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viernes, octubre 4, 2024

¿Por qué las aves vuelan en forma de V? El secreto detrás del vuelo de las aves migratorias

Las aves migratorias viajan cada año cientos o miles de kilómetros desde sus zonas de invernada hasta las regiones de anidada estival. En la travesía, buscan siempre la forma de optimizar el viaje, ya sea siguiendo corrientes favorables, evitando atravesar grandes extensiones de océano, o descansando donde haya abundante alimento. Este es el motivo por el que, en los humedales de España, las aves migratorias son tan habituales. El paso más adecuado entre Europa occidental y el norte de África es el estrecho de Gibraltar, y eso hace que la mayor parte de las aves atraviesen la península ibérica en su migración, haciendo paradas estratégicas en los ecosistemas donde hay más alimento disponible.

Una forma de optimizar el viaje de migración es el vuelo en formación de “V”.

Gansos en formación en V — Manfred Antranias Zimmer / Pixabay

La formación en “V” como óptimo aerodinámico

Cuando un ave vuela sola, busca los vientos dominantes y las corrientes térmicas para volar la mayor distancia posible con el menor esfuerzo. Pero cuando las aves van en grupo, todo se hace más fácil.

No es necesario que cada miembro de la bandada busque la mejor ruta hacia su destino, basta con que el ave que va en cabeza sepa dónde ir, para que las demás la sigan. Pero además, la formación en “V” proporciona una gran ventaja aerodinámica a todas las que van detrás.

Las alas de un ave en vuelo, por efecto de la sustentación, crean un vórtice tras ellas, una especie de estela en el aire, análoga a la que dejan los barcos al navegar por el agua, que se disipa rápidamente. Sin embargo, su presencia, aunque fugaz, puede ser muy beneficiosa para un ave que venga detrás.

Cigüeñas volando en formación en V — (CC) T. A. Gonsalves / Wikimedia

Si un ave se coloca en la posición adecuada, puede aprovechar el efecto ascendente del vórtice, como forma de impulso adicional, y avanzar reduciendo el esfuerzo para mantenerse en vuelo. Esto se traduce en un ahorro neto de la energía necesaria para realizar el viaje, un detalle importantísimo cuando se trata de migraciones largas.

Y si un ave va en cabeza, y detrás de sus alas se forman sendos vórtices, estos lugares serán los óptimos aerodinámicos para que se sitúen dos aves más. Y al sustentarse con sus propias alas, de nuevo se formarán vórtices tras ellos, que serán ocupados por otras aves; y así sucesivamente. El resultado es un vuelo en formación de “V”, con un solo ave a la cabeza que realiza un esfuerzo sin ahorros. Esa primera posición suele ir rotando en la formación, para distribuir equitativamente el esfuerzo.

Una disposición muy bien calculada

Para colocarse en el lugar óptimo y aprovechar al máximo las ventajas aerodinámicas de la formación, las aves emplean señales visuales y táctiles. Como proceso de aprendizaje, las aves comprenden cuál es la posición que deben adoptar respecto a las aves que tienen delante y al lado, y se aproximan a esas posiciones calculando cuidadosamente las distancias.

Grullas en en formación en V — USFWS

Pero la posición de los vórtices no es siempre la misma. La velocidad del vuelo, la fuerza del viento, la temperatura y otras variables atmosféricas pueden hacer que el vórtice quede más cerca o más lejos. Por ello, una vez localizada la zona adecuada, cada individuo presta atención a los flujos de aire generados por el ave precedente, y ajusta su posición con precisión, buscando el lugar donde el vórtice es más fuerte.

Otra característica de las aves migratorias es la sincronización en su aleteo. Esta sincronización también es visual. Al aletear todas a la vez, acompañan con sus alas el movimiento de los vórtices, reduciendo el esfuerzo del aleteo y optimizando sus efectos. Ce este modo mantienen la formación incluso aunque haya cambios de posición.

La formación en “V” como ventaja evolutiva

No todas las aves, ni siquiera todas las migratorias, establecen la formación en “V” para sus vuelos. Es un rasgo característico de ciertos grupos, como los patos, los gansos, los pelícanos, las garzas, las cigüeñas, las grullas o los ibis. Grupos no necesariamente emparentados evolutivamente. Se cree que el vuelo en formación en “V” ha sido adquirido por distintas especies de aves de forma independiente.

Pelicanos volando en formación, casi formando una V — Scottslm/Pixabay

El vuelo en formación en “V” proporciona grandes ventajas evolutivas. Mejorar la eficiencia energética en el vuelo, e implica un menor gasto de energía durante la migración, que se traduce en una mayor supervivencia y mayor éxito reproductivo.

A propósito de la importancia del ahorro energético de la formación en “V”, un estudio liderado por el investigador Henri Weimerskirch, del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia, llevado a cabo con pelícanos, mostró que los animales en formación tenían un ritmo cardiaco entre un 11 y un 15  % inferior a los que volaban en solitario, y reducían también la frecuencia de aleteo.

Referencias:

  • Lissaman, P. B. S. et al. 1970. Formation Flight of Birds. Science, 168(3934), 1003-1005. DOI: 10.1126/science.168.3934.1003
  • Portugal, S. J. et al. 2014. Upwash exploitation and downwash avoidance by flap phasing in ibis formation flight. Nature, 505(7483), 399-402. DOI: 10.1038/nature12939
  • Waldron, P. 2014. Why Birds Fly in a V Formation. Nature.
  • Weimerskirch, H. et al. 2001. Energy saving in flight formation. Nature, 413(6857), 697-698. DOI: 10.1038/35099670

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