Datos procedentes de Noruega así lo indican.
Si hubiera que elegir el mayor enemigo de los coches eléctricos habría división de opiniones. Algunos apuntarían a su autonomía, pero es algo que depende del modelo; otros a la red de recarga, pero eso no depende de ellos. Lo que es común a todos en mayor o menor medida es que lo pasan mal con el frío intenso.
Las temperaturas bajan afectan de manera muy negativa a la autonomía de los cero emisiones, incidiendo ligeramente y llevando a pérdidas de alcance que pueden ser incluso de hasta el 30% en función del coche y del frío que haga.
Basta con mirar atrás solo unas semanas para ver como en Chicago había pilas de modelos de Tesla congelados sin poder siquiera cargar ante una brutal oleada de frío que azotó la ciudad.
Sin embargo, aunque este es el sentir general, según los datos recopilados por Viking, una compañía de seguros de Noruega, donde de frío saben un rato, apunta a que en realidad los coches eléctricos podrían estar mejor preparados que los de gasolina en condiciones de clima frío intenso.
Debido a las bajas temperaturas con las que se empezó el año, la compañía recibió en tan solo 9 días nada menos que 34.000 llamadas para pedir asistencia en carretera. De todas ellas únicamente el 13% correspondieron a coches eléctricos. Desde entonces hasta febrero, el porcentaje ha aumentado hasta el 21%, pero a pesar de ello es algo significativo.
Lo primero que se puede venir a la cabeza es que estos datos son lógicos si se tiene en cuenta que por norma general hay muchísimos más coches de combustión que a pilas, pero es algo que en Noruega es muy distinto al resto de países, puesto que es la nación en la que un mayor porcentaje de la población es dueña de un coche eléctrico.
Con eso en mente, la muestra a la que han tenido acceso parece que no está tan condicionada por este punto.
Lo que si habría que tomar en consideración es la antigüedad de los vehículos. Aunque el país sea líder en automóviles de cero emisiones, la tradición no puede ser muy larga, básicamente porque antes no había en el mercado eléctricos, así que la inmensa mayoría de los coches eléctricos que haya en las calles serán muy nuevos.
En comparación, es mucho más lógico que el parque de modelos térmicos que haya en la nación esté formado por vehículos con antigüedades mucho más diversas y es precisamente a los que tienen más años a los que más les afectan las bajas temperaturas a la hora de funcionar.
Sea como fuere, lo cierto es que a cada tipo de automóvil le afecta de una manera, siempre negativa, tener que lidiar con temperaturas extremadamente bajas.
Un modelo térmico necesita estar un tiempo (normalmente vale con un par de minutos) al ralentí para coger temperatura y que el aceite lubrique los componentes y así evitar averías. Un eléctrico, por su parte, necesita precalentar su sistema para poder llevar a cabo una carga de la batería a potencias altas.