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jueves, septiembre 19, 2024

Esta iglesia española expone dos bombas de la guerra civil entre santos y vírgenes

En el corazón de Zaragoza se erige la Basílica del Pilar, un faro de devoción y arte que guía a peregrinos y curiosos por sus naves cargadas de historia. Entre sus tesoros se oculta una narrativa que desafía la razón: el enigma de las bombas que, en pleno fragor de la guerra civil, se negaron a explotar. Este relato, entre milagro, misterio y leyenda, nos invita a desentrañar uno de los secretos más fascinantes de España, abriendo un capítulo sorprendente en las crónicas del Pilar.

Basílica del Pilar. Alxpin / iStock

La Basílica del Pilar

La Basílica del Pilar, a orillas del Ebro, no es solo el alma de Zaragoza sino también un pilar de la cultura española. Según la leyenda, en el año 40 d.C., la Virgen María se apareció al apóstol Santiago, marcando el lugar con una columna de jaspe, semilla de este venerado templo. A través de los siglos, la basílica ha evolucionado desde una modesta capilla mozárabe hasta el majestuoso templo barroco que hoy asombra a visitantes de todo el mundo. Sus muros custodian obras de incalculable valor, incluidas pinturas de Francisco de Goya, y su historia refleja un testamento de fe inquebrantable.

La Virgen del Pilar. Rini Kools / iStock

El bombardeo del templo

La madrugada del 3 de agosto de 1936, la tranquilidad de Zaragoza se vio estremecida por el rugido de motores en el cielo. Un avión republicano sobrevoló la Basílica del Pilar, dejando caer cuatro bombas sobre el santuario. Mientras la ciudad dormía, el destino quiso que ninguna de estas bombas explotara. La noticia del ataque y el inesperado desenlace corrió por las calles al amanecer, despertando una mezcla de asombro y gratitud entre los zaragozanos. La prensa y los fieles no tardaron en proclamar el suceso como un milagro de la Virgen del Pilar, protectora de su pueblo en los momentos más oscuros. Este evento se grabó en la memoria colectiva como un testimonio de fe invulnerable, interpretando la salvación del templo como una señal divina en tiempos de desolación y guerra, tejiendo así una leyenda en torno a la inviolabilidad del sagrado pilar zaragozano.

Así permanece hoy día uno de los agujeros por donde entró una de las bombas en la Basílica del Pilar. Wikimedia.

Teorías sobre el suceso histórico

La historia aceptada durante décadas sobre el bombardeo de la Basílica del Pilar comenzó a desmoronarse con meticulosas investigaciones como la del Dr. Anton Pujol Bertran. Su obra desvela una trama mucho más compleja y reveladora que las versiones anteriores, sustentadas en mitos y medias verdades. Contrario a la creencia popular, el avión no era un Fokker, y el piloto no era Manuel Gayoso, como se había afirmado.

Pujol defiende que el verdadero avión, un Breguet XIX, despegó desde El Prat, en Barcelona, en una misión no oficial impulsada más por una iniciativa personal que por un mandato militar. La bomba que se arrojó esa fatídica noche fue manipulada previamente para asegurar que no detonara, una decisión tomada por personas con una profunda convicción humanista, entre ellos el padre de Pujol y un compañero piloto, quienes se opusieron a las consecuencias potencialmente devastadoras del ataque.

Esta revelación aclararía las circunstancias reales detrás del bombardeo y se ajustaría al contexto de la guerra civil con una visión menos maniquea, donde las acciones individuales y las decisiones tomadas en momentos críticos podían desviarse significativamente de las líneas partidistas y los mandatos oficiales. El trabajo de Pujol aporta una perspectiva necesaria a la historia, subrayando la importancia de cuestionar las narrativas establecidas y de buscar la verdad en los pliegues olvidados del pasado.

¿Bombas como si fueran reliquias?

Hoy en día, las bombas que no explotaron en 1936 cuelgan aún dentro de la Basílica del Pilar, convertidas en símbolos potentes de un pasado tumultuoso. Para muchos, representan un milagro, un testimonio de la intervención divina y un recordatorio de la protección de la Virgen sobre Zaragoza. Sin embargo, este simbolismo no está exento de controversia en la España contemporánea, donde la interpretación de los símbolos del pasado se encuentra en constante revisión.

Recientemente, se ha generado un debate en torno a la pertinencia de mantener expuestas estas bombas, vistas por algunos como emblemas de la ideología franquista. Una petición para su retirada ha llevado el asunto a los estrados políticos, enfrentando a quienes ven en ellas un recordatorio necesario de la historia frente a aquellos que argumentan que perpetúan una visión sesgada del conflicto. La Dirección General de Patrimonio, apelando a la Ley de Memoria Democrática, ha resuelto mantenerlas por su valor histórico y como recuerdo de un evento significativo, poniendo de manifiesto las tensiones entre memoria, interpretación y reconciliación en la España del siglo XXI.

Bombas expuestas en la Basílica del Pilar, en Zaragoza. Carlos Corzo / Wikimedia

Este episodio en la Basílica del Pilar nos recuerda cómo la historia, a menudo tejida con mitos y verdades a medias, requiere una revisión constante y minuciosa. Nos invita a valorar la importancia de desentrañar los hechos, desafiando nuestras comprensiones previas y subrayando el papel vital de la investigación y la verdad en la construcción de nuestra memoria colectiva.

Referencias:

  • Pujol Beltrán, A. 2024. El bombardeo del templo del Pilar. Comuniter.
  • Vaquero Peláez, D. 2005. En la historia y en el recuerdo: bombardeos sobre la ciudad de Zaragoza durante la Guerra Civil española. Rolde: Revista de cultura aragonesa 114, 18-25.

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