Descubre las contradicciones en nuestro cuerpo humano causadas por la evolución. Juan Luis Arsuaga nos cuenta cómo las mujeres dan a luz.
– Charla Juan Luis Arsuaga – Science Fest Madrid 2024
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Juan Luis Arsuaga nos cuenta cómo la evolución ha influido en la forma en que las hembras humanas dan a luz. Puedes ver la charla completa o leer su transcripción.
Transcripción editada de la charla de Juan Luis Arsuaga
Perdonadme por el título en inglés, sé que suena pretencioso, pero luego veréis que tiene lógica. Espero al menos demostrarlo. Vamos a empezar. Primero, el título viene de mi admiración por Bruce Springsteen, quien tiene un disco con este nombre. En segundo lugar, porque, efectivamente, estamos hechos para correr, caminar o recorrer largas distancias.
De lo que quiero hablar realmente es de cómo nuestro cuerpo está lleno de contradicciones. Es decir, no es perfecto, sino que es el resultado de muchas negociaciones evolutivas. Nuestro cuerpo ha sido moldeado por diferentes presiones de selección a lo largo de nuestra evolución, acumulando funciones que a veces están en conflicto entre sí. Esto nos lleva a un diseño que no es ideal, sino un compromiso entre diferentes exigencias.
De hecho, las imperfecciones del cuerpo humano fueron uno de los argumentos clave a favor de la evolución. Si los seres vivos hubieran sido diseñados en una mesa, como un ingeniero diseña una máquina, no tendrían tantos inconvenientes y problemas. Por el contrario, esas imperfecciones tienen una explicación: la evolución histórica y las presiones de selección.
A mí me gusta decir que si el ser humano es la pregunta, la evolución es la respuesta. Y esa respuesta nos lleva a formularnos muchas preguntas: ¿por qué dormimos?, ¿por qué duele el parto? Esta última es especialmente interesante porque el parto es una función biológica natural que, sin embargo, suele desarrollarse en hospitales. Esto lo convierte en una excepción entre las funciones biológicas, lo que requiere una explicación.
El dolor en el parto: una contradicción evolutiva
¿Por qué algo tan natural como el parto causa tanto dolor? Esta pregunta ha acompañado a los humanos desde que somos capaces de razonar. Antes de tener una explicación científica, las respuestas eran religiosas o mágicas. En el caso de la tradición judeocristiana, el dolor en el parto se explicaba como parte de la maldición divina tras el pecado original. Según el Génesis, Dios dijo a Eva: «Multiplicaré los trabajos de tu preñez; parirás con dolor los hijos y buscarás con ardor a tu marido, y él te dominará.»
Sin embargo, la ciencia tiene otra explicación. Para entender el dolor en el parto, necesitamos considerar dos características fundamentales del ser humano que nos diferencian de otros mamíferos: somos bípedos y tenemos un cerebro excepcionalmente grande. Estas dos características están en conflicto directo cuando se trata del nacimiento.
El bipedismo y el tamaño del cerebro
Los humanos somos los únicos mamíferos terrestres con locomoción bípeda. Esto implica una biomecánica muy diferente, que requiere adaptaciones específicas para mantener el equilibrio y desplazarnos. Entre ellas, destacan los músculos abductores, como el glúteo medio y menor, que equilibran la cadera al caminar. Estas adaptaciones también influyen en la forma de nuestra pelvis, que se ha estrechado para optimizar la locomoción.
Por otro lado, nuestro cerebro es mucho más grande que el de otros mamíferos. El cerebro de un recién nacido humano tiene aproximadamente el mismo tamaño que el cerebro de un chimpancé adulto, lo que significa que su cabeza es proporcionalmente mucho mayor al nacer. Este crecimiento cerebral es fundamental para nuestra capacidad de razonar, hablar y resolver problemas, pero complica enormemente el parto.
El problema radica en que la evolución nos ha llevado a estrechar el canal del parto para ser mejores caminantes, pero al mismo tiempo necesitamos que sea ancho para permitir el paso de cabezas más grandes. Este conflicto evolutivo no tiene una solución perfecta, por lo que el parto humano es un compromiso: es doloroso, pero viable.
El precio de ser humanos
Otra complicación del parto humano es que el canal del parto no es recto, sino acodado, formando un ángulo recto. Esto obliga al feto a girar durante el nacimiento, lo que aumenta las dificultades. Nuestros primeros antepasados, como los australopitecos, tenían menos problemas porque sus pelvis eran más anchas y sus fetos tenían cerebros más pequeños, similares a los de un chimpancé.
Con el tiempo, nuestros cuerpos se adaptaron cada vez más al bipedismo y a la resistencia, lo que llevó a partos más complicados, pero cuerpos más eficientes para recorrer largas distancias. Por ejemplo, nuestros cuerpos son únicos en la capacidad de caminar largas jornadas, como los 800 km del Camino de Santiago, sin grandes dificultades.
Estamos hechos para correr (largas distancias)
A diferencia de nuestros ancestros más antiguos, que estaban diseñados para la velocidad en distancias cortas, los humanos modernos estamos optimizados para la resistencia. Esto nos convierte en corredores de fondo excepcionales, capaces de recorrer largas distancias con una eficiencia biomecánica inigualable.
Sin embargo, este diseño tiene un precio. El estrechamiento de la pelvis y el aumento del tamaño cerebral han llevado a que los partos sean los más difíciles de la historia evolutiva. Este es el compromiso que hemos pagado por ser quienes somos: caminantes, pensadores y sobrevivientes.