido testigo de la escena) y publicado en la revista francesa L’Illustration en el año 1890.Album

La aventura cubana

Alcanzado el destino, Cajal es emplazado en el hospital de campaña de Vista Hermosa. Al poco, Santiago enfermó de paludismo. Consecuencia de la enfermedad perdió el apetito y las fuerzas. El bazo de don Santiago se hipertrofió, la piel tornó amarillenta y por fin apareció la terrible anemia palúdica. Para colmo de desdichas, a la malaria se sumó la disentería. Santiago Ramón y Cajal estaba hecho un cromo. Con la malaria bien enganchada, cayó en un estado de decadencia orgánica conocido con el nombre de caquexia palúdica grave, incompatible con todo servicio. Santiago fue declarado inutilizado en campaña y regresó a España el 16 de junio de 1875. 

Dos años más tarde, el 26 de junio de 1877, obtuvo el doctorado en la Universidad Central, actual Universidad Complutense de Madrid, con la tesis Patogenia de la inflamación. Pocos meses después, sufrió un brote de tuberculosis pulmonar del que convaleció en el Balneario de Panticosa y en la hospedería del Monasterio Nuevo de San Juan de la Peña. Recuperado de la tisis, en 1879 obtuvo la plaza de director de Museos Anatómicos de Zaragoza y se casó con Silveria Petra Josefa Fañanás García, fotógrafa, colaboradora y madre de sus siete hijos e hijas. Por aquel entonces, el cólera merodeaba ya por todos lados. La quinta pandemia se extendió a Filipinas y la Conchinchina, región geográfica e histórica que abarca el tercio sur del actual Vietnam. Buques procedentes de Bombay importaron el cólera a Tolón y Marsella y de allí a Italia.

El doctor Ferrán vacunando en Alzira en 1885. Grabado de R. J. Contell. La ciudad entró en la historia de la medicina al prestarse 11 000 vecinos a inocularse la vacuna contra el cólera.ASC

El cólera llega a Valencia

En 1884, el vapor Buenaventura trasladó a las bacterias coléricas a Alicante. En un santiamén aparecieron brotes en Novelda, Beniopa, Balaguer, Elda, Monforte y Gandía. El envite consiguió 989 contagiados y 592 fallecidos. En marzo de 1885 Valencia sufrió otro arreón. El cólera campó a sus anchas en Levante y de allí se extendió a toda la península, causando el brote de 1885 con un total de 335 986 afectados y 119 493 fallecidos. Por supuesto, dadas las circunstancias sanitarias del momento en España, como no podía ser de otra manera, Santiago Ramón y Cajal también topó con el cólera, y la verdad es que lo hizo a conciencia.

Ocurrió en Valencia, donde se trasladó, siendo ya aprendiz de eminencia, en los primeros días de enero de 1884, para tomar posesión de la Cátedra de Anatomía. El 5 de diciembre de 1883, con 31 años, y tras varios intentos de aprobar una oposición, Ramón y Cajal fue nombrado catedrático de Anatomía Descriptiva y General de la Facultad de Medicina de Valencia, ocupando un cargo que estaba vacante desde la muerte en 1882 del anatómico valenciano Francisco Navarro Rodrigo. Santiago viajó a Valencia con su familia. Nada más llegar, encontraron cobijo y hospedería provisional en una fonda situada en la plaza del Mercado, cerca de la famosa Lonja de la Seda. Allí estuvieron lo justo y necesario, y en cuanto la ocasión la pintó calva, compraron cuatro cachivaches y algunos muebles esenciales para rellenar una modesta casa de la calle de las Avellanas, donde Cajal disponía de una sala holgada con las cualidades suficientes para albergar un laboratorio. La mudanza fue rápida, y al poco de ser concluida, nació Paula Vicenta, tercera hija de Santiago.

Narra Cajal que antes de emprender los quehaceres laborales dedicó varios días a explorar el territorio y a descubrir las curiosidades que albergaba la ciudad. Visitó la catedral y el puerto del Grao, muy concurrido los días de asueto. Ascendió al Miguelete desde donde contempló la extensa huerta y la brillante lámina del mar Mediterráneo que lamía los bordes del municipio. Escudriñó los alrededores y transitó por pueblecitos hasta entonces desconocidos como Cabañal, Burjasot o Godella. Terminó recorriendo, henchido de voracidad artística y arqueológica, las ruinas del teatro romano de Sagunto. Fue bien acogido en la ciudad y una vez cumplidas las tareas micrográficas cotidianas, solía disfrutar de sesiones en el Ateneo Valenciano, emplazamiento congregacional de lo más selecto y brillante de la juventud intelectual de la región levantina, y en el Casino de la Agricultura donde demostraba facultades jugando al ajedrez.

Imagen tomada con microscopio electrónico de transmisión TEM (o MET en español) de la Vibrio cholerae, bacteria gram negativa con forma de bastón curvo que provoca el cólera en humanosASC

Luchando contra la bacteria vírgula de Koch

La labor de catedrático reportaba a Santiago una paga mensual de 52 duros, unas 3500 pesetas al año que eran consumidas con voracidad por la familia y por el laboratorio que estaba en plena actividad. Buscó ingresos complementarios y organizó un curso práctico de Histología normal y patológica, que obtuvo gran éxito entre los doctores deseosos de ampliar conocimientos en bacteriología, una prometedora ciencia que era impulsada por los geniales descubrimientos de Pasteur y de Koch.

La rampante epidemia de cólera que, en 1885, hacía estragos en Valencia, obligó a Ramón y Cajal a fijar su atención en el bacillus comma, la bacteria hoy llamada Vibrio cholerae, que acababa de ser descubierta por Robert Koch en la India y que era la responsable de la enfermedad. También Santiago fue seducido por los microbios. Durante meses fabricó caldos, tiñó microorganismos y mandó construir estufas y esterilizadoras para cultivarlos. Buscó y capturó en los hospitales de afectados por el cólera el famoso vírgula de Koch. Recuerda Ramón y Cajal que eran días de intensa emoción. La población, diezmada por el azote, vivía en la zozobra y los hospitales rebosaban de coléricos. La familia de Ramón y Cajal evitó al patógeno, probablemente porque tomaban el agua hervida y procuraban mantener las pertinentes precauciones higiénicas.

La coyuntura geográfica y profesional valió a Santiago para ser designado por la Diputación Provincial de Zaragoza para estudiar la enfermedad epidémica reinante en la región levantina y emitir dictamen sobre el valor real de la profilaxis.

Fruto de los estudios y de los experimentos, Cajal comprobó que, tras repetidas inyecciones subcutáneas de vibriones vivos en cobaya, los animales obtenían cierta resistencia a la enfermedad. En julio de 1885, en Zaragoza y ante numeroso público, Santiago expuso sus resultados que concluían que el carácter colérico de la epidemia era debido al vírgula de Koch, la bacteria responsable de la infección y que, según su experiencia, no recomendaba la vacuna de Jaime Ferrán.

En este retrato pintado por S. Carrillo, Santiago Ramón y Cajal posa junto a un microscopio Zeiss, del que el Nobel español era un entusiasta.Real Academia de Medicina de Madrid

La gran innovación de Cajal: una vacuna sin microbios vivos

Dos meses más tarde redactó una extensa monografía titulada Estudios sobre el microbio vírgula del cólera y las inoculaciones profilácticas. Entre los aportes que contenía figuraban un proceder práctico y sencillo para teñir la bacteria y otro encaminado a conservar, colorear y montar definitivamente sus colonias en gelatina y agar, críticas teóricas, criterios clasificatorios del microbio, observaciones singulares del bacilo de Koch y la propuesta de vacunar mediante la inoculación de cultivos bacterianos muertos por calor. Es decir, Cajal planteó una innovación científica sustancial que proponía emplear una vacuna que no utilizara microbios vivos. Esta novedad es atribuida a los patólogos estadounidenses Daniel Elmer Salmon, en cuyo honor fue bautizada la bacteria Salmonella, y Theobald Smith, que publicaron conclusiones similares e independientes en 1886. Cajal publicó su propuesta un año antes, pero lo hizo en castellano en lugar de en inglés y nadie lo leyó.

Cajal lamentó que los aportes microbiológicos que obtuvo no tuvieran eco en los laboratorios de Pasteur o de Koch. Sin embargo, sus esfuerzos recibieron una recompensa inesperada y clave en los logros que alcanzó el español años más tarde. La Diputación de Zaragoza, agradecida por la labor del científico y por la redacción de la memoria acerca del cólera, obsequió a Cajal con un microscopio Zeiss, dotado del objetivo 1,18 de inmersión homogénea, que constituía por entonces el mejor equipo de observación microscópica y que permitió a Santiago avanzar rápidamente en sus estudios histológicos. Estudios por lo que le fue concedido el premio Nobel de Medicina en 1906 en reconocimiento a su trabajo sobre la estructura del sistema nervioso. Como dijo el escritor estadounidense James Whitcomb Riley: «El esfuerzo continuo, incansable y persistente, ganará».

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